Diez castillos para visitar en la provincia de Granada
A lo largo del territorio granadino se localizan varias fortalezas en distintos municipios, legado que dejaron los árabes
En la ciudad de la Alhambra no solo reluce este monumento que mandaron construir los monarcas ziríes en 1238. A lo largo de toda la provincia se pueden encontrar decenas de castillos con su particular encanto. En esta ocasión, vamos a descubrir diez de ellos y dónde se encuentran.
Castillo de Láchar
El final de la construcción de este fuerte, edificado en torno a una torre de vigía del siglo XIV, data de finales del siglo XIX. Construido por el Duque San Pedro de Galatino, numerosas personalidades han tenido el privilegio de hospedarse en el castillo de Láchar: desde el Rey Alfonso XIII hasta los Duques de Alba, pasando por el escritor Sir Arthur Conan Doyle, entre otros. Una muralla que, en algunas zonas, cuenta con torres de hasta cuatro metros de altura. Estas son las que protegen el fuerte de más de 6.300 metros de bonitas zonas verdes decoradas con una gran fuente, que junto a la edificación componen un palacete ambientado en la época. Dada la historia que arrastra, es considerado Bien de Interés Cultural.
Castillo de Moclín
En la parte superior de la villa llamada por el mismo nombre que recibe el castillo, se encuentra la fortificación construida en el siglo XIV. Por el carácter que tenía de vigía, la apodaron durante el reinado nazarí como Hins Al-Muqlin. Además, el castillo de Moclín llegó a ser considerado como el mejor de los bastiones defensivos de la zona, así como pieza clave hasta la Toma de Granada. La historia que le acompaña le hizo ser declarado, en 1931, como monumento histórico-artístico, además fue reconocido también como Bien de Interés Cultural. En él se distinguen dos zonas: las murallas exteriores, con función defensiva, y la alcazaba, en la que se encuentra un gran aljibe. Como complejo forma unas imponentes vistas para los foráneos que lo visitan.
Castillo de Píñar
Con un perímetro de 250 metros y con una contundencia que hace ver la ovalada construcción antes incluso de llegar a la localidad granadina, el castillo de Píñar fue protagonista en la historia de la defensa de la Cora de Elvira, durante el siglo XIV, cuando ejerció de enclave defensivo ante los intentos de asalto de la presión castellana. Aunque hay ciertas fuentes que aseguran la existencia de una fortificación previa a la época nazarí. Tiene, en total, once torres. Nueve de ellas bajo una base cuadrangular, mientras que las otras dos mantienen una estructura semicircular. En cuanto a su interior, es reseñable que, al igual que el suelo, también las paredes están acabadas con mortero de cal.
Castillo de Restábal
También conocido por los habitantes de la zona como ‘Castillo de los Moros’, mantiene una pequeña parte de él en el interior de su recinto. Con siete siglos de antigüedad, durante la época nazarí hizo de conector entre el Valle de Lecrín y la costa de Granada. También cuenta su historia que, en 1569, durante la rebelión, sirvió como refugio de los moriscos y como método de defensa ante las tropas de don Antonio de Luna. Se conserva tan poco del castillo de Restábal porque el Marqués de Villena, en 1491, ordenó derrumbarlo. El Aljibe es la mejor zona que se mantiene, con cuatro naves sostenidas por arcos de herradura, aunque hay otras franjas donde se debe tener cuidado ya que hay riesgo de derrumbe.
Silla del Moro
Su funcionalidad, en un principio, era la de ejercer como torre de vigilancia y brindar protección para el Generalife, además de distribuir y controlar el agua que se mandaba dirección al mismo palacio y a la Alhambra. El castillo de Santa Elena, como también se le puede llamar debido a su consagración como iglesia, estuvo derruido desde el siglo XVII hasta 1929. Fue entonces cuando Torres Baldás decidió comenzar a cuidarlo. Por su ubicación disfrutó de un papel estratégico importante. Incluso, años después del reinado nazarí, el ejército francés decidió hacer uso de él, aprovechando su localización. Fue ya en el año 2010 cuando su remodelación quedó completamente terminada.
