Dos meses viviendo frente a un parque de Armilla en un coche: "Ha sido una pesadilla"

El impacto del Covid-19 ha dejado a muchas familias en riesgo, además de por las consecuencias sanitarias, por la situación económica. Es el caso de Lucía (60), José Luis (58) y sus dos hijos (23 y 18). Durante dos meses han estado viviendo en su Nissan Almera, tras cerrar el bar que tenían en Armilla y quedarse en la calle.

Lucía relata cómo tras cuatro meses de cierre se vieron obligados a vivir en esas condiciones: "La solución que se nos dio para volver a abrir el bar no nos servía, por lo que no pudimos hacer mucho. Los meses de alquiler se fueron acumulando y nos acabaron desahuciando". Tras dejar su casa, estuvieron un tiempo viviendo en el local donde tenían el bar, hasta que recibieron una denuncia y volvieron a ser desahuciados.

"El 8 de julio nos quedamos en la calle y pasamos a vivir en el coche", comenta. "Durante el día lo aparcábamos cerca de un parque de Armilla y pasábamos el día en el recinto, no podíamos estar todo el día metidos en un espacio tan pequeño. Ha sido una pesadilla", añade.

Araceli, una vecina del pueblo, a través de ‘La gran familia’ -la asociación en la que colabora- se enteró de la situación de Lucía y José Luis y comenzó a ayudarles. Sobre todo les daba comida durante el día. Tal y como relata, "llamaba a Lucía alrededor del mediodía, le avisaba y ella venía a recoger la comida". "Estaba cerca, puesto que vivo al lado del parque donde se quedaban", agrega. Con la pensión de Araceli, que "no es muy alta", llegaron a comer durante casi dos meses y medio hasta 16 personas. "Ante todo, somos humanos. Me da igual quien sea, pero voy a ayudar con lo que pueda a quien lo necesite y me demuestre que lo necesita", asegura.

Durante los dos meses que la familia se vio obligada a dormir en el coche y hacer vida en el parque, Araceli no fue la única que les ayudaba. Lucía comenta que mucha gente les ha ayudado "con lo que tenían". "Por ejemplo, era rara la noche en la que un matrimonio no se nos acercase y nos diese algo para cenar o nos preguntase qué teníamos para comer esa noche. Había también otro vecino que casi a diario congelaba garrafas de agua para que pudiésemos tener agua fría durante todo el día", apunta.

Tras algo de tiempo en el parque, tanto Araceli como otros vecinos empezaron a buscar una vivienda para que Lucía y su familia se pudiesen alojar. Tras buscar durante un tiempo, encontraron la vivienda en la que hoy están alojados. Después de eso, una persona a quien no conocen "de nada" pagó un año entero de alquiler. "Simplemente nos había visto por redes sociales y ha querido ayudarnos", afirma Lucía.

Tanto Lucía como Araceli están de acuerdo en que les encantaría poder conocer a la persona que tanto les ha ayudado: "Si la vida nos deja, nos gustaría poder agradecerle lo que ha hecho y lo mucho que ha significado para nosotros".