El Corpus empezaba el miércoles
Las fiestas del Corpus ya han comenzado, pero antes no era así, de ahí el título de la columna. Y en realidad empezaba para nosotros el miércoles anterior porque el martes sonaba el comentario anunciando: "Mañana sale la Tarasca". Ahí estaba el truco, no en la procesión ni en los festejos, sino en la Tarasca que era mucho más fiable y más querida que todo lo demás.
Cuando éramos pequeños, los padres se encargaban una vez salidos de clase, en mi familia del colegio Riquelme de la calle de las Tablas, de llevarnos a ver el espectáculo de gigantes, ‘cabezúos’, algarabía y música. Estábamos en primera fila y éramos muy respetados por los golpes suaves de los ‘cabezúos’, pero el interés y un poco de miedo podían con nosotros y estábamos pendientes de todo. También porque aquello significaba que no había más colegio, que lo que quedaba de semana era para divertirse y, por la noche, había que ir a los cacharritos del Violón intentando, además, que más de una golosina nos tocara.
Ya mayores la cosa no cambiaba.
A las doce del mediodía se acababan las clases y había que salir corriendo para coger buen sitio. Salir de los Maristas y correr para llegar a la calle Cárcel Baja, allí donde es más estrecha, y colocarnos frente a la pared de la Catedral a la espera del lío. Porque había una guerra con las vejigas que entonces los ‘cabezúos’ llevaban en la mano para golpearnos más en serio y nosotros queríamos cogerlas y, si podíamos, quitárselas, cosa que era muy difícil, aunque la estrechez de la acera permitía que tuviéramos la espalda guardada y se evitaban sorpresas por la retaguardia. Pero era el comienzo de la fiesta, las vacaciones de casi una semana y en nuestras cabezas lo que quieran imaginar como maléfico y temerario. En definitiva, chavales camino del comienzo de la pretendida madurez que aun tardaría. Entonces no había hoteles en aquella calle que era más recoleta e íntima y nos llamó siempre la atención un negocio que estaba un poco más arriba, cerca de la Gran Vía, creo que esquina a San Jerónimo, que, para llamar aún más la atención del cliente, tenían una prenda enorme en el escaparate con un rótulo, que hablaba de “las bragas ye-ye”. Algo muy original desde luego y, para nosotros, en aquella época, era escandaloso y objeto de burlas.
Por cierto, pasaron muchos años antes de que me enterara qué era la Tarasca y qué significaba ese maniquí en lo alto de un dragón y por qué estaba en las fiestas. Lo único que me explicaron es que servía como ejemplo de lo que iba a ser la moda ese año y las mujeres debatían, sonreían o se enfadaban con lo que estaban viendo. Pero de lo demás, aquello de ser una criatura mitológica, ni pío.
Pasado el desfile, había que hacer lo de siempre porque ese mismo día se inauguraban las carocas. Ese mismo día, ni antes ni después. Las carocas fueron y serán el mejor momento para que el cotilleo se muestre a la calle sin complejos. Lo bueno y lo malo del ‘granaíno’ y de la administración quedan a la vista de todos para solaz y cachondeo general. También con admiración para los artistas lógicamente.
Y así comenzaba el Corpus. Quedaba pendiente la procesión del día después con todo lo visto más los personajes vestidos de época, los maceros, los caballos y esa carroza eucarística que salía, y sale, de la iglesia de San Ildefonso para deleite de todos. Una carroza usada históricamente para dar el Viático a los moribundos y la Eucaristía a enfermos e impedidos, que era algo único en nuestro Corpus. Y también las calles con plantas aromáticas en el suelo que habían sido traídas de pueblos cercanos y marcados en el tiempo, los soldados en traje de gala con casco incluido y armados, que formaban en los laterales del recorrido y siempre pensé que aquellas criaturas deberían tener una medalla solo por aguantar tantas horas a pie parado en algunos días en los que el calor podía ser asfixiante. Todo para acompañar a la espectacular y bellísima Custodia. Y, para terminar, las casetas de la Bomba para los mayores y los cacharritos para los pequeños.
Ahora las fiestas del Corpus comienzan mucho antes, con un protocolo especial para el Ayuntamiento, que entiende de vestimenta y demás estudiado y realizado por el fallecido concejal José Miguel Castillo Higueras, prácticamente la semana anterior al día de la festividad porque el negocio es el negocio y hay que aprovechar, al margen de darnos satisfacción a los ‘granaínos’.
Pero recuerden los mayores y aprendan los jóvenes, antes el Corpus llegaba tras la frase: "Mañana sale la tarasca".
El miércoles.