Cuatro consejos básicos para afrontar la dermatitis atópica este otoño
La llegada del frío implica la vuelta de la dermatitis atópica, por ello la doctora Pérez García indica unos consejos para aliviar sus síntomas
El otoño está a la vuelta de la esquina y con ello también la vuelta de la dermatitis atópica. Los pacientes que la padecen temen que, con la vuelta del frío y las calefacciones, la enfermedad, controlada en verano, pueda perjudicar a su piel.
En verano, con la exposición moderada al sol, la dermatitis atópica suele mejorar. La doctora Bibiana Pérez García, medico especialista en Dermatología del Hospital Universitario Ramón y Cajal, resalta que la fototerapia con luz ultravioleta es uno de los tratamientos ampliamente utilizados, sobre todo, en pacientes con formas moderadas. La doctora resalta que, por el contrario, "algunos pacientes empeoran en verano, sobre todo en relación con la sudoración y con los climas muy cálidos y con alto índice de humedad". Asimismo, recuerda que "el baño en piscinas también puede ser un problema, por lo que es importante acortar su duración, ducharse después y aplicar emolientes o protectores solares con capacidad hidratante".
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria que se caracteriza por la presencia de eczemas en la piel, con enrojecimiento y descamación, llegando a aparecer incluso erosiones o costras, que se acompañan con un intenso picor y tienen periodos de mejoría y de empeoramiento. Esta puede ser asociada a manifestaciones alérgicas, como la rinitis o el asma, aunque también se trata de una enfermedad muy frecuente en la infancia.
Síntomas de la dermatitis atópica
La doctora Pérez García explica que el picor es el síntoma fundamental de la dermatitis atópica siendo un criterio fundamental en su diagnostico: "En los pacientes atópicos, la piel pica casi siempre, no sólo durante los brotes y no sólo en las zonas con eczema visible, aunque la intensidad del picor es muy variable"
Valora que este síntoma dificulta mucho el sueño y favorece un estado de humor irritable, consecuencia del picor y del poco descanso, recuerda también que la piel del paciente no sólo pica, sino que también llega a doler, principalmente en los brotes agudos y que los daños en la barrera cutánea favorecen a la pérdida de agua, llegando a un estado de sequedad llamado xerosis, que se muestra con demarcación y sensación de tirantez e incomodidad. Indica que estos síntomas pueden llegar a tener consecuencias negativas en las relaciones laborales y sociales del paciente, favoreciendo las situaciones de ansiedad y de depresión.
La experta del Hospital Universitario Ramón y Cajal destaca que ahora contamos con más herramientas farmacológicas eficaces para controlar la dermatitis atópica. De cara al otoño, considera importante mantenerse alerta para evitar así un rebrote. Para ello, plantea los siguientes consejos:
- Mantener la piel hidratada, preferiblemente después de la ducha. Esto debe ser una rutina tan interiorizada como poner el móvil a cargar por la noche.
- Retomar tratamientos previos al verano. Es importante mantener el contacto con el dermatólogo para no demorar la reintroducción de fármacos si la enfermedad comienza a brotar.
- El estrés es, a menudo, un factor desencadenante de los brotes. Es aconsejable planificar actividades relajantes y divertidas que ayuden a aliviar la carga emocional de la vuelta al cole o al trabajo. El deporte moderado suele ser uno de los mejores métodos.
- Muchos pacientes suelen experimentar rebrotes en invierno, además de tratar de controlar factores ambientales, como las calefacciones demasiado fuertes o el contacto de la lana con la piel, ya que esto puede generar un brote de la dermatitis. Es importante mantener una actitud positiva y recordar que existen tratamientos para controlar la enfermedad. El apoyo psicológico profesional es muy útil en algunos pacientes.
¿Se puede prevenir?
La especialista en Dermatología indica que la historia familiar es el principal factor de riesgo, de modo que, si los dos progenitores tienen historia de dermatitis atópica, es probable que uno de los hijos manifiesten la enfermedad, además de la herencia, también influyen factores ambientales como el clima, la contaminación ambiental, la exposición al humo del tabaco o a productos irritantes como los detergentes.
Pérez García señala que la convivencia con perros en la infancia podría tener un efecto favorable mientras que con los gatos ocurriría lo contario: "En general, una mayor exposición microbiana en la infancia parece disminuir el riesgo de la enfermedad, así como una higiene correcta evitando el uso de irritantes como los jabones con alto poder detergente y una alimentación equilibrada, sin restricciones dietéticas, salvo en el caso de alergias alimentarias concomitantes".
Además, sostiene que el uso materno de probióticos durante el embarazo y la lactancia también han mostrado una diminución del riesgo de desarrollar dermatitis en los niños. Recuerda que la frecuencia de dermatitis atópica en los niños pequeños ha ido en aumento en las últimas décadas, posiblemente en relación a los cambios en el estilo de vida, con mayor exposición a irritantes y a contaminantes ambientales.
Por otro lado, confirma que el mayor conocimiento y la mejor caracterización de la enfermedad también han contribuido al aumento en el diagnóstico de dermatitis atópica desde edades tempranas. Si bien indica que aunque la dermatitis atópica se inicia antes del primer año de vida, la mayoría de los casos no continúan prevaleciendo en edad adulta.