El Jose
Entramos en la órbita de este cantor que sublima las cosas pequeñas que construyen una vida- El Jose
Es tiempo de lluvia y frío. El invierno llega por las altas colinas en forma de gélida brisa, invitándonos a entrar en los refugios cotidianos del Albaicín a pasar las noches al calor de una chimenea y buenas canciones.
Paseando por el alto Albaicín nos fuimos hasta El Higo para encontrarnos con un trovador con sombrero llamado El Jose que, junto a Alberto Pizzicato, su Sancho Panza al bajo, van cabalgando por los caminos de la rima.
Música que confiere al error una oportunidad, improvisadas letras que saltan desde los aljibes con cierta ironía al pasar por este cantor.
Aquellos que tienen la palabra como don no necesitan de estructura, sino que su arte es repentista, como los trovos que en las sierras hacen de su cotidianidad canción.
Hace calor aquí dentro y, a falta de chimenea, las personas sirven su calidez para la comodidad de todos. Cada uno ha encontrado ya su lugar en esta esquina del mundo. Un regalo en petit comité para aquellos que se atreven a subir a las alturas.
Después de un repertorio de estilos y ritmos diferentes, desde pasodobles para quedarse sin cordura, pasando por estribillos de hits veraniegos, y una guitarra que suena flamenca, entramos a la órbita de este cantor de esas cosas pequeñas que construyen una vida.
Al terminar, una frase que al Jose me retumba en la cabeza cuando salgo de El Higo:
“no hay por la noche más fortuna que vivir en un planeta con vistas a la luna”.
Un vídeoblog de 18010