El 70% de los afectados por epilepsia tienen sus crisis controladas

En torno a 50 millones de personas en todo el mundo padecen epilepsia, en España, la cifra está en 300.000-400.000 afectados

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Foto: PIXABAY/GERALT
E.P
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La epilepsia es un trastorno neurológico crónico que no tiene cura pero sí tratamiento para controlar las convulsiones que provoca, al que responden con éxito el 70 por ciento de los afectados, según ha informado el vocal del Grupo Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología, el doctor Rodrigo Rocamora.

Esta enfermedad afecta a personas de todo el mundo y se caracteriza por convulsiones recurrentes. Las convulsiones son episodios breves de movimientos involuntarios que pueden ser parciales, afectando solo a una parte del cuerpo, o generalizadas, afectando a la totalidad del cuerpo. Además, a veces el paciente sufre pérdida de la consciencia y del control de esfínteres al padecerlas.

Las características de los ataques epilépticos son variables, dependiendo de la zona del cerebro en la que se genere el trastorno, así como su propagación. Aparte de los síntomas transitorios, como ausencia o pérdida del conocimiento, pueden producirse trastornos del movimiento, de los sentidos (en particular la visión, la audición y el gusto), del humor o de otras funciones cognitivas. Además, las personas que sufren convulsiones tienden a padecer más problemas físicos, como fracturas o hematomas, y mayores tasas de trastornos como ansiedad y la depresión.

Aunque es un trastorno crónico que no tiene cura, la epilepsia se puede tratar fácilmente con fármacos anticonvulsiones. Estos permiten controlar los ataques, incluso en algunos casos de forma total, y con ellos el paciente no seguirá sufriendo las consecuencias citadas.

En algunos casos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los medicamentos anticonvulsiones se pueden retirar tras un tiempo tratándose con ellos, una vez hayan desaparecido las convulsiones. Un 70 por ciento de los niños y un 60 por ciento de los adultos pueden prescindir de estos fármacos, después de seguir el tratamiento de forma eficaz de 2 a 5 años sin riesgo de recaída, siempre bajo prescripción médica.

La mayor parte de los casos de epilepsia se pueden diagnosticar y tratar en el nivel de atención primaria de salud, sin necesidad de ningún equipo sofisticado. En países de ingresos bajos y medios es donde más problemas puede generar la enfermedad, debido a la baja disponibilidad de medicamentos antiepilépticos, lo que supone un obstáculo para acceder al tratamiento necesario.

"NO SE PUEDE PREVENIR"

Respecto a las causas de la epilepsia, no se conocen en su totalidad porque existen diferentes tipos y por ello son múltiples. De entre los tipos de epilepsia que se conocen, la epilepsia idiopática es la más frecuente, y afecta a 6 de cada 10 personas, pero no tiene una causa identificable. La epilepsia secundaria o sintomática es la que tiene causas conocidas, y estas pueden ser daño cerebral por lesión prenatal o perinatal; malformación congénita o alteraciones genéticas con malformaciones asociadas; traumatismo craneoencefálico grave; accidente cardiovascular; infecciones cerebrales; o tumor cerebrales.

"Esta patología, al contar con múltiples causas, no se puede prevenir", ha explicado el doctor Rocamora. "Por suerte, los tratamientos han ido mejorando gracias a los avances en investigación. Desde el punto de vista farmacológico, estos cada vez provocan menos efectos secundarios, como pueden ser efectos cognitivos, somnolencia o efectos en el metabolismo, y también la frecuencia de toma al día es menor. También desde el punto de vista quirúrgico se han potenciado técnicas que se pueden aplicar a pacientes a los que por sus características antes no se podía", ha explicado el doctor Rocamora.

Actualmente, 50 millones de personas en todo el mundo padecen epilepsia. En España, la cifra está en torno a 300.000-400.000 afectados por esta enfermedad neurológica. "La incidencia en España es similar al resto de países, por lo menos los países desarrollados. En los países subdesarrollados es más complicado saberlo por la falta de datos, aunque parece ser que es mayor por las condiciones diferentes, como el riesgo de otras enfermedades o la menor asistencia sanitaria", ha concluido el experto.