Diez claves para sobrevivir a un resfriado
Con la llegada del frío, aumentan los casos de resfriado entre la población, que habitualmente sufre esta patología entre dos y cuatro veces al año. Existen tres posibles causas de que los resfriados aumenten en los meses de invierno: es cuando se dan las mejores condiciones de temperatura y humedad para la supervivencia de los virus; el frío motiva a las personas a estar más tiempo bajo techo, lo que, de forma indirecta, favorece el contagio entre ellas; y, por último, la exposición al frío produce una disminución de la capacidad defensiva de las mucosas de las vías aéreas superiores, haciéndolas más vulnerables.
El constipado o catarro común es actualmente la enfermedad leve más extendida en el mundo. Según los expertos existen más de 200 tipos de virus que pueden causar el resfriado, por lo que actualmente no existe un tratamiento efectivo que lo cure o prevenga. Por esta razón, la única forma efectiva de evitar los contagios es tratar de impedir, en la medida de lo posible, la transmisión de los virus entre personas, para lo cual existen una serie de medidas higiénicas que hay que tener en cuenta. Se trata de consejos muy sencillos, pero que se convierten en esenciales para correr menos riesgos: taparse la boca y la nariz con un pañuelo desechable al toser o estornudar; lavarse a menudo las manos con jabón; evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca para no empujar los gérmenes dentro del organismo; no compartir alimentos, cubiertos o pañuelos; y ventilar con frecuencia las habitaciones para evitar que los virus se concentren en una estancia.
ALIVIAR LOS SÍNTOMAS DEL RESFRIADO
Descansar todo lo que sea posible. Especialmente si se presenta fiebre. De esta forma, permitiremos que nuestro organismo recupere fuerzas.
Mantener un ambiente cálido y sin excesiva humedad. Para evitar que nos resfriemos todavía más, ya que los virus responsables del catarro prefieren las bajas temperaturas. Además, es recomendable evitar los cambios bruscos, así como las bebidas excesivamente frías o calientes.
Lavarse las manos con frecuencia. Hacerlo habitualmente con agua y jabón durante al menos 15 segundos, con especial atención a la zona entre los dedos y debajo de las uñas. Además, debemos utilizar productos de limpieza antibacterianos para limpiar las superficies de la casa (cocina, baño…).
Alimentarse adecuadamente. Se recomienda una dieta abundante en frutas y verduras, ya que son fuentes de vitaminas y minerales que ayudan al cuerpo a desarrollar sus propias defensas.
Beber gran cantidad de líquidos. Puesto que ayudan a eliminar la mucosidad, previenen la deshidratación y alivian el dolor de garganta. Podemos recurrir a zumos, agua, sopas no demasiado calientes… Sin embargo, hay que evitar las bebidas alcohólicas, que pueden interferir con la medicación.
Dejar de fumar y evitar los ambientes con humo. Ya que irritan todavía más nuestra garganta y mucosas.
Realizar aspiraciones de agua con sal o vahos de eucalipto. En casos en los que suframos también congestión nasal, podemos limpiarnos la nariz con agua con sal para facilitar la salida de la mucosidad, o realizar vahos, que cuentan con una acción expectorante y nos ayudarán a eliminar las flemas. En el caso de niños pequeños, se recomienda el lavado nasal con suero fisiológico 15 minutos antes de las comidas y antes de acostarlos, para que descansen correctamente.
Hacer gárgaras con agua caliente con limón y miel. Su acción emulgente nos permite calmar el dolor de garganta. A pesar de la creencia popular, es preferible emplear agua a frente a la leche con miel, ya que los lácteos pueden aumentar la mucosidad.
Consultar al farmacéutico y evitar la automedicación. Como profesional de la salud, el farmacéutico sabrá aconsejarnos tanto acerca de hábitos saludables como de distintos tratamientos a nuestro alcance. Además, si se quiere recurrir a fármacos que alivian los síntomas, como antigripales, descongestivos, o analgésicos, es indispensable contar con su asesoramiento o del médico.
Cuidado con los antibióticos. Es muy importante que no se tomen antibióticos por cuenta propia: además de que no son efectivos contra el catarro, ya que este está causado por virus y no por bacterias, el hecho de utilizarlos de manera incorrecta o frecuente puede hacer que nuestro organismo se haga resistente a ellos. Esto implica que, cuando realmente los necesitemos para tratar alguna enfermedad, podrían no hacernos ningún efecto.