El 14% de la población sufre síndrome de intestino irritable
Las mujeres tienen el doble de posibilidades de sufrir de estos problemas intestinales de los que aún no se sabe la causa
Todos hemos experimentado alguna vez en la vida ese dolor incesante en el estómago que hace que, además de no saber cómo pararlo, te veas imposibilitado de separarte del baño. Si esta situación se nos ha presentado como imposible y desesperante, imagínate lo que puede suponer padecerlo de forma diaria.
Es lo que les sucede a aquellos que tienen síndrome de intestino irritable o, como se ha conocido tradicionalmente, colon irritable. Una patología que, tal y como lo explica el digestólogo Antonio Caballero Plasencia, se define como una enfermedad funcional en la que no hay herida, daño, lesión o inflamación y que se manifiesta principalmente en forma de dolor asociado a cambios en el estado intestinal normal de la persona. Estos trastornos suelen llevar consigo, tal y como explica Caballero Plasencia, diarrea o estreñimiento.
Uno de los principales obstáculos que tienen los profesionales para tratar esta problemática que afecta al 14% de la población es que a día de hoy sigue sin conocerse cuál es su causa. “Realmente se puede explicar como una falta de entendimiento entre el cerebro y el intestino. El cerebro interpreta todos los mensajes que le llegan del tubo digestivo, lo interpreta mal y esa mala interpretación lleva a unas malas ordenes hacia el intestino”, explica el experto.
Tal y como señala el digestólogo de Granada, existe un tópico falso entre la población que cree que ésta es una enfermedad que suele afectar sobre todo a las personas más nerviosas o que tienen estrés. Sobre esta afirmación, Antonio Caballero es rotundo: se trata de una premisa falsa, ya que lo puede sufrir cualquier persona.
Es tal su extensión en la población que más de 9 millones de personas son las que tienen este síndrome de intestino irritable, de los cuales seis millones son mujeres y tres hombres. Y es que, según muestra el experto, la patología es el doble de frecuente en la población femenina.
Las personas afectadas no solo tienen que sufrir la molestia propia de la enfermedad, sino también las consecuencias sociales que conlleva el poder tener en público un brote que acabe en diarrea.
Lo positivo que puede encontrarse en esta patología es que, a pesar de que la calidad de vida se ve reducida por sus síntomas, el riesgo de mortalidad es cero.
Una vez que la persona ya ha sido diagnosticado de síndrome de intestino irritable, el tratamiento que deberá implantarse para poder mantener a raya la enfermedad se basa en una medicación sintomática -centrada en paliar los síntomas- que se toma únicamente en los momentos de brote, que pueden durar entre seis y ocho semanas.
Pero lo principal que deben hacer los expertos ante esta problemática, según Caballero, es explicar de forma clara y comprensible al enfermo qué es lo que tiene, cuál va a ser su futuro y a qué se debe de preparar, ya que “esas personas se sienten molestas e incómodas, ven cómo una y otra vez las pruebas dan negativo y ya no saben ni lo que tienen ni si es malo, bueno o peor”, señala rotundo.