¿Dónde está la mejoría?
Llámenme pesimista, polemista o, simplemente, llámenlo 'x', pero yo no me compro el billete para el tren de las opiniones halagüeñas tras el Granada-Valencia. Quizás tenga un venda en los ojos o, sencillamente, es que no tenga ni puñetera idea de fútbol, pero el encuentro ante los de Nuno me pareció otra oda al bostezo y al aburrimiento, una más en la paupérrima temporada del conjunto nazarí hasta el día de hoy. El listón está tan bajo, que rascar un empate por los pelos ante uno de los equipos candidatos a la Champions se celebra como un título. Es muy, muy complicado hacerlo peor que los de Caparrós en esta catorce jornadas; por eso sigo sin entender tanto elogio por lograr el cuarto punto de los últimos treinta posibles. Hacía 44 años que el Granada no encadenaba diez jornadas sin lograr un triunfo en Primera División. Repito. 44 años. Nunca en la historia del club el equipo había estado 552 minutos sin ver portería en Los Cármenes. No creo que haya nada que celebrar.
La única realidad es que el conjunto de Joaquín Caparrós dormirá esta semana con doce puntos, apenas dos por encima del descenso y con las mismas sensaciones que en semanas atrás: el equipo se deja la piel en el campo pero tiene un problema de fútbol y de goles gigante para aguantar demasiado tiempo más sin entrar en la zona de peligro. Por suerte, hay otros equipos aún peores que el Granada, pero ese consuelo solo conduce al camino equivocado, aunque el utrerano no lo vea así: “Estamos ante un campeonato con mucha igualdad en diez u once equipos por lo que con cualquier punto hay que estar contentos”. Veremos si en mayo esto de celebrar en diciembre pírricos empates sudando sangre sirve para algo. Yo, con perdón, lo dudo.