Día de la diversidad musical en el Primavera Sound 2018
Trap, clásica, chanson française, hardcore, techno, electrónica experimental, rock & roll, showgaze, dream pop en la jornada del sábado
Y llegamos a la última jornada del festival barcelonés, Primavera Sound 2018. Un final parcial, en el recinto del Fòrum, ya que el domingo 3 de junio todavía hay programación de conciertos por la ciudad y clubes. Prometía mucho un día repleto de grandes nombres, promesas, diversidad, artistas y bandas con propuestas muy diferentes, lo que percibíamos haría muy atractiva la jornada del sábado.
Comenzaba la tarde dando una oportunidad a las nuevas generaciones. Es evidente que la brecha generacional es importante, pero hemos de detenernos y prestar atención a lo que hacen los chavales de hoy día y ciertamente el Primavera Sound lo ha logrado este año con gran variedad de artistas del hip hop y el trap. Pues bien, quisimos inmiscuirnos con estas generaciones en el escenario Pitchfork con Damed Squad. Mishii, Lil Moss y Enry-K son un trio de L´Ametlla del Vallés que se conoce de toda la vida. Trap callejero, hip hop, bases electrónicas y choteo, mucho choteo. Frescura en su letras, en la actitud, estos chicos no tienen que envidiar a nadie del star system, se divierten, animan al público y su espectáculo es actual, desvergonzado, en definitiva atractivo. Si continuan en esa línea, oiremos hablar y mucho de estos chavales.
Acto seguido, nos desplazamos al escenario Primavera para ver la actuación de Montero. ¿Otro grupo de psicodelia australiana? Pues en principio, si. Demostraron buenas formas, impecable ejecución, pero quizás faltos de melodías que enganchen al personal, lo que hoy día en términos de marketing se diría engagement. Es curioso que se hayan establecido en Grecia, donde operan y realizan sus discos y realmente su nombre no colabora en absoluto, pero definitivamente pasamos un buen rato disfrutando del mundo de colores de Montero.
Después nos desplazamos al escenario Ray Ban, para aprovechando la sombra y las gradas de este fabuloso escenario, relajarnos un rato mientras apreciábamos la actuación de Peter Perret. El experimentado músico británico vuelve a la actividad de varias décadas apartado de los escenarios. Es uno de esos reencuentros en los que el Primavera Sound se especializa. Rock & Roll sin concesiones, con el romanticismo de Lou Reed en el aire, presentando su nuevo trabajo How The West Was Won. Un serio trabajo que rezuma melancolía, pero demuestra que la edad y la experiencia vivida son un grado en este negocio de la música.
Tras la caminata de rigor, nos plantábamos delante del escenario Seat para vivir uno de los momentos mágicos del Primavera Sound. Jane Birkin, interpretando temas de Serge Gainsbourg, con la Orquesta Sinfónica del Vallés, dirigida por James Ross, y el pianista Nobuyuki Nakajima, autor de los arreglos. Un verdadero placer, cambiar de registro, poder disfrutar de tan ardua labor de producción musical en este escenario diseñado para la música moderna. Es absolutamente prodigioso observar como ese mismo público que salta, habla, baila y bebe cerveza como cosacos, responde de forma silenciosa, clásica, respetuosa cuando le sirven en bandeja un espectáculo del glamour, la clase y la calidad del que vimos en directo. Buenas noticias, aun no está todo perdido. Fuir Le Bonheur De Peur Qu'll Ne Se Sauve, Requiem Por Un Con, Une Chose Entre Autres, Amours des feintes y Manon, fueron algunos de los clásicos que la intérprete con su voz quebradiza nos regaló durante su actuación. La francesa se despidió entre lágrimas, con los aplausos más largos en esta edición, sin duda un momento para el recuerdo, de los que perduran.
