Derrota dolorosa y para reflexionar del Covirán ante el Unicaja en la Copa Andalucía
Los malagueños endosaron más 100 puntos a un conjunto rojinegro desaparecido y sin capacidad de reacción en todo el partido
Ganó la obligación a la ilusión. El primer encuentro del Covirán Granada en la Copa Andalucía se ha saldado con una clara y merecida victoria del Unicaja de Málaga por (74-118). Se sigue en pretemporada, sí, los resultados no cuentan y lo importante llegará a partir del 29 de septiembre, también, sin embargo, la imagen mostrada por parte de los rojinegros en el encuentro disputado en la Línea de la Concepción deja mucho que desear y vuelve a sembrar ciertas dudas de cara al entreno en ACB.
Arrancaron los de Ibon Navarro con un parcial de 0-6 a favor, marcador que obligó a Pablo Pin a parar el partido casi al inicio del encuentro. Los malagueños saltaron a la pista con una agresividad en defensa y una facilidad en anotación abrumadora. Sirvió la charla del técnico granadino ya que en apenas un par de jugadas los rojinegros lograron igualar el encuentro a 8 gracias a los puntos Luke Maye y Thomas Bropleh. Aun así, el amago de controlar el partido duró poco. Los malagueños continuaron con su juego y transiciones rápidas, una táctica que dejaba a los granadinos totalmente indefensos al no poder replegarse con facilidad. Si los jugadores de Unicaja tenían cualquier mínima posibilidad de tiro, se la jugaban, una confianza en sí mismos que los llevó a cerrar el primer parcial con una ventaja de 14 puntos (15 a 29).
Se esperaba alguna reacción del Covirán Granada en el segundo periodo, pero Unicaja tenía el control del partido y no lo iba a soltar. Pablo Pin ha repetido hasta la saciedad la importancia del rebote, pero parece que aun no ha sido interiorizado por la plantilla. Cualquier batalla defensiva era ganada por el plantel dirigido por Ibon Navarro. La conexión de la plantilla malagueña, de la que hay que recordar que hasta nueve piezas han llegado este verano, contrastaba con los errores de los granadinos. Continuaron Thomas Bropleh y Luke Maye siendo los guías del equipo, solo cuando el balón pasaba por ellos se tomaban buenas decisiones. Aun así, no fue suficiente y el Covirán Granada se marchó a vestuarios con un marcador, desolador, de 29 a 50.
Nada cambió tras el paso por vestuarios. Esta vez la charla de Pablo Pin y el gen de los rojinegros de luchar hasta el último segundo no ha surtido efecto. Unicaja mantuvo la quinta marcha de su juego en ambos lados de la pista, mientras que Covirán Granada solo podía asistir impasible a lo que esta sucediendo sobre el parqué. Kendrick Perry se convirtió en una auténtica pesadilla para los granadinos. De tres, en zona o desde el tiro libre, los puntos para los malagueños entraban de todos los colores y formas posibles. Christian Díaz trató de tirar del equipo, incluso en ciertos momentos se vio un juego más claro y ordenado de los rojinegros, pero el balón no quería entrar, quizás porque los 30 puntos de ventaja de los de Ibon Navarro ya pesaban demasiado.
Los últimos diez minutos fueron una tortura para el Covirán Granada. Con una desventaja de 40 puntos, lo único que quedaba era intentar maquillar el resultado lo máximo posible. Unicaja campaba a sus anchas por el parqué, mientras que los rojinegros trataban de buscar un mínimo atisbo de un juego propio de un equipo ACB. A falta de siete minutos para el final del encuentro, el plantel verde y morado ya se encontraba en los 100 puntos. Incomprensible.
Quizás con la participación de Lluís Costa, de Alex Renfroe y o de Cristiano Felicio el partido hubiese tenido otro resultado, quizás cuando se enfrenten en la temporada regular el desenlace sea distinto, pero la realidad es que Covirán Granada no se ha acercado, ni de lejos, a plantarle cara a un Unicaja que, si sigue así no será de la liga de los rojinegros, estará hecho para otros objetivos. Mientras tanto el Covirán deberá seguir aprendiendo, aunque el tiempo para probar distintas soluciones está llegando a su fin.