El síndrome de las piernas inquietas aumenta hasta tres veces el riesgo cardiovascular

Se trata de un problema que cobra aún más importancia si se tiene en cuenta que aunque es una patología crónica muy prevalente es "muy desconocida

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E.P.
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Las personas que sufren el síndrome de las piernas inquietas tienen hasta tres veces más riesgo cardiovascular y de padecer hipertensión que la población sana, según ha alertado este martes el miembro del comité científico de la Sociedad Española del Sueño (SES), Diego García Borreguero, durante el encuentro 'Síndrome de las piernas inquietas: un problema de alta prevalencia pero poco conocido", organizado con el apoyo de Inidress.

Se trata de un problema que cobra aún más importancia si se tiene en cuenta que aunque es una patología crónica muy prevalente es "muy desconocida". Y es que, a pesar de que afecta a entre el 10 y el 15 por ciento de la población europea (46 millones en España), sólo el cinco por ciento está diagnosticado y tratado correctamente debido, entre otros factores, al desconocimiento que existe sobre esta afección tanto entre la población general como entre los profesionales sanitarios.

"Esta enfermedad se describió por primera vez en el siglo XVII, pero pasó desapercibida hasta finales de la II Guerra Mundial cuando un neurólogo sueco describió sus síntomas. No obstante, hasta hace apenas 20 años no se ha centrado la atención médica hacia ella", ha argumentado el doctor.

Actualmente se sabe que cualquier persona puede padecer este síndrome, pero son las mujeres mayores, de raza blanca, embarazadas, con niveles bajos de hierro, pacientes con problemas de función renal, diabetes y con polineuropatías los que tienen un mayor riesgo de sufrirlo.

"Muchas personas reúnen criterios diagnósticos que no tienen ninguna repercusión en su vida, si bien hay otras tantas que sí que ven afectadas su actividad diaria", ha apostillado, para informar de que los principales síntomas son las sacudidas de las piernas durante el sueño o en los periodos de vigilia, tener antecedentes familiares, no dormir bien (la mitad no logra conciliar el sueño más de cinco horas al día) y sufrir calambres en las piernas.

Unos síntomas que, tal y como han asegurado diversos pacientes durante el encuentro organizado por la SES, hacen que la vida diaria sea casi una "tortura" porque, cuando son severos, no les permiten estar tumbados, ver la televisión sentados o, incluso, les hace que tengan que salid a la salir a la calle durante la noche para caminar.

LOS FÁRMACOS PIERDEN EFICACIA CON LOS AÑOS

En este punto, el experto ha recordado que, a veces, este síndrome se confunde con algunas patologías como, por ejemplo, la insuficiencia venosa, a pesar de que estos pacientes se encuentran bien cuando están tumbados y mal cuando están de pie mientras que en el SPI es al revés, ya que el movimiento hace que los síntomas desaparezcan.

La confusión, al igual que otras relacionadas con la patología, hace que esta enfermedad tarde años en ser diagnosticada. Además, la falta de investigación provoca que cuando se diagnostica y se trata los resultados obtenidos no sean del todo satisfactorios.

Y es que, según ha comentado el doctor García Borreguero, los agonistas dopaminérgicos son fármacos que funcionan "muy bien" a corto plazo pero cuya eficacia disminuye considerablemente pasados los años. "Estos medicamentos tienen unos resultados espectaculares a corto plazo pero pasado el tiempo los síntomas vuelven a aparecer y, además, de forma más severa que los que existían antes de empezar el tratamiento", ha enfatizado.

Por todo el ello, el doctor ha subrayado la necesidad de aumentar la investigación sobre esta enfermedad para desarrollar fármacos más eficaces, así como mejorar la formación entre los médicos de Atención Primaria y los especialistas para diagnosticarla antes. "Aunque se han hecho avances, el abordaje es todavía claramente insuficiente", ha zanjado.