"Desde Purchil a Vilches, con amor"

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Foto: Remitida
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Entradas ya estas fechas estivales en las que el sol reluce, los días se alargan y el cielo se torna de un azul imponente y romántico, a muchas parejas de enamorados les entran en vena unas ganas y un ímpetu desarbolado por unirse en matrimonio. Y no, no es la primavera que la sangre altera, es el amor lo que les impulsa a dar ese paso tan importante.

Es hermoso pensar y reflexionar sobre el destino, sobre cómo nos lleva a lugares insospechados y cómo nos hace conocer, a veces casi por pura casualidad, a personas que a la postre van a resultar determinantes en nuestra vida. Les hablo de amor, de unión, de nuevas familias. Es maravilloso también ver como nuestros hijos empiezan a volar solos, cómo crean su propio círculo de amistades, forman su propia familia y de qué manera moldean su vida. Este es el caso de estos dos jóvenes de los que les hablo a continuación.

Hace unas fechas tuve la gran suerte y deferencia de ser invitado a uno de esos enlaces que dejan huella. Antonio y Lorena eran y son los nombres de los contrayentes. Ella de Purchil, en Granada. Él de Vilches, en Jaén. Faltaría una tercera ciudad, Málaga, lugar donde se conocieron, para cerrar el triángulo escaleno que formarían estas tres villas, este “Triángulo de las Bermudas” amoroso.

El acto estuvo lleno de sensibilidad, mucha ternura y a la vez mucha pasión, eso sin olvidar el buen humor. Mi locuaz amigo Enrique, tío de la novia, nos demostró sus dotes y soltura como maestro de ceremonias oficiando la misma y deleitándonos a los presentes, haciendo gala de su profesión, con un poco de historia. Nos ilustró sobre la procedencia del nombre de Purchil. ¿Sabían ustedes que el topónimo de Purchil viene de ”Borch-Hilall” que significa “torre de la espina” o “del alfiler”? Ese que le clavó con pasión Lorena a Antonio en todo el centro del corazón. El amor….

Amigos y amigas de ambos contrayentes, compañeras de trabajo y Julia, hermana de la novia, se encargaron de añadir con sus alocuciones más emoción y más lágrimas al evento. Juanito, tío del novio y pura originalidad sobre dos piernas, expuso, en tono humorístico, una disertación y disección del novio que provocó las risas de los invitados.

La pareja no podía esconder sus lágrimas y sus risas, a partes iguales, ante tal avalancha de palabras y recuerdos. Tampoco faltaron los nudos en la garganta de algunos de los oradores y oradoras. Todo muy enternecedor y alegre, como les he dicho.

El padre de la novia, mi apreciado Antonio, no dejaba de observar con atención y emoción contenida todo lo que estaba ocurriendo. Él no lo sabía, pero yo lo observaba con atención y me percaté de ello. A Lorena, madre de la novia, la ilusión se le notaba en el rostro también. Los padres del novio -Carmen y Paco- no se quedaban atrás en emotividad. No perdían de vista, con minuciosa atención, todo lo que estaba pasando en ese trascendental momento.

Finalmente, la ceremonia terminó con vivas a los novios, lanzamiento de arroz y los consabidos abrazos, felicitaciones y demás enhorabuenas.

Tras tantas emociones vividas en tan poco espacio de tiempo, había que refrescar la garganta y aliñar los sentidos -sobre todo el del gusto- en una posterior recepción y catering en los hermosos jardines de “La Mamounia Hípica”. Lo cierto es que algunos ya tenían la voz afilada y afinada con antelación pues la cerveza estuvo presente hasta en el altar ceremonial.

Siendo la primera vez que he visitado este lugar para una celebración he de decir que todo fue de diez. Fernando, el maître, del cual ya tenía buenas referencias, estuvo a la altura como se esperaba de él. Toda la organización fue magnífica y elogiable por su parte y por la de todo su equipo. Desde aquí les envío mi gratitud y admiración.

El banquete estuvo aderezado de momentos especialmente emotivos. Uno de ellos fue cuando la pareja de recién casados agasajó a sus padres y abuelas del novio con detalles y ramos de flores.

Además de eso, la feliz pareja tuvo mucho trabajo antes del momento del enlace. Eso era fácilmente observable e imaginable cuando cada uno de los invitados teníamos, junto a nuestro plato en la mesa, una pequeña tarjeta con una dedicación personalizada y escrita de puño y letra por cada uno de ellos. No quiero ni pensar las horas que habrán tenido que dedicar a tan personal y ardua labor. Muchísimas gracias a los dos.

Y pasando ya al momento puramente gastronómico y lúdico-festivo de la ceremonia les pregunto, ¿saben ustedes la marcha que llevan en el cuerpo, a poco que los provoques, y la cantidad de comida que son capaces de ingerir nuestros buenos amigos y casi vecinos de Vilches?

Conozco a mucha gente de Jaén y provincia y sé de su capacidad de disfrute en este tipo de celebraciones. Sabía también que cuando se ponen a saborear una buena fiesta -léase también reunión o comida- no hay quien les gane a la hora de degustar y comer. Sé además lo generosos que son a la hora de ofrecer todo lo que tienen y más aun cuando de invitar se trata, pero no se enfrenten nunca a ellos a la hora de comer. Perderían por KO y no técnico precisamente. Los de Vilches no se quedan atrás en estos menesteres.

Tras el postre y brindis, abandoné mi mesa para relajarme entre los hermosos jardines del recinto. Pude observar cómo se estaba preparando ya la barra libre -a los suspicaces les diré que los novios habían preparado autocares de ida y vuelta para evitar coger el coche.

Dicha barra no era tal. En el expositor de licores de cualquier hipermercado hay menos marcas y variedad de bebidas. Por un momento pensé que me había teletransportado y estaba en “El Corte Inglés”.

-Por la hora, evidentemente, no puede ser, tiene que estar cerrado -me dije.

Nunca había visto nada igual.

Antonio, el novio, muy aficionado a las charangas, pudo disfrutar, al igual que todos los presentes, de una que nos deleitó con alegría y jarana durante la fiesta posterior. La madre del novio estuvo a la altura del momento demostrando también su gusto por la música de fanfarria uniéndose al baile de “La Pepa”, que es como se llamaba el grupo musical venido de Purchil. Y es lo que les digo, estos de Vilches tiene un peligro en las fiestas que para qué contarles. Una delicia todos y todas ellas.

Los nativos y vecinos de Granada y Purchil, o al menos este que les escribe, hicimos lo que pudimos para dejar bien alto el pabellón provincial. Al menos lo intentamos.

Al final, y después de estas bromas, lo que definitivamente cuenta es que lo pasamos realmente en grande y radiantes de felicidad. Además de eso, e igualmente importante, es que la pareja de recién casados disfrute a lo largo de su vida tanto o más que lo hicimos la familia, invitados y amigos. Eso es lo verdaderamente esencial.

Que esa maravillosa geometría del triángulo escaleno Purchil-Vilches-Málaga, sirva como ejemplo para todos nosotros y nos convierta en afamados matemáticos del amor en la parte que nos toca.

A vosotros pareja solo os digo que seáis felices y no dejéis de estar nunca enamorados porque todo es más claro cuando se está en ese dulce estado.







Comentarios

Un comentario en “"Desde Purchil a Vilches, con amor"

  1. Olé,olé,olé, viva vilchez,purchil y Málaga,gracias Juan Carlos.👍💪👍💪