El campo granadino, ante la sequía: "Si no llueve, lo peor lo veremos el año que viene"
Productores del espárrago o los frutos tropicales alertan de que la falta de agua actual no sólo tendrá consecuencias inmediatas, sino también futuras
El campo granadino sufre como nunca en carne propia los efectos derivados de la falta de lluvias. La situación es tan grave que el Gobierno de la Junta de Andalucía se aprestaba este martes a aprobar el tercer decreto de sequía, dotado con 163 millones de euros, de los que 40 estarán destinados al sector agroalimentario.
Son cantidades que permiten entender la dimensión de un problema que, de no amortiguarse pronto aunque sea mínimamente, comenzará a tener consecuencias inmediatas sobre los precios. Y es que sectores como el del espárrago, en Huétor Tájar, cuya campaña ya comenzó con retraso; el cereal, en el Altiplano; la ganadería extensiva o los invernaderos y las frutas tropicales de la Costa, recogen alrededor de un 30% menos de kilos en comparación con la campaña de 2022, que tampoco es que fuera buena.
Lo explica Miguel Ángel García, responsable de Recursos Humanos de la Cooperativa Centro Sur: "Por lo pronto, los agricultores están cosechando alrededor de un 30% menos de kilos con respecto al año pasado. Encima, la campaña se ha atrasado a mediados de marzo por la falta de lluvia y por el frío, cuando normalmente suele comenzar a finales de febrero".
García pone el acento en la importancia de que estos plazos se cumplan, pues el periodo de recogida no es excesivamente largo. "Suele durar hasta finales de mayo o principios de junio, cuando el calor empieza a hacer que el espárrago se abra", argumenta.
Socios de esta cooperativa como José Zamora, un agricultor del municipio panciverde, reconocen a GranadaDigital que "la situación es mala por la sequía", al tiempo que refrendan las estimaciones de García: "Sí, estamos recogiendo aproximadamente un 30% menos de kilos de lo habitual, lo que en términos de encarecimiento del producto en el mercado podría rondar también el 30% y eso nos generaría alrededor de un 25% de pérdidas económicas expresadas en euros".
"Estamos recogiendo alrededor de un 30% menos de kilos de lo habitual para la campaña del espárrago"
"Si no llueve, la situación irá a peor porque, aparte de que hay menos espárragos, es que los que hay se abren con el calor. La falta de agua, el calor y además el no poder regar por las restricciones. Es algo que entendemos, pues en el ciclo del agua lo prioritario es el consumo humano y después los riegos, pero que nos hace mucho daño", lamenta con resignación.
Pero lo que más temen los agricultores no son los efectos más inmediatos, sino los de la campaña venidera: "Si no llueve, lo peor lo veremos el año que viene. La cosecha se mermaría más todavía. Recuerdo que el máximo que había llegado a recoger en años de abundancia llegaba hasta los 900 kilos diarios, mientras que en los últimos años se ha quedado en 600. Los costes, sin embargo, no decrecen. Doy trabajo a seis o siete personas y el gasto que me genera la tierra que arriendo es grande si sumas su abono, el tratamiento o el mantenimiento de la maquinaria".
José Zamora, al menos, puede decir que cultiva distintas variedades de esta verdura, lo que le permite compensar las pérdidas de unos con otros, pues no todos responden igual a la subida de las temperaturas y la falta de agua: "La variedad menos afectada es el Vegalim porque tiene una terminación en la cabeza muy buena. En el Magnus, la cabeza es distinta y se ensemilla pronto, como si quisiera formar esparraguera. Luego está el de la Indicación Geográfica Protegida de Huétor Tájar, que tiene un tanto por ciento elevado que también se ensemilla y ya no vale lo mismo". Otros agricultores ni siquiera tienen la posibilidad de diversificar sus cosechas.
La Costa Tropical 'capea el temporal'
Los productores de la Costa Tropical también sufren las consecuencias de la falta de precipitaciones. No en vano, la ausencia de agua en este territorio es mayor que en latitudes más interiores. Sin embargo, la alta tecnificación en los invernaderos y las condiciones en las que crecen las frutas tropicales mitigan el impacto de la crisis. Parece paradójico si de lo que hablamos es de falta de agua, pero se puede decir que en esta zona de la provincia, los productores 'capean el temporal'.
Así lo atestigua Enrique Acosta, un agricultor de Castell de Ferro que conoce bien las múltiples realidades del sector hoctofrutícola del litoral granadino, pues su actividad principal se desarrolla en torno a un invernadero donde cultiva pepino holandés y sandía, pero también cuenta con una pequeña finca con aguacates. Al igual que en el Poniente, en la Costa también miran con más miedo a la campaña del año que viene que a la más inmediata. "Llevamos sin ver lluvia desde el mes de diciembre. Ahora mismo el aguacate se encuentra en la floración y las colmenas trabajando, con las abejas polinizando las flores. Si tenemos agua suficiente, podremos sacar ese fruto hacia adelante. Si el verano viene muy mal, lo que más nos preocupa es la producción del año que viene", afirma Acosta.
El productor alerta de que esta situación "está ya a la vuelta de la esquina". Y aunque el regadío por goteo y la avanzada gestión del agua permite a los agricultores de la zona aprovechar cada gota de agua, resalta la importancia de la lluvia como factor de calidad en el producto final: "El agua de las precipitaciones es mucho más valiosa que lo que aportas tú a la planta porque a veces las gomas del regadío por goteo no la abarcan en su conjunto, mientras que cuando llueve cae por parejo. Si no llueve, acumulamos sales en la raíz y ésta puede llegar a quemarse, perdiendo su capacidad de absorber y marchitando la hoja antes", indica.
Una sequía particularmente extrema "podía llegar a hacer que se pierdan fincas"
Enrique Acosta pone el ejemplo del aguacate, que ya el año pasado tuvo que hacer frente a la calima, lo que a la polinización de la abeja: "El primer año que cogí frutos de mi pequeña finca, en 2021, pude recolectar sobre 3.000 kilos de aguacate y el año pasado esperaba recoger unos 600 kilos. Las condiciones climáticas este año han sido muy buenas excepto por la falta de lluvias. Sin ese hándicap, el fruto habría tenido un cuaje espectacular".
El agricultor avisa de que una sequía particularmente extrema "podría llegar a hacer que se pierdan fincas". "Las grandes necesitan unos 200 litros de agua por planta. Y si una finca tiene unas 1.000 plantas, con sequía pueden llegar a tener que dejarla en 500", explica este profesional del campo que fija entre diciembre y abril el periodo de recolección. Un lapso de tiempo que es distintos en el invernadero, donde la campaña arrancará sobre el 20 de junio para el pepino y a finales de mayo o primeros de junio para la sandía: "Con lo que tenemos podríamos salvar lo que tenemos, pero lo malo vendría para la siguiente campaña. Estaríamos arrastrando unos meses una situación que, de seguir las restricciones, sí sería ya un problema a corto plazo".
Pero ese escenario ya está aquí, después de que el pleno de la Comisión de Desembalse de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) acordara iniciar ya la campaña de regadío con un desembalse aprobado de 385 hectómetros cúbicos para el riego de los cultivos del Sistema de Regulación General, integrado por más de 345.000 hectáreas, lo que supone un 35,8% respecto al volumen de desembalse de la anterior campaña, y una dotación máxima de 700 metros cúbicos por hectárea para los cultivos de mayor consumo de agua, lo que supone un descenso del 88% respecto a su dotación concesional.