El caso Juana Rivas: un gol en propia meta
Con unos días de diferencia dos nuevas sentencias judiciales han golpeado con contundencia la peregrina estrategia de Juana Rivas y sus asesores, dos nuevas resoluciones que centuplican la lógica de aquel camino que solo buscaba ganar tiempo y ahora, cuando el futuro de entonces se convierte en presente, vienen a confirmar la monumental equivocación de aquel episodio que arrancó para la opinión pública la tarde de calor inmisericorde, julio de 2017, en que la madre de Maracena desobedeció al juez y a la ley y ocultó durante semanas a sus hijos.
A las puertas ahora de una cárcel, que no le deseo y solo puede evitar mediante una resolución favorable del Tribunal Supremo que al menos reduzca los cinco años que pesan sobre ella, y con la patria potestad perdida, las críticas se han vuelto a cebar en la figura de su asesora áulica, Francisca Granados, que en aquellos días del secuestro materno se convirtió en señora y dadora de licencias periodísticas, una separación entre ‘buenos’ y ‘malos’ según se bailase al son que ella marcaba: los primeros, quienes vieran en el caso violencia y maltrato; los segundos, aquellos que veían secuestro de menores. Este humilde columnista, al que la asesora colocó en el lado de los ‘malos’ por el imperdonable pecado periodístico de mirar la historia desde los dos lados, pensó desde el principio que por mucho que Granados empujase en la decisión ilegal de Rivas no menos cierto tuvo que ser que -además- le informase de las consecuencias que ese camino podría conllevar y el inevitable final que ahora aparece con notable crudeza contra la madre de Maracena. La decisión, por tanto, por más inducida que fuese, correspondió a Rivas.
Las dos sentencias de ahora, que se suman al prolongado rosario de reveses judiciales, ha desatado un sinfín de comentarios en las redes sociales, muchos de ellos recordando aquel tag, ‘Juana está en mi casa’, que se hizo viral y llevó a la madre de Maracena a la cabeza de manifestaciones feministas subsiguientes, por contraste con la cuarentena escasa de personas que esta semana en Plaza Nueva atendieron la convocatoria en solidaridad con la ahora condenada.
El vano intento de colocar lo que era una retención de menores en la casilla del maltrato y la violencia de género perseguía para asesoras y movimientos que han acompañado a Rivas hasta la puerta de la cárcel un objetivo que en todos los casos beneficiaba su ‘causa’: si en aquel intento de ganar tiempo hubiesen encontrado un juez ‘comprensivo’ podrían blasonar de la efectividad de su lucha. Si, por el contrario, las cosas terminaban como han terminado la culpa sería de un sistema que sigue siendo patriarcal y que, por tanto, necesita de movilizaciones y protestas -y mártires- como las que reunió tal estrategia.
En un contexto de ex marido maltratador, con una sentencia en contra y olvidando deliberadamente que se trató de un acuerdo de conformidad que evitaba la denuncia que a su vez se había interpuesto contra Rivas -y su correspondiente certificado médico, que confrontado con el de la madre, dejaba en empate la pugna de aquella lejana noche de 2009- es donde se produce la segunda denuncia por maltrato, sobrevenida y presumiblemente inducida. Una segunda denuncia que no se interpuso en un país europeo como es Italia ni tampoco al llegar a España sino más de un mes después.
En aquellos días en que el caso Juana Rivas saltó a las portadas de periódicos, radios y telediarios se debatía casualmente la condena permanente revisable. Y era paradójico escuchar a los mismos que se expresaban contra la cadena perpetua pero, en casos como el de Maracena y una denuncia -no sentencia- contra un padre sí es de aplicación por los siglos de los siglos una condena de nueve meses dictada ocho años atrás.
Al final, en su afán por ganar tiempo, Rivas y sus asesores regatearon tanto que terminaron por marcarse un gol en propia meta…
Comentarios
Un comentario en “El caso Juana Rivas: un gol en propia meta”
salvador Cifuentes Lara
22 de marzo de 2019 at 23:15
Lo has bordado, así es como ha ocurrido, este trágico hecho en el que una mujer mal informada y asesorada está terminado de esta manera. No le deseo ningún mal a ella y si que la apelación le sea favorable, pero hay que reconocer que es una víctima de su propio probmem