La comunidad británica de Granada mira a las elecciones de este jueves en el Reino Unido
Aidan, escocés; Josh, norirlandés, y Katy, inglesa, todos residentes en la provincia, intercambian impresiones en los primeros comicios tras el Brexit
Reino Unido decide este jueves su futuro político en unas elecciones generales que serán las primeras desde que se hizo efectiva la salida del país de la Unión Europea. También se trata de los primeros comicios nacionales bajo el reinado de Carlos III. Y todo ello con las encuestas pronosticando desde hace meses un aplastante triunfo del laborista Keir Starmer tras catorce años de gobierno tory repartidos entre David Cameron, quien impulsó la consulta del Brexit y el referéndum de independencia en Escocia; Theresa May, que invocó el artículo 50 del Tratado de la UE que otorga un plazo de dos años para la salida de la Unión; Boris Johnson, bajo el que se consumó el Brexit el 31 de diciembre de 2020; Liz Truss y el actual primer ministro Rishi Sunak.
Con 6.573 residentes en Granada, la comunidad británica es la tercera más numerosa de la provincia tras Marruecos (18.161) y Rumanía (8.267). GranadaDigital ha hablado con tres ciudadanos de este país –uno por cada una de las home nations, o naciones constituyentes, a excepción de Gales, para la que no ha sido posible encontrar ningún voluntario– de cara a testar sus impresiones en la trascendental cita con las urnas de este 4 de julio.
Aidan Shearer. Escocia. 26 años. Traductor.
Quien más quien menos en Granada sabe ya quién es Aidan Shearer. Llegó a la ciudad en un programa de intercambio desde la ciudad escocesa de Kilmarnock y, enamorado de su encanto, hizo todo lo necesario por quedarse aquí. Antes de establecerse definitivamente en la capital hizo parada en Málaga, pero su pasión por el Granada CF, del que no se pierde ni siquiera un partido fuera de casa y cuyo abono ha renovado ya en el primer día de campaña pese al descenso, agudizó su capacidad para encontrar la manera de volver a vivir a las faldas de la Alhambra. "La verdad es que me cuesta encontrar una foto en Granada que no sea con la camiseta del equipo", reconoce sobre el que es uno de sus dos equipos –el otro es el Kilmarnock FC– entre risas.
Como tantos otros británicos, Aidan sigue de cerca estos días la actualidad política de su país. Tiene ganas de participar y de que haya un cambio. Tantas que es uno de los miles de ciudadanos del Reino Unido que usará el llamado voto proxy. Esto es conceder a otra persona el derecho a votar por uno mismo. En su caso, lo hará su hermano. "Me gusta ver los resultados en directo y mi hermano va a votar por mí. Esto seguro al 90% de que el Partido Laborista ganará con una amplia mayoría, aunque nunca te puedes fiar de las encuestas", comenta a GranadaDigital.
A sus 26 años, Aidan achaca el panorama que dibujan los sondeos al hecho de que "hay gente que ya está harta del Gobierno conservador, y también otras personas que no están contentas con el acuerdo del Brexit, motivos por los que creo que obtendrán menos escaños". Ejemplifica con la ausencia de un galés en este reportaje el daño causado por la salida de la UE: "No es lo que yo opino, sino un hecho. Cada vez es más difícil encontrar británicos en España. Un irlandés puede venir cuando quiera, pero nosotros necesitamos noventa días y un permiso de trabajo". Pese a ello, admite, que "además de los laboristas, Reform UK –siglas del anterior Partido del Brexit comandado por el populista fundador del UKIP Nigel Farage– también tendrá un buen resultado". Con todo, reitera que "nunca se puede confiar en las encuestas, que ya fallaron en el referéndum de Brexit y también en el de la independencia escocesa".
Porque en el complejo sistema político del Reino Unido también deambula siempre la llamada 'cuestión inglesa', que no es más que la paradoja de que los diputados de Escocia, Gales e Irlanda del Norte puedan votar en la Cámara de los Comunes sobre cuestiones locales que atañen sólo a Inglaterra –que no al conjunto del Reino Unido– al ser esta la única nación constituyente sin parlamento propio, pero en ocasiones no con exclusividad sobre las que afectan a su propio territorio. Por eso, los partidos independentistas también juegan un papel decisivo en los engranajes del poder en el país. Y en Escocia, desde hace algunos años ya, domina y encadena victoria el Scottish National Party (SNP), que para Aidan es el favorito a ganar las elecciones en su país: "Creo que lo hará, aunque con menos escaños por los problemas internos que han tenido". En cualquier caso, insiste en que "será interesante ver los resultados".
Josh Devlin. Irlanda del Norte. 27 años. Cocinero.
¿La segunda ciudad más grande de Irlanda del Norte se llama Derry o Londonderry? Esta polémica etimológica funciona habitualmente como enardecedor del debate sobre la soberanía política del país situado en la región del Úlster. Con excepciones y muchos matices, en general los unionistas llaman a la ciudad Londonderry –fórmula que incluye la palabra London, el nombre en inglés de Londres– y los nacionalistas prefieren decir Derry. Dicho topónimo es el elegido por Josh Devlin cuando se le pregunta su lugar de nacimiento, lo que en principio no interfiere demasiado con el hecho de que reconozca que este jueves votará al Sinn Féin (Nosotros mismos, en irlandés), la principal formación independentista y de izquierdas norirlandesa.
