EduArtGranada, el 'profeta' de Al-Ándalus que exporta arte nazarí por todo el mundo
Intercalando en sus impresionantes diseños fotografía y grafismos con acuarela u óleo, este granadino se ha hecho hueco en la prestigiosa red Continuadores
En el universo de Eduardo Gorlat "el poder de la imagen y el impacto que causa" se convierte en un arma de seducción masiva para transformar una panorámica o una perspectiva en un potente reclamo. Es lo que él define como 'poesía visual', un concepto desde el que nace su obra y que emana de una idea: "Entre los diferentes artes no existen límites". "Empecé con acuarela y óleo. Luego entré en el mundo del diseño digital y todo ello lo acompaño de la fotografía. Mis creaciones unas veces se componen de algunas de estas técnicas y otras de todas juntas. Muchas veces hay gente que ve una y me pregunta si es una fotografía, pero yo no tengo una respuesta", explica EduArtGranada, como se dio a conocer este joven creador en el mundo de las redes sociales cuando empezó el confinamiento. Un momento que, como en tantos otros casos a lo largo de estos casi dos años, le sirvió para crearse una identidad digital que ahora le da de comer.
Eduardo trabaja por encargo, pero también elabora sus propias ilustraciones. Su fuente de inspiración es la arquitectura nazarí y su musa Granada. Una prodigiosa combinación que le ha permitido ser uno de los 55 elegidos –37 españoles, 13 marroquíes y cinco latinoamericanos– para formar la principal red internacional de artesanos, artistas y expertos que mantienen vivo el legado andalusí a través del proyecto Continuadores, promovido por la Fundación Innovarte con el apoyo del Ministerio de Cultura. Sin ir más lejos, la Fundación Fajalauza, creada en el seno de la tradicional fábrica de azulejos granadina, forma parte del Comité Asesor de esta red. "Rescatamos un poco todo ese saber, conocimiento y cultura que ha ido quedando a lo largo de los años. A mí me cogieron como el representante de la tradición de Al-Ándalus en Granada en su versión más moderna", explica. Pero hay de todo. Desde arquitectos hasta historiadores o lingüistas, pasando por alfareros, ceramistas, pintores, músicos y hasta el chef cordobés Rafael Mármol. "La plataforma también sirve para cuidar esos oficios que se pueden ir perdiendo o para proteger las técnicas o vertientes de los mismos más susceptibles de caer en el olvido", detalla EduArt.
No es de extrañar que este granadino sea uno de los profetas del arte andalusí. Solo hay que echar un vistazo a su muro de Instagram, su perfil en la plataforma Bēhance o incluso su timeline de Twitter –@eduartgranada en todos los casos– para darse cuenta. Recreaciones de la arquitectura de la Alhambra, fotos en las que aparece él mismo en la Madraza Bou Inania de Mequinez, en Casablanca o en Tánger, pero retocadas con sus propias creaciones, e incluso un compendio de ilustraciones de El Principito adaptadas a distintas culturas, como la nazarí, o países de Oriente Medio y el Magreb como Irán o Marruecos. "Las ilustraciones de las que más orgulloso me siento son las de los últimos tres o cuatro años", apunta. Y aunque no ha tenido que hacer la tapa, de momento, de ningún libro famoso, sí que ha recibido encargos del estilo: "Una chica de Estados Unidos escribió sobre Irán y me encargó la portada y la contraportada de su libro". Su capacidad creativa es portentosa y su único límite habita en los muros de su imaginación, que, visto lo visto, no parecen ser demasiado altos ni consistentes. Ahora vive de lo que más le gusta dentro de un mercado complejo por la falsa sensación elitista que siempre rodea al arte y la creciente tendencia de muchos jóvenes a dedicarse al diseño gráfico. Pero su marca está ya consolidada y entre sus "aproximadamente doscientas obras", estima, recibe encargos de rincones tan distintos como Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Irán, Canadá, Alemania o Australia. "Y cada vez más de España, donde se está superando esa reticencia a comprar arte", celebra.
