Domingo de resurrección
Hay muchas formas de resucitar, no hace falta estar completamente muerto para ello. Se puede revivir a un zombie o simplemente a alguien aletargado. El domingo de Resurrección (le vino al dedo el apodo al domingo futbolero) pudimos comprobarlo en Los Cármenes.
El Levante, dado por muerto durante meses (clasificatoriamente hablando) esperaba adormecido al fondo de la tabla para revivir cuando menos lo esperábamos. Ya son apenas 3 puntos los que les sacamos y, atendiendo a las dinámicas de un vivo que se antoja muerto y un muerto que parece más vivo que nunca, parecen escasos.
Hoy podría reflexionar sobre los errores en defensa, sobre los milagros de Maximiano, que ya no parecen ser tantos, sobre los goles que no entran o sobre el papel de un Milla desfondado. Podría hablar de Pizarro Gómez, del Var o del penalti de Germán.
Podría escribir sobre la incapacidad de Torrecilla o sobre la dejación de la directiva. Podría deliberar de muchas cosas para explicar cómo el Granada revivió ayer al Levante, pero son tantas que, sinceramente, no me apetece discurrir demasiado sobre ninguna.
Quizá me dejé las ganas de escribir sobre el Granada en el propio estadio, bajo el implacable sol veraniego que ha azotado a la ciudad durante esta Semana Santa. Mi cogote puede dar fe de ello. Como os digo, hay muchas formas de resucitar, esperemos que alguien del Granada (el que sea, aquí o en China, me da igual) encuentre alguna antes de que estemos completamente muertos.