El Granada CF baja la vista
Viajamos al 14 de diciembre del pasado 2013. En Vallecas, en una sala de prensa estrecha y quizá algo escasa de tamaño, Lucas Alcaraz comparece para tratar de controlar la euforia de su afición y de los periodistas, que le interrogan acerca de las posibilidades que tiene su equipo de aspirar a Europa, después de un triunfo que coloca al Granada CF en la octava posición: "El fútbol me ha enseñado que hay que ser optimista durante siete días", responde, calmado, el entrenador.
Nos trasladamos ahora a Almería, tan solo tres semanas después. Apenas faltan un par de minutos para las doce de la noche cuando Lucas Alcaraz aparece en la suntuosa sala de prensa de la Unión Deportiva. El técnico muestra un semblante similar al de aquella fría tarde madrileña, pero, en esta ocasión, las preguntas van en otro sentido. Las alusiones a los puestos de descenso son constantes, ya nadie se cuestiona la opción de mirar arriba. Solo han pasado dos partidos desde el triunfo en Vallecas.
Son las cosas que tiene el fútbol.; circunstancias que le dan la razón a Alcaraz cuando solicitaba prudencia. Sin embargo, aunque las prisas por elogiar o defenestrar a un equipo en función de su rendimiento más reciente sean en ocasiones excesivas, no hay que perder de vista que, el de ayer en Almería, fue un partido paupérrimo por parte del Granada CF, que capituló, sin apenas oponer resistencia, ante un rival, sobre el papel, inferior.
Obviamente, el Granada CF no es uno de los tres grandes de la Liga: puede perder en cualquier campo de Primera División sin que eso suponga una deshonra ni un drama. Lo que se le exige es mostrar una imagen de equipo competitivo y capaz. Ayer, los de Alcaraz no exhibieron esa cara. Tampoco ante el Alcorcón en la eliminación copera. Dos actuaciones de ese estilo tan seguidas son las que generan una sensación de desasosiego en torno al equipo, más allá de las derrotas.
ERRORES INDIVIDUALES Y COLECTIVOS
En las tres últimas derrotas ligueras, ante la Real Sociedad, el Sevilla y el Barcelona, Alcaraz hizo hincapié en la importancia de los errores individuales a la hora de analizar los goles encajados. Ayer, ante el Almería, los nazaríes tuvieron diversos fallos de esa naturaleza, principalmente en defensa.
El Almería hizo mucho daño por las bandas. Foulquier y Nyom fueron incapaces de cerrar a Barbosa y a Vidal, amos y señores de los costados durante los 90 minutos. En una de las acciones del extremo tarraconense llegó el primer gol. Foulquier no llegó a tapar el centro y Nyom vio cómo, a su espalda, Dubarbier fusilaba a Karnezis.
En el segundo tanto, Mainz cometió una torpeza enorme al abrazar, de forma descarada, a Soriano en una jugada a balón parado dentro del área. Estrada Fernández lo vio en primera fila y pitó el penalti como pensando: "¿Qué quieres que le haga yo".
Sin embargo, los fallos concretos no fueron el principal motivo de la derrota. La carencia de presión colectiva en la salida del balón del rival, tan determinante en el estilo de juego de los de Alcaraz, permitió al Almería jugar a placer. Además, la defensa, en general, de las jugadas a balón parado fue muy pobre y solo Karnezis evitó varios goles más de los hombres de Francisco.
DOS PARTIDOS SEGUIDOS EN CASA
Ante esta serie de circunstancias, el ambiente se ha enrarecido en torno al equipo. Ahora, el Granada recibirá de forma consecutiva al Valladolid y al Osasuna: Dos partidos que se antojan claves en la pelea por no caer hacia posiciones de mayor peligro; porque ya no se mira a Europa. Los rojiblancos han bajado la vista.