El abuso sexual afecta a más de 130 menores al año en Granada

La mayoría de los casos de violencia hacia niños proviene del entorno intrafamiliar

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Foto: Archivo
Sarai Bausán García | @Sarai_Bausan
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La violencia sexual hacia menores es una situación que todos los estamentos de la sociedad luchan por extirpar pero que continúa teniendo una gran incidencia en la ciudadanía. Y es que solo en la provincia de Granada, más de 130 menores han sido atendidos en el pasado año de 2015 por haber sufrido algún tipo de abuso sexual.

La Organización Mundial de la Salud define la violencia o abuso sexual como todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseadas o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción. De esa manera, la OMS recalca la falta de necesidad de que haya “consumación” del acto para considerarse violencia sexual, sino que el mero hecho de pretender realizar una acción de ese tipo ya es abuso.

La violencia sexual ha azotado a una proporción de población mayor de la que el imaginario colectivo podría creer, pues el 23% de las niñas y el 15% de los niños menores de 17 años afirman haber sufrido abuso sexual, recalcando el 60% de ellos que nunca habían recibido ningún tipo de ayuda.

Una de las cifras más preocupantes se encuentra en las situaciones que se han producido de forma repetida. Tal y como señalan los datos aportado por la Junta de Andalucía, el 44,2% de las vejaciones se ha cometido de forma reiterada.

FALSOS MITOS SOBRE EL ABUSO SEXUAL EN MENORES

La población ha tenido tradicionalmente un pensamiento sobre las personas que son más vulnerables a este tipo de situaciones. Una ideología que se muestra alejada de lo que sucede en la actualidad. Porque, a pesar de lo creído cotidianamente, el abuso sexual a menores no solo se produce en niños que pertenecen a la clase social baja, sino que puede darse en cualquier nivel sociocultural o económico.

Lo mismo ocurre con la idea de que la persona agresora es ajena al entorno familiar de menor, pues las cifras muestran que en el 55% de los casos de abusos a menores, la violencia es ejercida por alguien proveniente del entorno interfamiliar, mientras que el 32% es extrafamiliar y el 13% se produce entre iguales.

Otra perspectiva que se ha demostrado que es errónea es que el abuso no siempre va acompañado del uso de fuerza física, sino que la mayoría de casos se produce unido al engaño, la manipulación y las amenazas.

EFECTOS DE LOS ABUSOS

El sufrir violencia sexual es algo que marca a quien lo padece de manera patente. El 70% de ellos sufre efectos negativos a corto plazo, como son la culpabilidad, el miedo, la desconfianza, la dificultad para dormir o el rechazo al entorno. Además, más del 20% de los que han pasado por una situación así señala que tiene efectos a largo plazo como depresión, trastornos alimentarios, ansiedad y diversas adicciones.

AUMENTO DE LAS DENUNCIAS

Según datos del Ministerio del Interior, 3.730 niños han sufrido abusos sexuales en el pasado 2014 -último dato aportado por el Ministerio-, según las sentencias judiciales. Pero la cifra real es probablemente el doble, ya que, tal y como afirman los expertos, solo se conoce el 58% del total de casos producidos.

El niño no denuncia en muchas ocasiones por miedo al agresor, que suelen usar coacciones con el menor abusado con frases como “si lo cuentas nadie te va a creer” o “recuerda que tú eres cómplice de nuestro secreto”.

Además, es habitual que el abusador termine absuelto en el proceso judicial penal al no existir pruebas suficientes que desvirtúen la presunción de inocencia, ya que es un delito que suele cometerse sin testigos salvo la propia víctima, que es un niño que no puede o no sabe cómo pedir ayuda.

Para atajar esta situación, la Junta de Andalucía ha constituido el Programada de Evaluación, Diagnóstico y Tratamiento de Menores Víctimas de Violencia Sexual, que realiza un estudio psicosocial, de evaluación y diagnostico de los síntomas del menor y del nivel de credibilidad de testimonio aportado por la supuesta víctima. Además, proporciona a las victimas y sus familiares un tratamiento especializado que les permita superar las secuelas y los trastorno psicológicos.