El lado más extremo de la Sierra
La ‘Integral’, de varias etapas, es una de las pruebas de trekking más duras que se puede realizar en el macizo montañoso granadino
Sierra Nevada es uno de los paraísos naturales más espectaculares del mundo. Su fauna, su vegetación y la nieve que hay en invierno la convierten en uno de los rincones preferidos de los aficionados al senderismo.
En verano, y coincidiendo con el puente de agosto, muchos montañeros suelen realizar las denominadas ‘Integrales’. Disfrutar del paisaje de este sistema rocoso durante las 24 horas del día es posible gracias a este reto. Uno de los motivos por el cual, los grupos de senderistas realizan estas ‘escapadas’ son las largas y agotadoras caminatas que superan ámpliamente los 30 kilómetros diarios.
Como denominación, y en este contexto, una ‘Integral’ es un recorrido de senderismo que se realiza en varias etapas, haciendo noche en refugios o en ‘vivac’, a través de las cumbres más altas de Sierra Nevada -los 'tresmiles'-. Esta aventura se suele realizar en verano, aunque, para los más extremistas, también se suelen llevar a cabo en invierno, con una preparación y un equipo adecuados.
La extensión del Sistema Penibético permite hacer varias ‘Integrales’. Una de las más tradicionales y prolongadas es la de realizar una línea imaginaria noreste-suroeste que trascurre entre el Picón de Jérez hasta el pico de El Caballo.
La planificación de la Integral a realizar es muy importante ya que te permite controlar el tiempo y conocer cuál será el recorrido. Si se empieza desde el noreste, es decir, desde el Picón de Jérez, es recomendable ir al pueblo de Jerez del Marquesado y subir al Refugio Forestar ‘Postero Alto’. Al contrario, si la Integral comienza desde el suroeste, se recomienda comenzar en el Cortijo de Echevarría, en lo alto de la Loma del Perro, pasado el municipio de Nigüelas.
Son muchos los grupos de aficionados a los que les gusta este tipo de retos. Hablamos con uno de ellos, integrado por varios hombres de distintas edades, para que nos trasmitan sus experiencias y vivencias durante la ‘Integral’ que realizaron en el verano pasado. Este grupo de aficionados disfrutan de la Sierra cada fin de semana y realizan rutas “extremas” para llegar a sitios de difícil ascenso. La peculiaridad de este conjunto fue la manera en la que se conocieron: las rutas por la Sierra les hizo más que amigos.
Con inicio desde el Postero Alto, este grupo de montañeros comenzó la subida al primer ‘tresmil’ al que se enfrentaron, el Picón de Jérez, 3.090 m. “Comenzamos el recorrido con mucha ilusión y muchas ganas, pero después de un gran almuerzo en el Postero Alto”, comenta uno de ellos. La primera tarde la dedicaron a la subida de la primera cima, donde emplearon cuatro horas aproximadamente, y pasaron allí la primera noche.
Tras amanecer, nuestros montañeros siguieron su camino dirección al Puntal de Juntillas, 3.139 m. Posteriormente, tras pasar un tiempo en el pico, siguieron adelante pasando por los Lagunillos de Juntillas y la Lagunilla de la Mojonera llegando al Collado de las Buitreras. Por la vertiente de la derecha, este grupo comenzó el ascenso al Pico de la Justicia, 3.135 m., y al Pico del Cuervo, 3.144 m. Después, descendieron a El Collado de Vacares, próximo a estos dos picos, donde siguieron bajando hasta la Laguna de Vacares. Allí, pasaron su segunda noche.
“Hasta ese momento íbamos bien, pero el problema era el peso de la mochila”, afirman. Nos cuentan que llevaban el mínimo de agua, ya que rellenaban sus cantimploras en los manantiales y aguas en movimiento.
El tercer día comenzó con la subida de nuevo al Collado de Vacares, buscando el Puntal de Vacares, 3.136 m. Nuestros montañeros, tras superar esta meta, siguieron hasta el Alcazaba, 3.371 m., dejando atrás el Puntal de las Calderetas y el Puntal del Goterón. “La Alcazaba tiene un cortado impresionante”, afirma uno de ellos. El recorrido que realizaron posteriormente fue siguiendo la arista hasta el Peñón del Globo, 3.279 m., y el Puntal de la Cornisa. De allí descendieron a la Laguna Altera donde pasaron la noche previa a la subida del Mulhacén.
La subida a El Puntal de 7 Lagunas fue lo primero que hicieron en el cuarto día. El Mulhacén estaba cerca y más cuando cruzaron el Vasar del propio pico hasta el Collado del Ciervo, una zona bastante peligrosa. Allí, afrontaron la subida al Mulhacén coronando, el pico más alto de la Península, desde donde pudieron contemplar África, Almería o la Mancha, en uno de los pocos días “totalmente despejado”. Tras superar este coloso de la Sierra, bajaron hasta la Laguna y el Refugio de la Caldera. “Subir al Mulhacén impresiona mucho, al igual que cansa, por las vistas que te ofrece este pico”, declara el montañero más joven.
Nuestro grupo de senderistas afrontó un nuevo día en el que subirían al Veleta. Los componentes comenzaron con la ascensión a Loma Pelá, 3.178 m., y posteriormente, continuaron por los crestones de Río Seco. El Collado del Lobo, previo al Cerro de los Machos, 3.329 m., nos deja una de las mejores vistas de la Sierra. ‘Cresteando’ por Campanitas y Zacatín, consiguieron ascender al Veleta, 3.394 m., donde se encontraron con muchos montañeros y compartieron el momento con ellos. El Refugio de la Carihuela, que se llega tras el descenso, les sirvió para pasar la noche.
El cansancio acumulado se hacía notar, por lo que modificaron su ruta. Evitaron los Tajos de la Virgen, zona arriesgada, y avanzaron por los Lagunillos de la Virgen hasta el Refugio de Elorrieta. De allí se desplazaron a El Tozal del Cartujo, 3.152 m., donde pasaron la penúltima noche. “Allí llegamos a las cuatro de la tarde y descansamos disfrutando además del paisaje y de los alrededores”, nos cuenta uno de ellos ya que era la tónica habitual de su día a día.
La penúltima etapa les regaló la última ascensión a “El Caballo”. Modificaron su itinerario de nuevo para poder ver las lagunas que están en el valle del Río Lanjarón y así disfrutar un poco más de esta Integral. La subida al último tresmil, El Caballo con 3.005 m., puso fin a su andadura en la alta montaña ya que tras pasar la noche, nuestro grupo de montañeros bajaron hasta el Cortijo Echevarría donde les esperaban para recogerlos.
Tras contarnos esta experiencia, los montañeros garantizaron que la Integral “es algo único” recomendándolo para todos los amantes de la Sierra. “Necesitas una preparación física muy buena para superar las etapas que realizas día a día” añaden.