En el fondo te va la marcha… y lo sabes
La enorme ventaja de ser la consejera sentimental oficial de todos mis amigos es que se aprende muchísimo sobre las relaciones y el comportamiento humano.
Mis conversaciones ‘piscineras’ están dando para mucho últimamente y ¿sabéis algo? He llegado a una conclusión: a los seres humanos nos va la marcha.
Me explico: las personas tienden a ‘colgarse’ de quien no les ofrece posibilidad de ser felices.
Es así. Conoces a alguien que te gusta y desde el primer momento sabes que eso no va a ir a ninguna parte, pero ahí sigues ‘a pico y pala’ empecinado/a en que eso salga adelante… porque tiene que salir adelante… y ya está.
Y cuanto más te ignoran, peor te tratan o menos te valoran, más quieres darle la vuelta a la tortilla y conseguir un éxito que realmente es imposible.
¿Te lo tomas como un reto personal?
¿No quieres estar solo/a por nada de este mundo?
¿O simplemente no te quieres?
Yo estoy llegando a la conclusión de que es una mezcla de las tres cosas.
De hecho, conozco personas que dejan pasar oportunidades de tener relaciones donde serían plenamente felices por seguir intoxicadas de falso amor. Y digo falso amor porque si el hecho de querer a alguien hace que te sientas peor contigo mismo/a, eso no es amor, es toxicidad pura.
No nos gusta ser rechazados, nuestro ego sufre.
Nuestro yo hedonista y banal responde a este rechazo diciendo: “¿Cómo no me vas a querer tú a mí? Por supuesto que me tienes que querer… y me vas a querer aunque me tenga que dejar los dientes en el intento”.
Y te enganchas a un anzuelo invisible, un anzuelo que tu subconsciente ha creado y que hace que nades en sentido contrario a la realidad y que cada vez te agotes más, que cada vez duela más.
Y cuanto más duele, más te enganchas.
Ahora viene la segunda parte: el pánico a la soledad.
Desde pequeños se nos mete en la cabeza que la realización plena de un ser humano es encontrar una pareja, tener hijos y ser felices para siempre. Las películas románticas tampoco ayudan… Lo cierto es que el amor de película, trasladado a la realidad rozaría un poco el acoso, ¿no creéis? Pero bueno… eso lo dejaré para otro artículo.
Volviendo al tema de la soledad, la realidad es que muchas personas no saben estar solas y esto hace que se agarren a un clavo ardiendo. Y eso nos llevaría a la tercera parte: ¿Acaso no te quieres a ti mismo? La respuesta es un rotundo NO.
Y esta es la clave de todo. Porque una persona que se quiere a sí misma está en equilibrio y eso la lleva a saber querer bien a los demás.
Las personas que se quieren a sí mismas no necesitan el refuerzo de un tercero para sentirse realizadas.
Las personas que se quieren a sí mismas comprenden y aceptan que no pueden gustar a todo el mundo y, por tanto, aceptan un no y saben alejarse cuando la situación empieza a volverse tóxica.
Las personas que se quieren a sí mismas también desean una pareja, por supuesto, pero aceptan la ‘soledad’ porque saben que también es necesaria y que es mejor estar solo que mal acompañado.
Las personas que se quieren a sí mismas saben que una relación es cuestión de dos y que, por lo tanto, todo ha de ser bidireccional.
La moraleja después de todo este rollo, es que conocerte a ti mismo, quererte y respetarte es la única clave para conseguir ser feliz. Es fácil decirlo, pero es un trabajo duro y constante que a la mayoría se nos olvida.
¡Empezad a entrenar!