"Estaré en casa durante las elecciones, así que votaré por el Sinn Féin. No sé quién ganará, pero prefiero que los conservadores salgan del Gobierno", reconoce este joven cocinero de 27 años que llegó a Granada para aprender español a la par que buscaba trabajo. En opinión de Josh, el Brexit ha dejado "algunas cuestiones comerciales y fronterizas que siguen sin resolverse". Eso y el problema de las "enormes listas de espera del Servicio Nacional de Salud (National Health Service o NHS, por sus siglas en inglés)", uno de los mejores del mundo pero cuyas prestaciones se han visto gravemente mermadas en los últimos años. No en vano, considera que este último hecho "tendrá un claro efecto sobre el resultado de las elecciones".
E incluso va más allá al opinar que "los resultados de las elecciones podrían generar más debate sobre un posible referéndum para la República de Irlanda e Irlanda del Norte", una cuestión que en Escocia se abordó con la consulta de 2014 que finalmente salvó in extremis el unionismo, pero que ni en la isla ni en Gales aún se ha llevado a las urnas. Tampoco en Cornualles, un condado inglés que reclama una agenda soberanista similar a la que propició el proceso devolucionista en las tres home nations británicas al margen de Inglaterra. Josh no se fía de las encuestas, "históricamente inexactas", y avisa de que "las campañas y los acontecimientos en el último minuto pueden marcar una gran diferencia", por lo que tampoco se atreve a realizar un pronóstico y se limita a opinar que "nunca está perfectamente claro lo que va a pasar". No obstante, incide, en que prefiere un triunfo de los laboristas o los liberales: "Sólo espero que quien quiera que entre, haga un cambio positivo aquí en Irlanda del Norte".
Katy Bird. Inglaterra. 31 años. Profesora de inglés.
Las cuestiones nacionales se diluyen en Inglaterra. Es la única de las cuatro naciones constituyentes del Reino Unido que no tiene –y por el momento parece que tampoco quiere– parlamento propio, por lo que la política del conjunto del estado probablemente tiene un plus de importancia que en el resto de los territorios británicos. Muy cerca de la mencionada Cornualles, en la región Sudoeste de Inglaterra, Exeter se erige como un bonito enclave de unos 130.000 habitantes dentro del condado de Devon. Allí nació Katy Bird. Esta inglesa de 31 años conoció Granada en un erasmus mundus y, como tantas otras personas, después decidió quedarse seducida por el embrujo de la ciudad. Analiza las elecciones más allá del Brexit y también huye del ruido de las encuestas.
Sobre lo primero, opina que "cualquiera que tenga un pequeño negocio debe estar harto de cómo le ha ido con el Brexit, ya que tiene que pagar aranceles más altos que antes". La inmigración jugó un papel fundamental en el voto antieuropeo durante aquel referéndum. Y con píldoras de deliberado humor británico, aunque pueda sonar un poco a tópico, Katy tira de sarcasmo para asegurar que "imagino que algunas personas para las que la inmigración fue su principal razón para votar Brexit, deben estar enfadadas porque el número de inmigrantes ha aumentado". De igual forma, considera que "otras personas que trabajan en el sector público pueden sentirse enfadadas por el Brexit, "ya que ha obligado a muchos europeos que trabajaban en profesiones sanitarias a marcharse, por lo que ahora hay una escasez que el Gobierno no ha sido capaz de cubrir debido a que no se puede formar a este tipo de profesiones de la noche a la mañana".
Pese a lo anterior, descarta que el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea vaya a tener "demasiada importancia en estas elecciones generales". Lo que a su juicio "ha causado todo el daño de los últimos catorce años ha sido la austeridad que ha desamparado nuestras infraestructuras". Y, no en vano, remata afirmando que "hay prioridades mucho mayores de las que preocuparse ahora mismo antes que del Brexit". Piensa que los laboristas recuperarán Downing Street casi tres lustros después del Gobierno de Gordon Brown, aunque en su opinión "no será una victoria aplastante".
"Supongo que habrá gente que antes votaba a los conservadores y que ahora votará a los reformistas. También creo que muchos votantes laboristas votarán al Partido Verde porque son el único socialista que queda y porque son el único partido que promete apoyar un alto el fuego inmediato en Gaza", barrunta. Una disección que hace más fácil entender por qué Katy no cree que "vayan a cambiar mucho las cosas si el futuro gobierno es laborista". "No tomarán medidas drásticas, como se puede ver en sus promesas manifiestas, sino que introducirán algunos ligeros retoques en lo que tenemos actualmente, sin diferencias significativas", sostiene antes de proclamar que "necesitamos una reforma masiva para marcar alguna diferencia. Los hospitales no tienen capacidad, las escuelas tampoco y ninguno de los servicios da abasto".
Un sistema electoral uninominal con 650 circunscripciones
El sistema electoral británico funciona de manera muy distinta al español. A diferencia de los 350 diputados del Congreso, en el Reino Unido se elige a 650 para la Cámara de los Comunes, la cámara baja británica. Pero además, cada uno de ellos ha ganado en su circunscripción, que es uninominal y por tanto sólo reparte un escaño independientemente del tamaño demográfico que tenga, mientras que en España hay una por provincia y varios escaños en juego en cada una de ellas en función de la población. De esta forma, se fomenta el contacto directo entre votante y diputado, pero se propicia que la correlación de fuerzas sea exageradamente mayor que el porcentaje de voto válido cuando hay una tendencia tan clara como la que ahora parece que llevará al poder a los laboristas. O ejemplificado con un caso práctico, ganar por un voto en una circunscripción pequeña asegura el mismo botín –un escaño– que por miles de votos en una con millones de electores.