El triste consuelo de que haya tres equipos peores
El naufragio rojiblanco en Anoeta estaba cantado y el que no lo viera venir o vive con una venda en los ojos hasta para ir al baño o se piensa que todo el monte es orégano. El Granada de Sandoval, por muchas buenas intenciones que haya tenido el técnico de Humanes, nunca ha llegado a cuajar. Y con catorce jornadas de Liga por delante, el discurso y las alabanzas ya no sirven de nada. Lo único que suma es ganar partidos, aunque sea con un gol en propia meta en el minuto 93, y las victorias de los andaluces en esta Liga se cuentan con los dedos de una mano.
Y mientras la espera se hace eterna hasta la decisiva «final» del domingo contra el Valencia, parece complicado que Sandoval termine la semana como entrenador del Granada, pero ese no es mayor problema. Lo peor es que ni Francisco ni Víctor Muñoz, los dos principales candidatos a ocupar su plaza, convencen a la planta noble nazarí. Así de triste pero así de real. Sí, una temporada más toca rezar y esperar un nuevo milagro para que el conjunto rojiblanco siga en Primera. Otro ambicioso proyecto con más nombres que realidades tirado al retrete que tendrá a los aficionados con el corazón en un puño y al equipo peleando por la permanencia hasta la última jornada. Y es que, una temporada más, el único y triste consuelo al que aspiramos los aficionados del Granada es a no estar entre los tres equipos más malos de Primera. Es lo que hay, nos guste o no.