Depresión postparto: la gran olvidada
"La obstetricia está muy tecnificada y es capaz de detectar todo riesgo y, sin embargo, todo lo que es salud psíquica de la mujer en el embarazo está por completo olvidado.
A pesar de las cada vez mayores medidas sanitarias de control y seguimiento del embarazo aún se pasa por alto un aspecto fundamental de la salud de la mujer en esta época de su vida: la salud mental. Hasta un 20% de las mujeres embarazadas tiene algún problema psíquico en el embarazo y no existen medios sanitarios dedicados a detectar, prevenir y tratar sus posibles efectos sobre la salud femenina y del futuro hijo.
Según explica a Infosalus la doctora Lluïsa García-Esteve, especialista en Psiquiatría Perinatal y Reproductiva del grupo Hospital Clinic de Barcelona, entre un 10% y un 13% de las mujeres de toda condición que han dado a luz un hijo vivo padecen depresión postparto.
Mujeres bajo un mayor riesgo son aquellas con episodios depresivos previos, depresión o ansiedad durante el embarazo o que cuidan de un familiar con un trastorno psíquico. Estudios en los que ha participado la doctora asocian además la depresión postparto al síndrome premenstrual y al cuidado de un hijo con discapacidad o de un progenitor enfermo.
"La obstetricia está muy tecnificada y es capaz de detectar todo riesgo y, sin embargo, todo lo que es salud psíquica de la mujer en el embarazo está por completo olvidado. El 20% de las mujeres embarazadas tienen algún problema psíquico en el embarazo y no se registra", señala García-Esteve.
García-Esteve hace un llamamiento a las autoridades sanitarias al señalar que la salud mental es tan importante como el resto de la salud física de las embarazadas y a pesar de ello se obvia por completo. "Las mujeres embarazadas sufren ansiedad, depresión, obsesiones, ideas suicidas y trastornos alimentarios. El estrés perinatal tiene repercusiones a largo plazo en el bebé", explica la doctora e investigadora.
Junto al error de pensar que la depresión postparto se puede revertir con un poco de apoyo y que no necesita atención médica ni medicación está el de considerar que el trastorno se da en mujeres solas, inmigrantes o sin recursos económicos.
"En realidad, lo que descubrimos tras analizar los casos detectados en el Hospital Clinic a lo largo de un año fue que un gran porcentaje de estas madres tienen estudios universitarios y que los riesgo vienen de la mano del perfeccionismo, altos niveles de exigencia e inexperiencia en el cuidado de niños", apunta García-Esteve.
UNA ENFERMEDAD REAL
Existen dificultades en el entorno de la madre para entender que lo que sucede es una complicación del embarazo y el alumbramiento, no sólo en el entorno más cercano de la pareja y la familia o amigos sino también entre los profesionales. "Hay una tendencia a estigmatizar en la madre el trastorno y extrapolarlo a aspectos como no ser una buena madre, venirle grande la nueva circunstancia o incluso ser una persona débil", señala García-Esteve.
Según señala la doctora, en términos generales los hombres parecen vivirlo más como un problema que les afecta a ellos en vez de situarse en la postura de cómo ayudar o qué medios poner para solucionar la situación por la que atraviesa la familia. El trastorno cumple con los criterios expuestos en las directrices de referencia de salud mental (DSM-V) para un episodio de depresión mayor que se produce dentro de las cuatro semanas posteriores al parto o en los meses posteriores a éste.
Los síntomas más comunes son los propios de la depresión, en los que junto a la tristeza generalizada que puede traducirse en ganas de llorar y la dificultad para disfrutar con lo que antes proporcionaba placer (anhedonia) se unen los sentimientos de culpa, ideas de desaparecer o morir, dificultades en atención, concentración y memoria, trastornos del sueño (insomnio) o del apetito así como empeoramiento del estado de ánimo según los distintos momentos del día.
