El humo del tabaco multiplica y agrava las crisis de asma en niños
La exposición al humo durante el embarazo supone un mayor riesgo de sibilancias en los menores, según varios estudios
Exponer a los niños asmáticos de un modo pasivo al humo del tabaco acentúa los síntomas y problemas respiratorios, pues los hace más frecuentes, duraderos e intensos. Así lo advierte la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), que participa el próximo 20 de octubre en el I Curso Nacional de Tabaquismo en Pediatría, organizado por el Hospital General Universitario de Alicante. Los hijos de padres fumadores tienen mayor predisposición, por tanto, a tener enfermedades respiratorias, como la rinitis y la sinusitis y, en caso de ser asmáticos tienen más posibilidades de presentar crisis. La SEICAP recuerda que la exposición al tabaco es el factor evitable más importante que interviene en el desarrollo y mantenimiento del asma infantil, que afecta a uno de cada diez menores españoles. Por ello, advierte de la importancia de favorecer medidas que contribuyan al abandono del tabaco y a la prevención del tabaquismo en adolescentes.
Según los últimos datos de la Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES) del Ministerio de Sanidad, uno de cada tres españoles son fumadores diarios. “Las cifras nos dicen que estamos ante una situación muy grave, pues el riesgo de exposición al humo del tabaco es bastante alto”, advierte el doctor Luis Moral, coordinador del Grupo de Trabajo de Alergia Respiratoria y Asma de la SEICAP. El tabaquismo pasivo puede causar enfermedades vasculares, oncológicas, alteraciones neurosensoriales o cognitivas, pero, según este especialista, uno de los riesgos más inmediatos son los problemas respiratorios. Por otro lado, estas afecciones pueden ser consecuencia de inhalar el humo del tabaco en el embarazo. Según un estudio reciente publicado en la revista Tobacco Induced Diseases, la exposición al humo de segunda mano durante los nueve meses de gestación está asociada con un mayor riesgo de sibilancias en los menores. Aunque no es el único peligro. “Fumar durante el embarazo puede provocar una disminución de aporte nutricional al feto, reducción de sus medidas corporales, sobre todo del peso; alteraciones endocrinológicas o de la función pulmonar, complicaciones obstétricas (abortos espontáneos, placenta previa, etc.), un incremento del riesgo de malformaciones congénitas o, incluso, la posibilidad de muerte súbita del lactante”, explica el doctor Moral.
Según diferentes estadísticas, entre el 35-40% de los menores españoles –algunos estudios hablan del 50%– pueden estar en riesgo de tabaquismo pasivo. “Cualquier menor que se encuentre en contacto con alguien que fume tiene un potencial riesgo de ser fumador pasivo, debido a la presencia de humo de tercera mano por las partículas nocivas que se adhieren a superficies como muebles, paredes o alfombras”, señala el doctor Moral. Es más, una reciente investigación de la Agencia de Salud Pública de Barcelona señala que fumar en el salón o en otras estancias del hogar no evita que la nicotina llegue a los dormitorios infantiles. Esta institución catalana analizó la concentración de esta sustancia tóxica en 100 hogares en los que aún se fuma y en donde viven menores de 13 años.
Además, “el humo de tercera mano se fija también en la ropa, el pelo y la piel de la persona fumadora”, añade el doctor Moral. Según un estudio publicado en Tobacco Control, los niños que viven en ambientes donde se fuma suelen acumular esas partículas tóxicas del humo del tabaco en sus manos.
Medidas de prevención
Desde la SEICAP recuerdan que la exposición al tabaco es el factor evitable más importante que interviene en el desarrollo y mantenimiento del asma infantil. Por ello, evitar encender el cigarrillo delante de los niños, no fumar en el coche, en el domicilio o en lugares donde los más pequeños permanecen gran parte del tiempo puede ayudar a disminuir el riesgo de padecer enfermedades respiratorias. “En algunos países, los pediatras aconsejan no besar ni abrazar al menor hasta ocho horas después de fumarse el último cigarro”, añade el doctor Moral.
No obstante, los médicos también tienen un papel fundamental en la intervención sobre el hábito de fumar de los padres, con el fin de favorecer el abandono de los cigarrillos, así como impedir el inicio del consumo entre los adolescentes. Según el doctor Luis Moral, las medidas de prevención que se deben llevar desde pediatría se resumen en las cinco ies: “Interesarse y ser consciente de la gravedad del problema, interrogar sobre el ambiente del tabaco, informar de los riesgos potenciales que pueden afectar a su hijo, inculcar y motivar a estos para no consumir en casa o incluso alentar a dejar su consumo como mejor medida e insistir sin crear rechazo”.