Deporte y aficionados, un año compartiendo una pasión desde la distancia

Se cumplen 365 días desde la última vez que el público ocupó sus asientos en los estadios para acompañar a sus equipos cada fin de semana

REPORTAJE PEÑAS - Javier Gea
Alejandro Bortolussi, jugador del Covirán Granada | Foto y vídeo: Javier Gea y Daniel Bayona
Ainoa Morano
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El 14 de marzo de 2020, la vida como hasta el momento todos la conocíamos se detuvo. El presidente del Gobierno Pedro Sánchez decretó el primer estado de alarma, la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 era ya una realidad. Apenas unos días antes de esta fecha, ya recordada por toda la ciudadanía, exactamente el 5 de marzo, el Granada CF disputaba la semifinal de la Copa de Rey ante el Athletic de Bilbao. Ajenos a lo que se avecinaba, miles de aficionados se agolpaban a las puertas de Los Cármenes para recibir a los suyos en lo que sería la antesala del mágico año que le esperaba a los rojiblancos. 

En una situación similar se encontraba el Covirán Granada. Los de Pablo Pin disputaron el día 7 de marzo su último encuentro de la LEB Oro, ante el Breogán, con todas los asientos del pabellón ocupados por aficionados. Una imagen, la del público llenado las gradas y disfrutando de su deporte favorito, esa que se contemplaba semanas tras semana, no se ha vuelto a repetir un año después. 

Lo que en principio iba a ser un breve paréntesis en nuestras vidas, se ha convertido en una realidad a la que no se le ve un final cercano. Alejandro Bortolussi, jugador del Covirán Granada recuerda el día en el que le comunicaron que se detenían los entrenamientos hasta nueva orden como un “momento muy raro y de mucha incertidumbre”. “Nosotros estamos entrando, se empezaban a escuchar algunas noticias en la tele aunque parecían muy lejanas. Hasta que un día nos dijeron que se paralizaba todo. Fue un palo muy duro, nunca te esperas que pueda pasar algo así a nivel mundial”. 

Toñi Delgado, presidenta de la Peña Los Cármenes explica, con una clara melancolía en su voz, cómo era ver un partido del Granada CF junto a todos los peñistas. “Aquí se vivían los partidos con mucha pasión y entrega. Nosotros somos unos 100 socios y aquí juntamos todos y no solo nosotros, si no personas de otras peñas. Se vivía con mucha alegría, con emoción, se compartían sensaciones… Es una pena”. 

Con la entrada a la “nueva normalidad”, el deporte tuvo que volver a su actividad habitual, pero le faltaba lo más importante y el motivo por el que juegan cada semana: sus aficionados. Bortolussi reconoce que entrar al Palacio de Deportes y ver las gradas vacías le provoca una “sensación muy triste” ya que “el objetivo del deporte es el público, nosotros jugamos para la gente. Se queda una sensación de vacío cuando llegas al Palacio, que suele estar lleno, y te encuentras solo”. 

Apenas unos metros separan el Palacio de la Peña Los Cármenes, ese lugar mágico y especial en el que a muchos granadinistas les gustaría poder juntarse antes de los históricos partidos de su Granada en Europa. “Lo estamos viviendo muy mal, justo es el mejor año de la historia del Granada. Es verdad que lo vivimos con mucha alegría, porque estamos teniendo mucho reconocimiento y éxitos, pero a nosotros nos gusta compartirlo con el equipo y viajar con ellos. Si esta temporada no hubiese sido en época de pandemia, hubiésemos acompañado al equipo en todos sus partidos”, asegura Toñi, además de reconocer que “echamos de menos al Granada, pero supongo que el equipo también nos echa de menos a a nosotros”. 

Equipos, jugadores y el deporte, en general, no se entiende sin sus aficionados. El jugador rojinegro afirma que echa muchísimo de menos al público. “Siempre hay momentos de bajona en los que esperas que el público te anime, aquí la afición aprieta mucho, se echa de menos la presión que ejercen sobre el rival porque es vital”. 

Entre tanta añoranza e ilusión por volver a ocupar esos asientos que nunca pasaron tanto tiempo vacíos, se empieza a ver una luz al final del túnel. El Covirán Granada ya puede albergar en su pabellón la entrada de 500 abonados, un proporción muy pequeña de la afición, pero que hace que el equipo recupere poco a poco esos momentos de complicidad con los suyos. 

“Cuando nos dijeron que volvía el público fue una alegría muy grande, no nos lo esperábamos, porque según las noticias, parecía que ese momento no iba a llegar nunca. Se daba ya por perdido el poder tener a la afición aquí. Además, llego en un momento muy importante para nosotros, para la clasificación de cara al siguiente grupo. Nos dio un empujoncito, nos convencimos de que teníamos que ganar, no podíamos fallarle a nuestra gente”.

365 días después de aquel estado de alarma, los aficionados aún ven desde sus casas los partidos que antes vivían en Los Cármenes o en el Palacio de Deportes. 365 días en los que el deporte y su público aún no se han reencontrado, no han celebrado victorias, ni han sufrido derrotas juntos. Se cumple un año desde que el silencio más absoluto, solo interrumpido por el sonido de un silbato y de un balón, invadió estadios y pabellones, desde los más grandes hasta lo más pequeños. Ojalá que dentro de muy poco tiempo se pueda pasear por la calle y ver a cientos de personas con la camiseta de su equipo, en ese momento la normalidad habrá vuelto.