En cuanto a las dificultades con el bebé, García-Esteve explica que no siempre se presentan y que puede ocurrir que éste sea la única fuente de motivación para la madre y que todo lo demás deje de tener valor. En el caso en el que el vínculo se ve afectado, señala como características la dificultad para sentir o establecer una conexión emocional, sentir que no es propio, rechazarlo o, en pocos casos, la negligencia que impide prestar la atención necesaria al bebé.
MÚLTIPLES CAUSAS
Aunque se están investigando diversas vías, García-Esteve señala que la opción más probable es que su origen sea multifactorial. En este sentido, los factores que intervienen y que se encuentran bajo estudio son:
* Neurohormonal: los estrógenos, las hormonas sexuales, suben a niveles muy elevados durante el embarazo para descender bruscamente tras el parto y se evalúa si existen mujeres que no pueden reajustar el equilibrio hormonal. En el síndrome premenstrual, aunque a un nivel muy básico, también se produce este desequilibrio hormonal, de ahí que se asocie con el riesgo de depresión postparto.
* Genética: se ha descubierto que determinados polimorfismos genéticos predisponen a las mujeres que los portan frente a las que no a una mayor posibilidad de depresión tras el parto. El componente hereditario también tiene su peso en aquellas mujeres con madres o incluso abuelas que han sufrido depresión o psicosis postparto.
* Factores psicosociales: las mamás muy perfeccionistas están más predispuestas ya que tras el alumbramiento y en el cuidado del bebé se presentan situaciones de alto estrés en un momento en el que existen menos recursos psicológicos para hacerles frente. Las personas con alta tendencia a sentirse ansiosas y que reaccionan ante la novedad con estrés pueden estar bajo un mayor riesgo.
ANTIDEPRESIVOS, LACTANCIA Y DETECCIÓN PRECOZ
Según señala la doctora García-Esteve resulta primordial tratar la depresión postparto. "En el postparto la tarea de la mujer es primordial para la supervivencia de calidad del bebé y el establecimiento de un vínculo seguro para su desarrollo físico y social. Si el inicio de la vida del bebé se hace con dificultad esto termina afectando a la larga a su psicopatología adulta, por lo que el tratamiento es también una herramienta de prevención", señala.
En lo que se refiere al tratamiento con antidepresivos de la madre durante la lactancia, la doctora señala que ya se dispone de datos que apuntan que a pesar de que los fármacos pasan de la leche al bebé y su cerebro, las cantidades son ínfimas y no se han visto efectos secundarios sobre los niños a término sanos y con peso adecuado.
"Lo que se persigue es que la madre tenga un ánimo estable, sea sensible y receptiva a su bebé y actúe de forma rítmica y acorde con las necesidades del bebé y que éste reciba cuidados y lactancia maternas adecuados. Todo ello es posible con el uso de antidepresivos", señala.
Un estudio del equipo de García-Esteve realizado entre 240 madres con depresión postparto diagnosticadas y tratadas con antidepresivos en el que se estudió su mejoría durante un periodo de 24 meses mostró que la recuperación media se producía aproximadamente a los 12 meses aunque hasta un 20% de las mujeres aún no habían mejorado a los dos años.
Según señala la investigadora, esto significa que todo el año posterior al parto estas mujeres van a estar afectadas lo que supone alteraciones en su vida en casa, con la pareja, necesitarán una baja laboral, tendrán que enfrentar dificultades económicas derivadas y todo ello ocupándose de un bebé. "Por este motivo es elemental un diagnóstico rápido y cuanto antes", concluye.
Muchas madres no se identifican con la posibilidad de sufrir depresión y la arrastran a lo largo de meses. "Hay que trabajar para generar dispositivos para detectar y atender trastornos mentales en el embarazo y en el postparto", señala García-Esteve que intenta junto con su equipo incluir en los programas de control de embarazo sano de Cataluña la escala de Edimburgo de 10 preguntas para identificar a las mujeres bajo riesgo de depresión postparto.