El trap se hizo dueño del Bull Festival en su partido de vuelta
La actuación de C.Tangana fue lo más destacado de una segunda jornada que contó con una buena actuación de Antílopez y volvió a los clásicos, ya de madrugada, con SFDK y Raspsusklei
El Bull Festival empieza a coger identidad propia. Tras tres ediciones, más teniendo en cuenta el cartel de este año, ha quedado claro que si existe un evento musical heterogéneo en Granada, este tiene nombres y apellidos. Trap, indie, rock, pop, canción de autor, cada género plasmado con sus múltiples vertientes, han rondado los escenarios Graná Brugal y Bull este 2019, con una programación exquisita y ampliamente aceptada por un público realmente diverso. No en vano las más de 10.000 personas que se congregaron en el Cortijo del Conde este sábado, dando buena muestra del gusto musical de la ciudad y la petición constante de este tipo de eventos. Ya pueden tomar nota en el consistorio granadino. Los granadinos lo piden a gritos y, más allá de la Vega, la sensación a día de hoy es que Granada es una ciudad construida, aunque con sus achaques, por y para la música.
En lo que respecta a la jornada, el recinto respiraba cierto aire de segunda vuelta. Jóvenes y no tan jóvenes venían con unas ojeras importantes que tampoco fueron notorias dado el movimiento que se vivió desde prácticamente primera hora. El calor, dicho sea de paso, dio una tregua que no le vino nada mal a los asistentes más disciplinados.
En esta ocasión, Inés y los Inesperados, The Fixed y Carlota marcaron los primeros compases mientras se iban llenando las primeras cervezas. La extensión en horas del festival, casi 12 horas de continuo durante dos días, hace que sea especialmente remarcable la labor de aquellos que les toca conectar las primeras guitarras, pegar los primeros alaridos y arrancar los botes en frío. Valentía y un pundonor enorme que mereció, desde luego, el aplauso del público que allí se encontraba, mientras los botellones se acababan en las carreteras colindantes.
Por su parte, Antílopez se ganó la mención especial de la media tarde. El dúo de Isla Cristina sigue madurando con creatividad, buen gusto y una capacidad para trasvestirse de todos los modos posibles. Desde las musas en paro buscando poeta, a las palmas sordas o las guitarras tocadas al compás de la buena onda o el flamenco, los años van generando entre Félix López y Miguel Ángel Márquez como lo hacen con el buen vino. Un producto exquisito, refinado y con profundidad para resolver las dudas ya en casa, escuchando bien cada letra, cada idea de fondo. En fin, talento.
Ya acercándose las ocho de la tarde venía el primer grupo indie consagrado. Una extrañeza, tal y como apuntaban los Niños Mutantes en la noche del viernes. El Cortijo del Conde, acostumbrado a los tientos del Granada Sound, suele tener su cartel repleto del género. Dorian se presentó como uno más, pero distinto. Una buena mezcla, si tenemos en cuenta las cientos de personas que cantaban a coro el himno que les puso en todas las radios del país. 'A cualquier otra parte' es un tema atemporal, con una sintonía propia que carece de colectivos que lo sienten o no suyo. El que no la cantó fue porque tenía el cigarro a medio encender o se estaba terminando la cerveza, pero sonaría poco creíble decir que no se lo supieran.
Tras la actuación del grupo catalán, pasó Beret por el Graná Brugal con un corte más moderno, que hizo vibrar asimismo a un público que empezaba a acrecentarse y que hacía un poco más pequeño el recinto del festival.
Pasada la hora concierto aparecieron al otro escenario Mago de Oz. Una rareza para aquellos nacidos más allá del 2000, pero nostalgia pura para los adolescentes de la época. 'Fiesta Pagana' sigue siendo un himno inconfundible. Un canto a lo libertario que ya se empieza a apagar para algunos, quien sabe si incluso para el grupo que la compuso, pero que es una buena muestra generacional de lo que piensa ahora esa legión de quinceañeros a los que les acompañó las verbenas entre amigos y los primeros azotes de vida. Si ellos tenían el clero, quedó claro que el foso del Bull Festival tenía el sudor.
La velada, que fue calentándose con los ritmos de Juanito Makandé, tuvo su punto de inflexión con la llegada al escenario de C. Tangana. Si hablamos de algo generacional, el trap es el eje. El artista, que tiene tras de sí tanto acólitos como haters, sigue acaparando los focos y este sábado no pudo ser de otra manera. Ya fueran melónamos críticos o amantes del mainstream más evidente, lo que queda claro es que C. Tangana está de moda. Sus temas con esa voz apagada y una puesta en escena rompedora por contemporánea y transgresora por el sólo rugir lento de sus fans tiene un aire que atrapa. Una canción tras otra era coreada por los presentes, con una evidente sensación de éxtasis con 'Malamujer', de la que ya poco importa si es más, menos, poco o nada en el campo de la corrección política. Un triunfo del trap, de los nuevos tiempos, de la organización del festival y del propio artista, que colocó su actuación en el centro de la noche.
Con Eskorzo llegó el turno de los locales. Pogos, buena temperatura y una banda sudando a hierro. Granada sigue siendo el vivero de la música y los anfitriones, como no podía ser de otra manera fueron ellos. 'Pinta la pared', como tantas otras veces, hizo que temblara el suelo hasta en la sierra y las placas tectónicas quedaran bien preparadas para la llegada de otros clásicos foráneos.
A pesar de la sevillanía, los SFDK cuajaron y completaron el discurso empezado por Nach en la primera noche de festival. La madrugada se hizo dueña de los cuerpos y poco quedaba ya de energía llegando ya a las 3.00 horas. Rapsusklei se encargói de reactivar al púhblico con 'Kriptonita' y puso colofón a un festival que ya se ha hecho un hueco en las agendas de 2020 para gran parte de los asistentes en la variopinta noche de Bull Festival. Las entradas, para los más tempraneros, ya están a la venta.