Imagen de la Silla del Moro | Foto: Archivo GD
Castillo de Tajarja
Perteneciente a la localidad de Chimeneas, entre sus paredes cuenta la historia de cómo este fortificado castillo, años después de finalizar la Reconquista, acogió a una gran cantidad de repobladores cristianos. Aunque, realmente, no hay mucha información en cuanto a sus orígenes, y la que hay no es aprovechable ya que, en los escritos, tanto a este castillo como al de Huétor Tájar se les llamó de igual forma. Se localiza dentro del pueblo que creció alrededor este fuerte de origen árabe. Junto a la iglesia y la Casa Grande, conforman en la plaza central un tándem al que se puede entrar desde las viejas puertas de la construcción.
Castillo de Montefrío
En lo alto de un peñón, reinando sobre Montefrío, luce esta edificación cuyo origen se remonta a la época nazarí. Según los informes, podría haber pertenecido en un primer momento a Ibn al-Jatib, allá por el siglo XIV. En un principio, lo protegían dos bastas murallas con seis torres, pero, en la actualidad, tan solo hallamos lo que queda de algunas viviendas y dos aljibes. Entre esos restos hay una torre y algunas de las zonas refortalecidas tras la conquista, cuando pasó a manos de los Fernández de Córdoba. Por su baja visibilidad, la llamada 'Villa' de Montefrío se consideró como una red de torres ópticas junto a otras atalayas, perteneciendo a la última frontera de al-Ándalus. Eso sí, contaba con una posición única para controlar el valle del río Milanos.
Castillo de La Calahorra
Ubicado en la comarca de Guadix, es el foco de atención del Marquesado del Cenete, en la localidad que le pone nombre. Es el resultado al carácter del Marqués. Este, Mendoza, recibió el título en 1490 en honor a los servicios prestados a los Reyes Católicos. Era un hombre avaricioso, violento y decidió hacer este castillo como regalo a su esposa, joven a la que obligó a casarse con él. Esa es la historia que esconden los interiores de esta fortaleza con vistas privilegiadas, y que fue construida encima de una fortaleza árabe, datando la fecha oficial de conclusión en 1513, cuando se comenzó a fortificar para su uso y disfrute. El castillo de La Calahorra tiene cuatro torres que forman un rectángulo, así como un patio central y dos pisos de alzada. Esto, en definitiva, lo dota de un estilo renacentista.
Castillo de San Miguel
En Almuñécar se encuentra un castillo árabe que sobresale dada su ubicación, coronando la localidad costera granadina. Está edificado sobre un suelo que, en su día, ya fue utilizado por fenicios y romanos, con una estructura cuyo acceso está marcado por un foso enorme y un puente levadizo. Además, también lo caracterizan las distintas torres que hacían de él una fortaleza defensiva. Concretamente, la llamada como ‘torre albarrana’ hizo de la parte noreste una auténtica referencia arquitectónica. Sin embargo, el castillo sufrió enormes desperfectos estos siglos. En la Guerra de la Independencia sufrió un bombardeo de los ingleses, tras lo que pasó a servir como cementerio cristiano hasta mediados del siglo pasado. Se convirtió en la sede del Museo de la Ciudad tras la construcción de un pabellón cuyo estilo estaba basado en el neoclasicismo.
Castillo de Lojuela
En la zona de Murchas, localizado en el municipio de Lecrín, se localiza este castillo que es el único de la época califal. Con esa denominación referencia a la población desaparecida que, según marca la evolución geográfica, hubiera pertenecido a la Lojuela de hoy en día. Se encuentra por la zona de la vertiente meridional de Sierra Nevada, en lo que en su conjunto forma un amplio terreno. Realmente, en la actualidad se encuentra muy deteriorado, aunque durante los años en los que estaba operativo ejerció de espacio fronterizo con bastiones defensivos a lo largo de todo el Valle. Lo constituían castillos y torres que hacían de vigías en la zona. Ahora, sin embargo, se conservan solamente la muralla y la torre de homenaje, situada en la parte inversa. Este fuerte está algo separado del pueblo, pero es de los mejores conservados de la zona.