¡Desenfunda, vaquero!
Si un tejido ha roto estereotipos a lo largo de la historia, ha sido el vaquero. Concebido originalmente como un tejido para la confección de resistente ropa de trabajo, ha trepado hasta la cima de la pirámide fashionista hasta situarse en una prenda clave en todos los armarios. No hay placard que se precie en el que no encontremos, al menos, un pantalón vaquero, una falda tejana o una camisa denim.
Adopta innumerables formas, se adapta a numerosos estilos y es válida para todas las siluetas. Los hay de todas clases, pero desde hace unos años el vaquero se reinventa. En su versión bifurcada, – el clásico pantalón vaquero – se convierte en esa prenda versátil que puede variar desde su versión más femenina – de talle alto, corte capri y skinny hasta la estrangulación de algunos tobillos – hasta la más relajada en su versión boyfriend. Pero no se queda ahí la versatilidad del tejano; como en el imperio de Felipe II – del que se decía que no se ponía el sol – podemos encontrarlo en mil y una versiones: faldas, shorts, camisas, vestidos y hasta calzado de lo más variopinto. Sin embargo, su actualización más trendy es el peto o mono. Cómodo y naif, durante décadas había quedado reservado a embarazadas y niños, pero la primavera-verano de 2014 nos lo ofrece a todas.
Pero el clásico vaquero no solo se actualiza en forma. El clásico azul vaquero se reconvierte: tonos pastel, colores flúor, estampados que van desde los topos al leopardo pasando por las ya asentadas rayas marineras tan estivales o el tye-dye. Se utiliza para la confección de complementos y accesorios. Lo llevan desde las más afamadas celebrities hasta la pescadera del barrio.
Y no solo para nosotras, ellos también se suman a la tendencia imperante. No hace falta ser un rebelde sin causa para enfundarse en unos jeans. Más pitillo y recuperando su esencia más indomable, el tejano se posiciona en el pódium de las prenda estrella del armario masculino. Y, es más, se atreven a incorporarlo en sus camisas y complementos: gorras y bandoleras se incorporan a la tendencia.
Atrás quedó la prohibición de aquellos cines de los 50 en los que se prohibía la entrada con vaqueros y es que, es imposible no sucumbir a sus encantos.