El día a día de las pequeñas librerías de Granada
Las librerías de Granada aseguran que "sobreviven" con sus negocios a pesar de la competencia de grandes superficies y plataformas digitales
“España debe seguir haciendo una apuesta decidida por la lectura”. Así lo refleja el último informe elaborado por la Federación de Gremios de Editores que data de 2017. Sin embargo, esta aseveración choca con los últimos datos obtenidos por el Ministerio de Cultura en ‘El sector del libro en España’.
Según esta publicación de octubre de 2017, el mercado del libro a nivel nacional genera 49.700 empleos y se realizaron 86.000 registros de nuevas publicaciones en 2016. Según sus estimaciones, en España hay 8,2 librerías por cada cien mil habitantes; una media que situaría a Granada con unos 20 establecimientos dedicados a este sector. Aunque basta con darse un paseo por el centro de la ciudad para saber que el número se queda pequeño.
UBÚ LIBROS
Uno de estos rincones granadinos está en la calle de Buensuceso. Se trata de 'Ubú Libros' con Marian al frente del negocio. “Tener una librería es un oficio muy bonito, pero duro”, afirma. “Vivir de la cultura es difícil en general. Hace falta esa parte de pensar que no te importe trabajar prácticamente gratis”, añade rodeada de libros.
La competencia de grandes servicios editoriales y de reparto a domicilio no se despega de un establecimiento como este. En Ubú se ha apostado por “no olvidar que a la gente lo que le gusta es estar con otra gente”. A su vez, Marian apostilla que “internet y las redes parecen ‘sociales’, pero al final resulta que son aislantes”.
Esta librería granadina ha encontrado en su club de lectura un reducto donde compartir experiencias y pensamiento a la antigua usanza: libro en mano y cara a cara. “Lo que más nos gusta es nuestro club de lectura, hemos hecho que la gente se levante del sofá. Empezamos siendo cuatro y ahora somos ochenta. Nuestra premisa es fomentar la literatura periférica, descubrir títulos que no son los habituales”.
EL TIEMPO PERDIDO
Sin salir de la zona céntrica de la capital, Daniel, de 'El Tiempo Perdido' en la calle Marqués de Falces, aporta su particular visión. Él asegura que el libro no es un mercado con el que hacerse rico, pero también apunta que “hay que tener un talento muy especial para arruinarse” con ellos. Explica que el oficio no es del todo complejo una vez que se aprenden a llevar los registros y cuentas básicas para que todo vaya funcionando.
“El negocio no va del todo mal. Todos conocemos personas a las que les gustan los libros y suelen comprarlos. Además, es un gremio en el que el cliente nos suele tratar con cierta indulgencia. Nos mantenemos”, analiza sobre la situación de su establecimiento.
'El Tiempo Perdido' es un establecimiento pequeño –unos 30 metros cuadrados– que se rige por unas reglas muy simples: todos los libros que hay en sus estanterías han pasado antes por las manos de sus trabajadores, o en su defecto, saben por qué lo leerán o quieren leerlo. “Hay gente que se acerca y me dice que sé mucho de libros, pero no es así. Yo elijo los libros que quiero vender”, desvela Daniel.
Para Daniel ser librero no ha venido por vocación. Él ha recogido ideas de librerías que ha visitado a lo largo de viajes y tras mucho tiempo de ir afilando apuntes ha conjugado en presente un espacio a su gusto. Huye de etiquetas, salvo la que se encuentra en la entrada del local: “Favoritos”. En ella hay una colección de obras con las que simplemente “aprender y llevarse cosas tras su lectura”. Una reunión de piezas como ‘1984’ o ‘La isla del tesoro’.
En las palabras de su ideólogo, 'El Tiempo Perdido' se ha conformado con la idea de que la gente lea sus propuestas y sirvan para algo, “no para pasar los ojos por encima. Tenemos libros que nos gustan a nosotros e intentamos hacer comprender por qué queremos que se lean. Después cada cual verá”.
LIBRERÍA PRAGA
Desde 'Librería Praga', Javi aporta que su negocio es más bien un rincón de “letras”. Esta tienda lleva en el barrio de la Magdalena 21 años y su dueño define el estado del mercado del libro como “complicado”. Aunque también apunta con humor que “lleva así prácticamente desde que se inventó la imprenta”.
Como librero, Javi asegura que como “todo autónomo humilde, es complicado sacar un sueldo digno a final de mes”. También añade que la cultura sigue siendo un bien necesario, pero no es algo de “primera necesidad, es algo que va después de otras muchas cosas”, aunque admite que la gente lee y le gusta leer en contra de cualquier tópico.
“Decir que nos va bien es arriesgado. Pero nos da para comer y sobrevivir”. Respecto a la realidad de la profesión se desmarca por definirse como una librería que no busca al público mayoritario. ¿Cómo sobrevivir a las grandes superficies y plataformas? Lo tiene claro: “La diferencia puede estar en la persona que busca leer ‘Ana Karenina’ y la persona que quiere leer la mejor traducción y edición de ‘Ana Karenina’”. Esa diferencia de “calidad” es la apuesta principal de este establecimiento con nombre de capital checa.
En su interior hay 20.000 libros de segunda mano y una pequeña selección de libros nuevos en los que sobresalen los títulos literarios de alta calidad y ensayos de corte “muy concreto”. Como el propio Javi describe, “Praga es una librería de literatura bien escogida”.
Los tres libreros consultados tienen un diagnóstico común: "La gente lee". A pesar de grandes superficies y negocios electrónicos estos tres rincones han encontrado su hueco en Granada con el que leer y ser leídos en un ecosistema en el que los falsos tópicos no entran en las estanterías.