Determinan que un diagnóstico precoz puede evitar el fracaso escolar en los niños con dislexia
Lamentan que el sistema educativo deja a los alumnos con dificultades específicas de aprendizaje sin acceso a las becas de apoyo educativo
La enseñanza de la lectoescritura es una de las tareas más relevantes de la etapa escolar. Leer parece sencillo en castellano, donde la mayoría de las letras se representa con un solo sonido, en comparación con otros idiomas como el alemán, el inglés o, incluso, el chino.
Este aprendizaje suele realizarse en los primeros cursos de la enseñanza. Sin embargo, muchos niños presentan problemas en la lectura y la escritura. Casi el 60 por ciento presenta algún desajuste en el aprendizaje, y se estima que entre el 10 y 15 por ciento presentan ‘Dificultades Específicas de Aprendizaje’ (DEA), de la que forma parte la dislexia, que, sin duda, es el déficit más común entre las conocidas ‘Necesidades Específicas de Apoyo Educativo’ (NEAE).
A este respecto se refiere el doctor Isaías Martín Ruiz, profesor en la Facultad de Psicología y Logopedia de la Universidad de Málaga y coordinador de la sección de Psicología Educativa del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (Copao), quien denuncia que, en la actualidad, “nuestro sistema educativo aún deja a los alumnos con DEA sin acceso a las becas de NEAE, en comparación a niños con sobredotación, o déficits severos como discapacidades”. En este sentido, las familias de los afectados se están organizando para defender sus derechos y están reclamando este tipo de ayudas, pero aun así se sigue sin dar respuesta. “Incluso algunas familias con menos recursos no pueden acceder a un psicólogo especialista y, aunque en Andalucía ha avanzado mucho con la creación de equipos especializados a nivel provincial, las dislexias y otras DEA están en el vagón de cola de las NEAE”, asegura Isaías Martín.
El profesor de la Universidad de Málaga explica que los problemas que se detectan en estos niños son “una lectura entrecortada, se equivocan en las letras, las cambian, las escriben en espejo, cometen errores de ortografía e, incluso, no comprenden lo que leen. A veces, los maestros tranquilizan a los padres diciendo que ‘no están maduros’, o ‘que ya aprenderán cuando lleguen a Primaria’; otras veces se ‘criminaliza’ al niño: no está atento, no trabaja, es un vago, es muy juguetón, etc. Lo que es cierto es que los niños lo pasan mal, a veces incluso no quieren ir al colegio, ya que fracasan en una de las tareas más importantes de la etapa lectiva”.
Pero el caso es que la mayoría de estos niños presentan problemas complejos a nivel neuropsicológico, “pues normalmente leemos con el hemisferio izquierdo, pero los niños con DEA lo hacen con el derecho. Incluso se tienen identificadas las áreas cerebrales, así como las conexiones entre las zonas donde se producen los desajustes”, afirma el psicólogo.
Las preguntas son inevitables: ¿Qué solución existe? ¿Están abocados al fracaso? Para Isaías Martín, “una intervención temprana y un diagnóstico precoz son la mejor herramienta para ello. No se trata de niños que no puedan aprender, sino que lo hacen de otro modo y debemos detectar esos déficits para intervenirlos. El diagnóstico de la dislexia se podría establecer cuando los niños ya tienen unos 9 o 10 años, lo que, sin duda, es tardísimo”. Es por ello que, arguye, “el psicólogo educativo es el especialista que debe realizar una valoración de las habilidades de los niños y evaluar las variables predictivas que pueden indicar que un niño de 4 o 5 años está en riesgo de presentar dislexia, como, por ejemplo, la conciencia fonológica, la rapidez del procesamiento de la información, la memoria de trabajo, la percepción del habla, la fluidez verbal, semántica y otras variables. También hay niños que presentan problemas en otras series de variables, de carácter no verbal, que son menos frecuentes”.
El coordinador de la sección de Psicología Educativa del Copao reclama que la intervención debe estar asegurada desde el inicio, y eso solo se puede realizar desde el aula. “Por eso la prevención primaria es fundamental”, dice. “La etapa de infantil debe incluir la enseñanza de la lectoescritura con programas de calidad, validados científicamente. En Estados Unidos, desde hace décadas, se aplican los modelos ‘Response to Intervention’, que tratan de adelantar la intervención y el diagnóstico precoz. Además, sería necesario una intervención más específica llevada a cabo por equipos multidisciplinares que, junto al psicólogo, logopeda y maestro, lleven al éxito del aprendizaje de la lectura y de la vida de estos niños”, sentencia Isaías Martín.