El Granada B, un filial que aspira a más
El dominio mostrado por Souleyman y cia. ante el Betis B llama al optimismo. El Real Jaén, próxima piedra de toque
Decía Joseba Aguado en la rueda de prensa posterior al 2-0 que “somos un filial peculiar por el tema de las nacionalidades”, pero también, quizás, por ser un filial con jugadores de ida y vuelta del primer equipo. Es esta permeabilidad entre vestuarios una circunstancia que en partidos como el de hoy, con Machís y Souleyman en el once inicial, ha contribuido a decantar la balanza del lado granadino. Pero también es el Granada B un filial con calidad y carácter propios (mérito de Aguado) y no sólo la estación de paso hacia el primer equipo, y eso se nota en el campo.
Noventa minutos ha tardado el Granada hoy en cerrar un partido que dominó desde el primero y en el que pudo adelantarse en solo cinco de la mano de Machís. Un susto del que el Betis B trató de reponerse con brío y cierto orden pero fue en balde. Los siguientes intentos de llegada al área encontraban la eficaz presión del bloque nazarí y las escasas ocasiones deslavazadas del cuadro verdiblanco no pusieron en peligro la portería de Dimitrevski.
Por el contrario el Granada B, con un Souleyman superdotado para campear en la medular, se dispuso a jugar a eso que se llama fútbol, trenzando una jugada tras otra. Machís y Nico fueron estiletes por las bandas. Boateng y Clifford merodeaban respaldados entre líneas, con claridad de miras hacia un Wilson Cuero muy activo. Mientras Nico desbordaba con holgura a su par en casi todo lance, Machís hizo gala de su calidad pero también de su afán por destacar, en varias ocasiones marradas por cierto exceso de individualismo. Y en estas fue que decidió levantar la cabeza en el minuto 38, tras internarse hasta la línea de fondo y cazar un pase milimétrico de Clifford, y vio a Cuero con el estoque en alto: pase de la muerte y gol fácil, 1-0, minutos de relleno hasta el 45 y a resguardarse de la lluvia.
Con la reanudación todo hacía presagiar que presenciaríamos en el terreno de juego, inclinado hacia la meta sevillana en el primer tiempo, juego en tromba del Granada y un marcador abultado tras abrirse la lata. Y sin embargo la tromba solo vino desde el cielo, la lluvia arreciaba pero no así el ataque del once de Aguado. Tanta agua pasó, de dejar un campo rápido, a directamente lento, resbaladizo por momentos. Aun así, el Granada pisó el acelerador en alguna que otra jugada aislada y a punto estuvo Machís de firmar el 2-0 de cabeza, estrellando el balón en el travesaño.
Fuese el campo lento, el Granada se vio superior y pecó de suficiencia, pecado de juventud que se paga caro. El Betis lo advirtió y se vio empatando el partido, intentándolo con más intensidad que acierto en los últimos minutos en alguna llegada, y hasta con un córner que aspiraba a gol olímpico, pelota que Dimitrevski frustró de un certero crochet de derechas.
El minuto noventa llegó y con él, puntual, el segundo gol del Granada. Ya marcó en Cádiz in extremis el 1-1 en la anterior jornada, y pareciera que este equipo gustara de mantener el suspense hasta el final. El próximo capítulo, frente al Real Jaén.