Demoniza que algo queda

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Pablo Iglesias
Pedro Vaquero del Pozo @pvaqdp
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Consumada la felonía de poner de nuevo a Rajoy de presidente del gobierno mediante la constitución de una especie de Gran Coalición al hispánico modo, ¿qué nos queda más por ver en la política española? Todo, o casi todo.

En un pequeño tironcillo de la manta, Pedro Sánchez ha descubierto algo que ya todos sabíamos: que Cebrián, Rubalcaba, González, el Grupo Prisa en suma y otros miembros insignes de la esquina socialdemócrata del lobby neoliberal le habían presionado para qe no pactara con Unidos Podemos y que dejase gobernar a Rajoy.

De esta confesión podemos deducir una parte del objetivo político que se ha planteado la oligarquía político-financiera de este país. Frente al susto del multipartidismo generado tras el 15-M, tratan de recomponer el bipartidismo. Una de las dos alas del tablero la tienen ya recompuesta. La derecha conservadora acaba de domesticar a Ciudadanos. A Albert Rivera le van a consentir cuatro bravatas de niño consentido más, pero el significante de su partido ya está contrarrestado. Una operación de renovación de caras por la derecha del PP, y ya está recuperado el voto de Ciudadanos para el PP.

¿Cómo recuperar al PSOE para que cumpla su función de “la izquierda del sistema”? Después de la que se ha armado en el PSOE, va a resultar difícil, pero no imposible. Quizá deban pasar decenios, pero la estrategia ya está montada: tras la operación de desánimo de la militancia casi a punto de ser consumada, se trata de organizar un buen y tardío congreso del PSOE donde no queden ni los restos de Pedro Sánchez, donde se cree una nueva imagen de un líder o lideresa para pilotar la transición hacia alguna parte, mientras se sigue alimentando la imagen del PSOE como “el partido serio y centenario que siempre fue” a través de unos medios de comunicación que le victiman día a día para conseguir recuperar el “voto de la pena”, esto es, el que se le da a los perdedores por pura lástima.

Pero mientras sí y mientras no se recupera el PSOE, hay que minimizar el daño que le supone al sistema tener como única alternativa de gobierno a un conjunto de fuerzas coaligadas en lo que se conoce como Unidos Podemos. Destruir el poder electoral de UP: he aquí el tercer elemento estratégico de la jugada de la oligarquía neoliberal. Siendo lesivo para el sistema el surgimiento en diversos países europeos del poder electoral creciente de partidos populistas de ultraderecha, más lo es la consolidación de partidos como el movimiento 5 estrellas de Italia, Syriza en Grecia y Unidos Podemos en España. A la extrema derecha se le pueden consentir determinadas excentricidades radicales, pero al fin el que lo sufre directamente son los refugiados que vienen de otros países, o las víctimas de los atentados del terrorismo yidahista, que son catástrofes nacionales ante las que se deben articular respuestas puntuales coordinadas. Se hace y punto. Hasta otra.

Se trata de destruir la imagen simpática de UP en su conjunto, y de IU y Podemos por separado. De IU dicen que ya está absorbida por Podemos, y que Garzón ha vendido a IU por un precio muy bajo. Los que tanto han despreciado a IU ahora resulta que la tenían en más alto precio que sus propios líderes. Respecto de Podemos se monta la operación de división más grande que se conoce desde el éxito electoral de IU en 1996. Porque lo que se está montando de división entre pablistas y errejonistas en la opinión pública no es nuevo. En IU ya lo hemos vivido al menos en dos ocasiones: una con Antonio Gutiérrez cuando a principios de los 90 era líder de CC.OO. y se enfrentó duramente con Anguita orquestando una operación de descomunistización del sindicato; otra con la operación de división de Nueva Izquierda (Cristina Almeida, López Garrido) e ICV, que acabó en escisión del grupo parlamentario y una caída en votos de IU de un 40% en las elecciones del 2000.

Lo mismo que se dijo en su momento que Anguita era un iluminado, un extraterrestre, un radical, hoy se dice de Pablo Iglesias: Errejón es el moderado, el “transversal”, mientras que Iglesias y Podemos en general son un galimatías o batiburrillo de radicales, financiados por Venezuela (antes era el oro de Moscú), amigos de los terroristas y aliado de los indepedentistas, y cuyo programa electoral es irrealizable, arruinaría al país y pondría en peligro los logros financieros conseguidos hasta la fecha (por el neoliberalismo, claro).

Pintar un Unidos Podemos como el diablo con cuernos y rabo es el truco más viejo de la vieja política comunicativa al servicio de una estrategia de recomposición del bipartidismo. Pero funciona. Ojo, que funciona.