Día de la mujer: reflexiones dos días después
Ojalá llegue un día en el que no sea necesario tener un Día Internacional de la Mujer.
A día de hoy, muchas personas afirman que hemos llegado a un estado de igualdad entre el hombre y la mujer, pero no es así: el salario anual y las pensiones de las mujeres son significativamente menores a las de los hombres, las mujeres representan poco más del 20% de los puestos directivos, tienen mayor dificultad para llevar a cabo la conciliación laboral-familiar y están sometidas a las presiones socioculturales asociadas las diferencias de género (esas normas, responsabilidades, tareas –en definitiva, papeles- que han de interpretar por el hecho de ser mujeres).
Es necesario luchar a nivel social por eliminar las diferencias en derechos y oportunidades entre los hombres y las mujeres. Pero ¿qué puedes hacer tú, como persona individual, por cambiar esto?.
Para empezar, defender una vida y un entorno realmente igualitario a nivel familiar, laboral y social, promoviendo el respeto de las personas por encima de su sexo e independientemente de los papeles asociados a esos roles de género.
Las diferencias en dichos roles de género comienzan en la infancia: en general, a los niños se les educa para que sean fuertes, protectores, para que sean impasibles ante las adversidades, aunque eso implique no mostrar sus sentimientos ante los demás, y se les refuerzan las actividades espaciales y mecánicas; mientras que a las mujeres se les educa para convertirlas en cuidadoras, en personas dulces, pacientes y, en algunos ámbitos, dependientes. Por ello, suelen desarrollar más tareas del tipo lingüístico o emocional. Esto se ve reflejado en los diversos juegos o pasatiempos considerados “para niños” y los que son “para niñas”.
Los niños/as son esponjas que absorben todo lo que ven, por lo que aprenden mucho por imitación. Estas desigualdades de género se pueden observar en los cuentos clásicos, las películas, los anuncios de televisión (e incluso de juguetes) y dibujos animados. También se imita el estilo familiar (el rol del padre frente al de la madre y la repartición de las tareas del hogar) y social (la manera de actuar o comunicarse de los adultos varones y de las mujeres, tipos de profesión que tienen, etc).
Por otro lado, muchos padres intentan educar a sus hijos en un entorno igualitario y feminista, pero el niño puede desconcertarse al observar incoherencias en otros entornos (como, por ejemplo, en casa de los abuelos o de los tíos).
Para prevenir el machismo y promover el feminismo (que no es más que la defensa de igualdad entre ambos sexos) es necesario cuidar los mensajes que manda la sociedad a los individuos desde las fases más tempranas de la infancia. Es necesario educar a los niños y niñas en el respeto hacia los demás y hacia sí mismo/a, y fomentar la autonomía, el empoderamiento y la defensa de la justicia… además de reconocer los gustos y las habilidades de cada uno/a independientemente del sexo, raza, edad, apariencia o preferencias. Cada persona es diferente, pero todos tenemos el mismo valor.
Ojalá llegue un día en el que no sea necesario tener un Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, mientras no haya verdadera justicia e igualdad, tendremos que seguir luchando por ello.
Un artículo de Centro de Psicología Ágora