La misma ilusión y alegría de siempre en una mañana de Reyes especial
Los más pequeños de la casa le pintan una sonrisa a Granada en un momento complicado por la pandemia de Covid-19
Las ocho y media de la mañana. Laura Fernández y Manuel Ángel Pinel abren los ojos. Han dormido muy poquito. Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente tuvieron un problema con el envío de unos regalos de última hora y llegaron más tarde de lo previsto al domicilio de estos dos padres de Churriana. Pero las caras de felicidad e ilusión de Ángel Manuel y de Martín, sus hijos de dos años y dos meses de edad, respectivamente, bien valen unas ojeras. Ya lo arreglará un café acompañado del mítico Roscón de Reyes.
A unos kilómetros de allí, Cristina León y Luismi Ávila también sufren los contratiempos de Melchor, Gaspar y Baltasar, que en este 2021 han tenido que repartir más regalos que el año anterior, por el aumento de población en Granada. Eso sí, su hija Cloe, también de dos años, se ha levantado más tarde: sobre las 10.00 horas. Y como los Reyes vienen de Oriente, ellos además pudieron recibirlos un poco antes en su casa del Serrallo.
El Covid-19 dejará una huella indeleble que sólo la memoria y el tiempo serán capaces de borrar con mucho esfuerzo. Ni Ángel Manuel ni Martín ni Cloe probablemente recordarán nítidamente este 6 de enero. Pero en el imaginario colectivo quedará como el primer Día de Reyes en el que a los camellos, el roscón y los regalos también le acompañó un invitado que nadie esperaba hace apenas doce meses: el coronavirus.
Nada de eso, sin embargo, puede emborronar la ilusión de los más pequeños. Y también de sus padres, en permanente contacto durante todo el año con los pajes reales para que todo salga a pedir de boca. Los 'peques' aún no pueden hablar, aunque muchas veces la expresión de sus caras lo dice todo. No obstante, como aún son demasiado chicos para articular palabra, son los progenitores quienes contestan. Al fin y al cabo, la ilusión se reparte, prácticamente, a partes iguales.
"Ha sido un año muy diferente. No hemos podido salir libremente a disfrutar las calles del centro de Granada o ver la iluminación. Siempre hemos tenido que estar pendientes de la mascarilla y desinfectarnos las manos. No hemos podido abrazar y besar a nuestros familiares y amigos, y se hace extraño", avanza Laura, madre de Ángel Manuel y de Martín.
Esta joven granadina, al menos ha podido disfrutar al 100% de sus pequeños. Aún está de baja por maternidad tras dar a luz hace dos meses y se muestra encantada de haber podido dedicarle toda la Navidad a sus hijos. "Es un lujo", confiesa. "Ver a mi hijo de dos años y medio disfrutar de esta época tan bonita y emotiva es todo un placer, me da emoción verlo con esa carita de ilusión y con esa inocencia que caracteriza a los niños", añade embargada por la ilusión.
En términos muy parecidos se expresa Cristina. "Hemos intentado que estos Reyes sean igual de especiales que siempre y que Cloe los viva con la misma ilusión de cualquier otro año", avanza antes de recordar que "hemos dejado los zapatos en el árbol y el aperitivo para los Reyes y sus camellos... Cualquier cosa para poder ver esa emoción en su carita y disfrutar juntos de la magia de este día".
'Carita' es la palabra que repiten ambas madres. Y es que los diminutivos se vuelven moneda común de cambio cuando tienen entre sus brazos a lo que más quieren de este mundo: sus hijos.
Por eso mismo, esta madre incide nuevamente sobre esa misma idea. "Ver la carita de mi niña cuando se ha encontrado los regalos en sus zapatos bajo el árbol te llena el corazón de un sentimiento indescriptible. Su sonrisa, el brillo de los ojos, sus abrazos, abrir los paquetes con ella sentada encima... ¡No hay palabras!", acierta a manifestar entre la emoción.
"Parece que al ser pequeña no va a vivirlo igual, o con la misma emoción, pero lo disfruta mucho y te hace partícipe de todo. De los paquetes, de romper el papel de regalo, de descubrir qué le han traído... Tiene mucha ilusión. Te devuelve la magia de cuando eras pequeño y se crea un momento precioso para compartirlo con ella y guardarlo como un tesoro", remata con tesón y el cariño que sólo una madre puede describir.
UN MECCANO, UNA ALFOMBRA MUSICAL Y UN ROSCÓN CASERO
Y mientras sus 'ángeles de la guarda' explican lo que les produce ver la felicidad dibujada en el rostro de sus hijos, estos últimos únicamente tienen tiempo de abrir los regalos. Pocas sensaciones generan más emoción e incertidumbre que la de ese momento en el que el papel se resiste entre los dedos por un trozo de celo colocado por Baltasar con algo de 'mala idea'.
Ángel Manuel retira el envoltorio... 'et, voilà!'. Juegos educativos, puzles, material para hacer deporte y ropa. Se va a hartar en estos días. Melchor, Gaspar y Baltasar saben que se ha portado muy bien por eso le han dejado un puzle de la Patrulla Canina y otro con un 'mapamundi'. Y como los Reyes están en todo, por si al crío se le despierta la vena de ingeniero en lugar de la de geólogo también le han dejado un Meccano, que seguro que su papá disfruta montando tanto como él. Cosas del niño que todos llevamos dentro.
Tras abrir los envoltorios y visitar a los abuelos, los más pequeños se han echado a la calle para estrenar los regalos
Cloe, por su parte, se ha encontrado en el salón de casa una alfombra muy particular. ¿Por qué? Sencillamente porque en realidad es un piano musical con el que podrá dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas mientras se desfonda a base de saltos. Como le gusta disfrazarse, los Reyes Magos también han tenido el detalle de dejarle un libro de Halloween.
Son bondadosos estos tres bonachones de Oriente. Bondadosos y muy previsores. Motivo por el cual han querido tener un detalle al obsequiar a la 'reina' de la casa con un tarro de plastilina -la combinación perfecta entre diversión y aprendizaje- y un juego de láminas de dinosaurios con un boli que se ilumina si responde de manera correcta.
Tras abrir los regalos y hacer las preceptivas visitas a casa de abuelos y primos para ver qué han dejado los Reyes por allí, los pequeños no han dudado en salir a la calle para estrenar sus regalos. Eso sí, esta vez con todas las medidas de seguridad: distancia social, lavado permanente de manos y mascarilla.
Mientras unos no han hecho más que empezar a vivir. Otros ya han dejado el hogar familiar para independizarse. Los Reyes sólo son tres y, cuando esto pasa, comienzan a dejar de ir a algunas casas para poder completar a tiempo las expediciones de los más pequeños. Pero los padres siempre serán los padres. Por eso Miguel no se olvida de su familia y cada 6 de enero mata sus 'venazos' reposteros a base de roscones artesanales mucho más sanos y tan dulces como los industriales.
Este año le ha enviado uno a su hijo con la misma ilusión de siempre, que acostumbraba a comérselo en casa pero ahora se ha mudado a la Plaza de Toros. Un detalle para demostrar que la magia de la Navidad nos acompañará mientras mantengamos viva la llama así que pasen cinco, diez, quince o veintinueve años.