Noche de puertas entornadas en Vox
La formación por Granada no valoró los resultados de las elecciones, que arrojan un chasco pese al crecimiento en la provincia y en la comunidad, y vivió la jornada con rostros serios
Las puertas de la sede de Vox en Granada han permanecido cerradas durante buena parte de la noche electoral, y cuando se abrieron, quedaron entornadas. La formación ha optado por el más absoluto hermetismo y ha analizado los resultados de los comicios en la intimidad. No ha habido más valoración del escrutinio que la realizada por Macarena Olona en Sevilla, si bien los medios de comunicación, los que quedaron tras la demora en la permisión del acceso, pudieron estar presentes. Los integrantes del partido se reunieron en el piso que emplea en el céntrico Paseo del Salón, con rostro serio pese a su crecimiento en Andalucía. Ganó dos escaños en el hemiciclo, uno en los términos granadinos. Unos guarismos que no hicieron real el "cambio" propuesto por la candidata alicantina y que no impidieron la mayoría absoluta del PP.
La noche cayó sobre el centro de Granada a la par que los datos arrojados por el escrutinio. En la sede de Vox, apenas asomó Ricardo López Olea, segundo en la lista, por el balcón mientras el recuento confirmaba que el crecimiento de la formación no le permitía acceder al gobierno. El partido ha sumado por Granada un asiento más de los que logró rascar en 2018, cuando la formación irrumpió por primera vez en el hemiciclo. Unos resultados que se traducen en más de 15.000 votos granadinos ganados. En total, ha pasado de ostentar 12 butacas en el Parlamento a disponer de 14, con el respaldo de casi medio millón de andaluces, pero con una distancia abismal con respecto a lo esperado. López Olea será junto a Olona quienes representen a la formación por la provincia en San Telmo.
A pesar de ello, no se esbozaron muecas de satisfacción. Algunos apoderados pasaron por el piso del partido pasadas las 21:30 horas, pero, tras una estancia breve, la fueron abandonando con semblante contrariado y en un solemne silencio, en su mayoría. El chasco era evidente. "Todo el mundo dice lo mismo: hemos hecho una campaña de mierda y se han metido en camisa de once varas", comentó uno de los integrantes del partido que se saltó el mutismo. En la terraza, la bandera de España permanecía instalada junto al cartel electoral con el que el partido afrontó la campaña, pero inmóvil, sin viento que la hiciera ondear.
A partir de las 22:45 horas, fueron llegando los responsables del partido y los integrantes de la lista por Granada, a excepción de Macarena Olona -viajó a Sevilla tras votar en Salobreña-, una vez cerraron la jornada en los colegios electorales. Desde media hora antes, estaba previsto el acceso de los medios de comunicación allí presentes, aun sin convocatoria, para palpar el ambiente en la formación granadina. La mitad de los representantes de la prensa que se desplazaron hasta el lugar, sin embargo, se marchó ante la negativa del partido a permitir su entrada entonces.
Cuando la prensa pudo acceder, en el piso solamente rompía el silencio un ventilador con el que el partido trataba de combatir el calor. Alrededor de 20 integrantes de la formación se encontraron en la sede para escuchar con atención, brazos cruzados y miradas perdidas en el suelo, el discurso de Olona, que fue proyectado en una gran pantalla sobre la mesa que preside la sala principal de la vivienda, a la derecha de una foto del rey y la bandera de España. En su intervención, ha afirmado que "viene para quedarse" en el gobierno autonómico y ha prometido "demostrar" a sus votantes "que Vox cumple".
Quienes fueron llegando recibían un serio saludo, que tornó en abrazos cordiales ya bien entrada la noche, y se sentaban en las sillas plegables preparadas para la ocasión, mientras la secretaria revisó las actas de cada colegio. Entre los corrillos, un repaso a lo vivido en cada sede electoral y la única complacencia de que el PSOE no gobernará en Andalucía. "No era lo que esperábamos", reconocían entre sí. "¿Bajamos y tomamos algo?", se emplazaron para zanjar la noche y lidiar con el bajonazo.