El entretenimiento podría ayudar a cambiar las actitudes culturales sobre la ablación genital femenina
Se estima que 125 millones de niñas y mujeres están mutiladas y cada año tres millones de niñas más corren el riesgo de ser sometidas a este proceso
La mutilación genital femenina (MGF) constituye un riesgo grave para la salud de millones de niñas y mujeres, pero sigue siendo prevalente en muchas áreas del mundo. En un reciente artículo publicado en 'Nature', investigadores de la Universidad de Zurich, en Suiza, han encontrado un enfoque prometedor para cambiar las posturas dentro de las comunidades que realizan esta práctica: el entretenimiento.
En su trabajo produjeron películas de ficción, incluyendo una subtrama sobre una familia en el proceso de discusión sobre si debían realizar la MGF a sus hijas. Los resultados muestran que las películas tenían una influencia positiva en las posiciones hacia no realizar esta práctica, por lo que la exposición repetida a películas similares podría ser una intervención discreta pero eficaz para reducir la ablación genital femenina.
A pesar de que la mutilación genital femenina puede conducir a problemas graves de salud durante toda la vida, se estima que 125 millones de niñas y mujeres están mutiladas y cada año tres millones de niñas más corren el riesgo de ser sometidas a la ablación genital. Por ello, los gobiernos y los organismos internacionales han promovido el abandono de esta práctica durante décadas.
En el pasado, muchos programas para promover el abandono de la práctica asumen que las posturas que favorecen la ablación están generalizadas localmente y profundamente arraigadas. Sin embargo, la investigación empírica reciente ha demostrado que estas posiciones son muy variadas, con actitudes contradictorias coexistiendo dentro de las comunidades e, incluso, dentro de las familias.
Los argumentos a favor y en contra de la mutilación generalmente caen en una de las siguientes dos categorías: valores personales percibidos relativos a la salud, la pureza y las obligaciones religiosas o formularse preguntas acerca de las perspectivas futuras de matrimonio de las hijas mutiladas o sin ablación.
TENER EN CUENTA SUS POSTURAS CONFLICTIVAS EN LUGAR DE PRESIONAR
Sonja Vogt, Charles Efferson y Ernst Fehr, de la Universidad de Zurich, junto con dos investigadores sudaneses, ponen la discusión de estas posturas conflictivas en el centro de su enfoque empírico. "En lugar de ejercer presión sobre los valores de las comunidades y hacer caso omiso de su patrimonio cultural, tuvimos en cuenta las actitudes conflictivas de la MGG dentro de las comunidades como un punto de partida", explica la profesora Sonja Vogt, del Departamento de Económicas de la Universidad de Zurich.
Los investigadores crearon cuatro versiones de una película de larga duración, cuya trama principal es una embriagadora mezcla de amor, intriga y engaño que implica a una familia que vive en Sudán. Tres de estas películas incluyen una subtrama de 27 minutos acerca de las niñas en la familia que se acercan a la edad en la que se practica la MGG. En ellas, los protagonistas de la familia discuten sobre los argumentos a favor y en contra del corte genital.
Una de las versiones se centra en los valores personales, otra en la posibilidad de matrimonio y la tercera en una combinación de ambos. Las discusiones dentro de estas tramas secundarias cubren uniformemente ambos argumentos a favor y en contra de la mutilación genital y, finalmente, condujeron a la decisión de dejar esta práctica. Charles Efferson, también del Departamento de Economía, explica: "Al presentar las partes en conflicto de la cuestión, las películas dramatizan lo difícil que es para los padres para tomar una decisión sobre la ablación y permiten a los espectadores hacer sus propios juicios".
"Hemos visto que las tres películas sobre la ablación mejoraron las actitudes inmediatamente, pero que sólo las películas que abordan tanto los valores personales como las futuras perspectivas de matrimonio tuvieron un efecto relativamente persistente mejorando las posiciones durante al menos una semana", apunta Vogt.
A ello, Efferson añade que pudieron medir una relación causal (en vez de la mera correlación) entre una persona que ve una de las películas y un cambio de actitud hacia que no se mutile los genitales de las niñas. "Esto demuestra que el uso del entretenimiento para escenificar los argumentos puede ser un método eficaz para cambiar las actitudes acerca de la mutilación genital femenina", dice.
Vogt cree que hay más potencial en este enfoque. "Hecho de una manera ética y equilibrada, la información pública a través del entretenimiento podría aumentar la posibilidad de que las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones sin fines de lucro cooperen -dice--. Incluir estos mensajes en formatos de entretenimiento podría iniciar la discusión y el cambio sostenible".
Efferson ve esto como una ventaja clave de la utilización del entretenimiento. "El entretenimiento a menudo puede llegar a un público mucho más amplio que los documentales educativos. Los documentales corren el riesgo de predicar a los conversos", subraya.
Para producir las películas, los investigadores trabajaron en estrecha colaboración con un equipo de escritores y actores en Sudán a lo largo de casi dos años. Se filmaron las películas en instalaciones familiares en una zona rural en las afueras de Jartum. Los participantes observaron las películas mostradas en público como parte de dos experimentos aleatorios y controlados.
Para saber cómo se sentían los participantes sobre la ablación de las niñas frente a no mutilar los genitales de las niñas, los investigadores desarrollaron una prueba de asociación implícita para medir las actitudes sobre la mutilación que los adultos podrían no querer revelar de forma explícita.
Los investigadores utilizaron laboratorios informáticos móviles para realizar esta prueba de una manera que conservara por completo el anonimato de los participantes. Se emplearon las películas como tratamiento en dos experimentos con casi 8.000 participantes en 127 comunidades en Sudán y la investigación fue financiada por el Comité Nacional Suizo de UNICEF y UNICEF en Sudán.