"Desde pequeño siempre he tenido bastante afición por la pintura y el dibujo. Mi padre también es dibujante y pintor, así que paralelamente me convertí en artista por lo que iba viendo y aprendiendo y también por mi faceta autodidacta. Al principio lo que más trabajaba eran el óleo y la acuarela, lógicamente", retrotrae EduARt, quien de pequeño vivió en Francia y Suiza para, más tarde, regresar a su Granada natal a estudiar Ciencias Políticas. Pero fue al terminar la carrera cuando se produjo el punto de inflexión: "Decidí dedicarme a la gestión cultural y me puse a trabajar en El Legado Andalusí. Me gustaba la promoción del arte, pero yo lo que quería ser es artista a tiempo completo". Así, decidió volver a Francia y empezar un máster en diseño gráfico e ilustración. "A partir de ahí me lo creí más", admite. "Veía que se me daba bien y que me gustaba mucho. Dos años antes de la pandemia aposté por ese lado de artista. Los inicios eran difíciles hasta que me fui afianzando, pero las redes sociales me allanaron el camino. Fue ahí cuando comencé a trabajar en bastantes proyectos aprovechando que había un parón mundial", reconoce con orgullo como todo 'hijo del confinamiento' que se precie.
Eduardo ya ha tenido la ocasión de exponer en Marrakech, Toulouse o Marsella, lo que le valió para adquirir una cartera de clientes internacionales: "A partir de entonces me empezaron a salir compradores de fuera. En Francia la gente tiene más facilidad para comprar arte que aquí, aunque afortunadamente eso está cambiando cada vez más". Aunque fue la ciudad que inspiró el himno nacional del país galo la primera que tuvo la oportunidad de albergar algunas de las láminas de su colección, este 'vigía del arte nazarí' ya ha ganado concursos de la Unesco, el Museo Medina Azahara de Córdoba o la propia plataforma Continuadores y ha paseado sus obras por diferentes espacios de prestigio como el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid: "En Granada había llamado a muchas puertas, pero nunca había tenido el éxito que quería". Hasta ahora, pues a mediados de mayo prepara su primera exposición en la Fundación Euroárabe de la capital: "Se pusieron en contacto conmigo y me dijeron que les gustaba mucho lo que hacía y cómo le daba mi apoyo a la ciudad".
Este profeta del legado andalusí ahora lo será también en su tierra. La exposición en la Euroárabe estará formada por una selección de sus mejores láminas expuestas en redes sociales. Son imágenes y textos en los que su 'poesía visual' cobra más sentido que nunca a través de los versos de poetas de Al-Ándalus o del mismo Federico García Lorca. "Va sobre esa Granada de la que te hablaba antes", adelanta. Una Granada "olvidada y que emociona" en la que se mezcla "la nostalgia y la alegría en una misma calle". "Mi ciudad es mi mayor motor de inspiración, pero no siempre responde como debería. Es una historia de amor que a veces te lo da todo y otras veces te lo quita y te expulsa", confiesa. Porque Granada no se explica, se confiesa. Como un pecado. Y entre edificios de la Alhambra e hispanomusulmanes, Gorlat pretende establecer "un diálogo de la época de Al-Ándalus" dentro de la capital. "Cuando creo alrededor de la ciudad siempre intento darle la vuelta para que todo lo que ya está inventado encuentre ese punto más poético y estético", incide en esa idea antes descrita de "despertar con la imagen la curiosidad del otro".
Y es que, en su concepción del arte, "lo visual se puede mezclar con lo literario, en este caso la poesía". "A través de la imagen te puedes emocionar, enfadar o crear emociones y conmover. Cuando alguien se emociona a través de algo que ve no le hace falta una explicación. La poesía es alegría, pero también nostalgia. Y eso mismo es Granada", desarrolla el creador granadino, para quien "el simple hecho de haber nacido aquí" es suficiente para encontrar una explicación a su fascinación por los motivos nazaríes. "De pequeño, no me preguntes por qué, me fascinaba la Alhambra. Como vivía en Suiza, venía aquí y me quedaba maravillado. Luego he viajado mucho a Marruecos y a Turquía y he recorrido por mi cuenta la mayoría de los países árabes y Oriente Medio. La Alhambra no tiene comparación. Todo el mundo que viene cae rendido a su encanto, te hace más cercano a Oriente", se deshace en elogios que se le caen de la boca. Cuenta que cada vez tarda más en realizar un encargo porque "cuando empecé tenía menos conocimiento". Lo normal, "unos 10 o 15 días". "El problema de este tipo de obras es que no sabes cuándo las has terminado. Es algo muy artístico", comenta entre risas: "Me ha pasado muchas veces al empezar una obra, ver que no la avanzaba, aparcarla y luego terminarla a los tres días porque me había venido la inspiración por otro lado". El sueño de EduArtGranada, como le gusta figurar en los artículos, se ha cumplido entre zócalos, cenefas, programas de edición y carretes. Un vestigio vivo de una tradición que comenzó hace más de diez siglos y que hoy pervive gracias a continuadores como él.