El deporte como vía para huir de la guerra en Ucrania: "Si nos podemos quedar en Granada, mejor"

Cinco jóvenes esquiadores ucranianos continúan luchando por sus sueños en Granada gracias al incesante apoyo de sus familias de acogida

Jóvenes esquiadores ucranianos
Los esquiadores ucranianos durante un entrenamiento | Foto: Javi Gea
Juan Pérez Martín
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Más de cinco meses han pasado desde que diferentes jóvenes deportistas ucranianos llegaron a Granada huyendo de la invasión de Rusia a su tierra. Muchos sueños destruidos por algo que ha roto las familias de estos jóvenes, que han tenido que transformar sus vidas por completo y adaptarse a una nueva situación que no deberían de estar viviendo. 47 personas salieron con apenas lo justo de allí, sin saber hacia dónde se dirigían ni cuándo volverían a su hogar.

De esos tantos, actualmente solo perduran cinco en Granada. Son esquiadores de fondo. Algunos viven con familias de acogida. Otros tienen la suerte de estar con su familia, que también huyó de la guerra en los meses venideros. Todos tienen nombre y una historia detrás. Son personas que, al igual que todos, se entristecen de vivir estos tiempos. Anton, Mikita, Igor, Daniil y Dima son algunos de los noveles ucranianos que desarrollan sus actividades en Granada. Son esquiadores de fondo con un gran talento y que ya compiten a nivel profesional. Su condición no les permite desarrollar esta labor en su país. El contexto de la guerra ha empañado todo. No obstante, ellos entrenan, conviven en grupo e intentan mantener su mismo estilo de vida.

"La vida te cambia por completo"

Rocío Flores es una de las madres de acogida que ha tomado la responsabilidad de cuidar y tomar a estos jóvenes como si fueran suyos. Ella tiene en su cargo a Mikita, uno de los ucranianos más mayores que perduran en el grupo. Tiene 18 años y es uno de los mejores esquiadores de fondo. Ha vivido en estos meses muchas cosas difíciles y que nunca va a olvidar, como ver que su padre ha caído en combate a través de una foto donde aparece el fallecido, publicada por el bando rival en Internet. Mikita está adaptado casi en su totalidad, al igual que sus compañeros con sus familias y entrenadores.

"En un principio la llegada era para ponerlos a salvo. Los chicos estaban en un campeonato y había que sacar a los chicos del país. Salieron 47 y pidieron familias de acogida y nos presentamos voluntarios. En junio, un gran grupo se fue. Ha habido padres que han venido y se han reunido con sus hijos. Los que continúan en España han sido matriculados en institutos y universidades para que sigan desarrollado su vida estudiantil", comenta la voluntaria, quien razona que "al final, la vida te cambia por completo" al tener "una persona más en tu familia".

"Económicamente es un gasto mayor familiar, pero, al final, lo bueno compensa mucho todos los esfuerzos que tienes que hacer. Mikita se ha acoplado muy bien al estilo de vida. Mis hijos están encantados. Cambia la dinámica de vida, aunque al final te adaptas y solo ves ventajas", afirma Rocío, quien apostilla que echan "mucho en falta de Ucrania", como "la familia o los amigos", aunque continúa en "contacto directo a través de llamadas o chateando".

Sin el apoyo de la FADI y la UGR nada podría haber sido posible. La Federación "ha prestado muchas ayudas y han estado muy volcados con ellos", al igual que la Universidad de Granada, que ha sido "fundamental" para "incorporar a los chicos en el sistema educativo".

"Hicimos una gran planificación para que los chicos participen en la competición nacional de rollerski en Jaca"

Mari Paz Sánchez es responsable del Comité de Fondo de la FADI, además de ser la entrenadora de los deportistas ucranianos y madre de acogida. Se muestra feliz y orgullosa de ver cómo los ‘niños’ se han sabido adaptar y disfrutan en su día a día, sobre todo entrenando. "La organización con los chicos que se han quedado, desde finales del mes de junio se enfocó en la temporada de verano. A raíz de ello hicimos una planificación con el objetivo de participar en la competición nacional de rollerski en Jaca, que se celebra el 10 y 11 de julio", detalla.

Los chicos están ilusionados con el hecho de participar en dicho torneo, para el que han tenido que entrenar duramente y en unas condiciones a las que no están acostumbradas, como las altas temperaturas o el incesante sol que les ha producido muchas quemaduras en estas semanas. "Habitualmente los chicos tienen seis sesiones semanales, donde tienen dos de preparación física en gimnasio con Jorge Ruiz y el resto es trabajo específico que lo llevo yo. Dos o tres sesiones son de rollerski y ejercicios de fuerza y las otras de carrera por montaña o bicicleta", confirma.

Una cosa importante es que, con el paso del tiempo, los chicos continúan intentando adaptarse. Hablan ruso y algunos chapurrean el inglés, aunque el español, a veces, lo entienden, pero no pueden hablarlo. No obstante, las protagonistas han manifestado que se han tenido que poner "serias con este tema" para que hicieran un esfuerzo con el idioma. "Al hablar así apenas hemos tratado el español. Desde el Instituto Cervantes vía online les han dado clases de español para que comiencen a intentar a aprender", declaran.

Mari Paz hace una mención especial a Carlos Santandreu, presidente de la FADI, que ha estado "implicado en su llegada y aportando todo lo posible desde el primer momento”. “La Federación Española también se puso en contacto con nosotros para darnos material y ropa, aunque el primer trato con ellos será en campeonato nacional. La Federación Aragonesa ha ayudado y en la competición de Jaca les ha buscado un alojamiento", asegura la entrenadora.

"Ahora es un sueño, pero intentaremos participar en unos Juegos Olímpicos"

Anton e Igor, dos de los esquiadores ucranianos que entrenan aquí en Granada, dicen tener "buenos recuerdos" en España, donde han tenido "tiempo libre" para hacer "cosas diferentes". Confirmaron que notan muchas diferencias a la hora de entrenar en España, ya que "hay más montañas, y tienen más alturas". "Hace más calor, es un reto diferente y especial para nosotros. En Ucrania tenemos training camps, pero aquí no", dice Anton.

Hablando de sus sueños y objetivos, Igor se pone feliz al imaginarse un futuro exitoso: "Intentamos participar en campeonatos europeos. Ahora es un sueño, pero quizás cuando tengamos más habilidad y entrenemos más, podremos participar en unos Juegos Olímpicos".

Confiesan que echan muchas cosas de menos en Ucrania, sobre todo el poder estar allí con los suyos, aunque son consciente de que "actualmente no tenemos las mismas posibilidades que aquí, de entrenamientos y de vida". "Si nos podemos quedar aquí, más que mejor. Ucrania ahora está en guerra y no hay dinero", expresan notablemente emocionados.

Las vidas a estos chicos les ha cambiado por completo. Nada volverá a ser como antes, y son conscientes. Son personas inteligentes que buscan refugiarse en el deporte con el objetivo de intentar desconectar y hacer algo que les gusta para dejar de lado una historia durísima.