Tras esta gran experiencia, tocaba la actuación de Slowdive en el escenario Primavera, Apple with Music. Tras su vuelta hace tres años, Slowdive presentaba su último trabajo Slowdive. La piedra angular del showgaze, los míticos iconos de los años noventa, no pierden comba y firman un perfecto trabajo que los engrandece más si cabe. Su directo, demoledor, siguen en forma a pesar de haber perdido la forma, siguen transmitiendo su pasajes sonoros de largas reverbs y muros de guitarras de colas eternas. Grandes y magníficos en escena.
Tras reponer fuerzas en la renovada zona de restauración, con mayor oferta, mejor servicio de limpieza y como consecuencia, mejor experiencia, volvimos al escenario Primavera para prepararnos a recibir al gran Mike Patton con su proyecto Dead Croos. Mike Crain (Rtox) guitarra, Mike Patton (Faith No Moore) voces, Dave Lombardo (Slayer) batería y Justin Pearson (The Locust) bajo, son los nombres de la formación. En definitiva una superformación, con una premisa: rock & roll sin parafernalias. El hardcore como forma primaria del entretenimiento. Damos fe que de esto todos sus componentes saben un rato. Sin ir más lejos Mike Patton lleva ya treinta años en los escenarios y sigue con una vitalidad digna de una chaval de veinte. Energía, fuerza, derroche de ritmo y ganas. Dieron un concierto más corto de lo normal en el festival y dejaron claro su especial humor, marca de la casa Patton, estamos convencidos, al realizar un bis de 20 segundos, dejando al público boquiabierto. Mike Patton es un verdadero provocador en escena, sigue siendo el mismo (con más kilos y menos pelo) que aquel que pudimos ver hace 26 años en Sevilla junto a Gun´s & Roses y Soudgarden casi nada. Fue nostalgia pura para los asistentes de mediana edad. Un gran éxito traer a esta banda.
Posteriormente, nos desplazamos a la zona Primavera Bits, donde reina la electrónica para cambiar de registro. Oneohtrix Point Never actuaban en el escenario Bacardi Live. La formación de Daniel Lopatin ofrecía una actuación de melodías sintéticas, bases electrónicas imposibles con pads y acordes pegadizos sobre texturas de órganos tradicionales. Electrónica experimental para crear narraciones sonoras que rompen con lo tradicional, sacando al espectador de su zona de confort, literalmente molestando para llamar la atención. Inspirado en el jazz fusión a Daniel Lopatin no paran de ofertarle proyectos, FKA Twigs, Anohni, Sofia Coppola, el MoMA, no se puede decir que sea un música de minorías, por lo menos, las miles de personas que allí estaban disfrutaron de la propuesta del genio de Brooklyn.
Y para acabar la noche, ya a altas horas y con poca energía, nos esperaba la traca final. El show de Jon Hopkins. En el escenario Bacardi Live, comenzaba uno de los espectáculos de mayor calidad que hoy día se puede vivir frente a un escenario. Jon Hopkins, armado con sus cachivaches, controladores midi, kaoss pad, pedales y demás, acompañado de unos visuales que ya quisiera la misma Björk para si y de dos bailarinas que portaban dos báculos que parecían mágicos e hipnóticos como todo el live. Cambiaban de color, de forma, es increíble como dos elementos tan aparentemente simples puedan mejorar una actuación como esta. El amigo Jon, hizo con precisión lo que se esperaba de él. Mover a la masa, llevarla a la catarsis colectiva. Es un maestro de la psicología de pista, ya lo demuestra en su disco, Inmunity, donde es capaz de jugar con el oyente para llevarlo por una montaña rusa de emociones. Pues en directo es mejor, con una intensidad que hasta el individuo más cansado o vergonzoso acaba volviendose loco, siendo atrapado por el techno orgánico, el trance, el baile en lo más puro de su esencia. Hopkins de formación clásica, pianista y ejecutor de bandas sonoras además de la experiencia dentro del ambient, recordemos que ha trabajado con el más grande del género Brian Eno, es simplemente uno de los talentos actuales. Por ello nos sentimos orgullosos de haber podido sentir físicamente su propuesta, llevando nuestras pulsaciones a límites insospechados. Gracias Primavera Sound