El joven inventor granadino de 'El Hormiguero'

Todas las noches, de lunes a jueves, miles de espectadores se enganchan a uno de los programas de televisión de España con más audiencia, 'El Hormiguero 3.0'. El programa dirigido por Pablo Motos ha conseguido colarse en las noches de los hogares españoles gracias a esa coctelera bien agitada en la que no faltan entrevistas a personajes interesantes, actualidad, curiosidades, retos, humor…

Y dentro del mejunje mágico para ser uno de los programas con más audiencia en la parrilla televisiva está una de sus secciones estrella: la de ciencia.

En este espacio, Pablo Motos y Jorge Marrón Martín (“Marron”), guionista y colaborador del programa, muestran experimentos al público de plató y a los espectadores en casa, la mayoría caseros, relacionados con la física, la química o la electrónica. Fabricar una vela casera que puede durar hasta cinco horas hecha con mantequilla, papel higiénico y un palillo; cómo hacer salchichas caseras de forma fácil; volar una flota de drones usando piezas de Lego o cambiar la trayectoria de una bala, son solo algunos de los divertidos y divulgativos experimentos que se ha podido ver en el programa.

Y detrás de esos breves minutos de demostración, está el trabajo de un equipo de científicos y productores que día a día se dejan la piel para inventar, desarrollar y probar sus ideas. Y, en ese equipo está Javier Vargas, un joven granadino.

Javier Vargas tiene 24 años. De hecho, es el más joven de la plantilla. Lleva un año trabajando para 'El Hormiguero', una experiencia que asegura estar exprimiendo al máximo y que seguro que marca un antes y un después en su curriculum vitae.

 

Cuando terminó la carrera, ingeniería electrónica en la Universidad de Granada, Javier, al igual que hacen muchos egresados, cogió sus maletas para ir a Madrid a estudiar un máster, pero no llegó ni a pagar la inscripción. Una oportunidad muy interesante se cruzó en su camino: una oferta de trabajo para 'El Hormiguero'. No lo pensó y probó suerte.

“Buscaban un perfil de ingeniero electrónico o industrial, y yo creo que más que años y años de experiencia en el sector, el programa quería incorporar a su equipo a alguien inquieto, autodidacta, algo así como un pequeño inventor”, nos explica Javier al otro lado del teléfono.

Y él daba ese perfil. La carrera le había aportado muchos conocimientos, claro está, pero su inquietud lo ha llevado a investigar, desarrollar y probar cosas por su cuenta. Vídeos tutoriales de Youtube y los foros, sus mejores aliados para aprender por su cuenta y ejecutar sus ideas.  “Durante dos años he estado trabajando en casa, en mi tiempo libre, en un invernadero automático”, pone de ejemplo Javier.

 

Cada día, para el programa, tienen que tener listos tres experimentos o demostraciones. Sobre las 19 horas tienen un ensayo general, la prueba de fuego para ellos. Ahí se decide si están listos para salir en pantalla o faltan retoques. Pase lo que pase, si alguno falla, buscan alguno ya terminado de otro día, porque tienen que tener preparados tres para el programa. Que salgan todos o no, dependerá del tiempo que tengan de margen durante el transcurso del programa, que casi siempre es en directo.

Los proyectos se suelen asignar en función de las habilidades que tenga el trabajador. En el caso de Javier, le suelen encargar los que están más vinculados a la electrónica.

Con las ideas claras, el equipo se pone manos a la obra. Tienen un taller donde trabajan, aunque Javier admite que no es raro cruzarse con alguien en cualquier lado del edificio donde se lleva a cabo la producción del programa.

Aunque el equipo tiene una jefa, Almudena Cerrudos, todos los proyectos son validados por el ‘jefe’ Pablo Motos.

Llega el ensayo, “el momento más estresante del día”, dice Javier, y en función del resultado sabemos cuáles son los elegidos para salir un par de horas después. Los descartados, porque hay que pulir detalles o repensarlos, se mejoran los días posteriores. Es decir, el programa tiene un cajón de sastre experimental. La mayoría se llegan a ensayar incluso más de cinco veces.

Raras veces salen estos cerebritos y manitas en pantalla, pero Javier sí que se ha puesto delante de las cámaras. Fue para explicar uno de los proyectos en los que él se había volcado, los denominados “robots bailongos”-

“En el ensayo, Pablo me hizo muchas preguntas sobre cómo había hecho esto o cómo había conseguido tal…. Y al final decidió que lo mejor iba a ser que lo explicase yo”. Y así fue.

Ya ha pasado más de un año y Javier ya se siente como en casa. Nos cuenta que el equipo de ciencia se ha convertido en su segunda familia. La jornada es intensa, y comparten comidas y cenas juntos. Sin embargo, para Javier todo aquello era una locura al principio. Caos por todas partes. “Te sorprende a la velocidad a la que se trabaja. La gente va de un lado a otro. Te cruzas a personas disfrazadas por los pasillos o ves que están montando una estructura que ni idea de para qué la van a utilizar”, cuenta entre risas este granadino.

Javier está muy contento de formar parte de la familia de 'El Hormiguero'. Admite que se trabaja duro de lunes a jueves, “aunque libramos viernes, sábado y domingo”, pero que se lleva bien porque se siente muy realizado. Su familia y amigos presumen de él: ¡trabaja para El Hormiguero!, espetan cuando alguien pregunta por él.