En el nombre del padre
Belfast: una ciudad triste, una ciudad perdida. Si eres católico estás marginado. ¡Márchate! ¡No busques nada aquí! El ejército británico y el IRA harán de tu vida lo que quieran.
Belfast, años setenta. En Irlanda del Norte se está viviendo una gran espiral de violencia. Gerry Conlon es un joven muchacho de familia católica, sin apenas oportunidades de progresar en su país y se dedica a hacer pequeños robos para matar el tiempo junto con sus amigos. El problema viene una tarde, cuando el ejército británico le confunde con un terrorista del IRA comenzando una caza y captura por las calles. Los católicos de mayoría independentista ya están acostumbrados a estas continuas presencias militares y ayudan a Gerry a escapar mediante un sistema de callejones que conectan varias viviendas.
Su padre Giuseppe, asustado por los acontecimientos decide pagarle un viaje en barco a Londres. Allí tiene una tía suya y varios primos, amén de mejores oportunidades de encontrar un oficio. Pero Gerry tiene en la cabeza “el amor libre” y las drogas, así que el viaje a Londres va a ser una gran oportunidad para salir y experimentar.
En el barco Gerry se encuentra con un amigo (Paul Hill) de su infancia: genial. En Londres se dirigirán a una comuna hippie y harán sus sueños realidad. Al entrar y ser aceptados en la comuna la única regla con la que se encuentran será la siguiente:
“ni normas ni leyes”.
Pasan los meses, el amor libre circula por toda la comuna pero uno de sus integrantes siente celos. Esos celos serán claves para desatar la desgracia…
Un día estallan dos bombas en varios pubs de la ciudad inglesa de Guildford y el atentado se le atribuye al IRA. El problema es que el que padece de celos siente su oportunidad de vengarse, y acude a la policía a comentar que Gerry y su amigo Paul siempre andaban hablando de Irlanda del Norte y del grupo terrorista. A la policía no hay que darle más detalles, la esquizofrenia de la época hace que en poco tiempo Gerry sea detenido junto a otros tres integrantes de la comuna: Paul Hill, Paddy Amstrong y Carole Richardson.
Las leyes especiales antiterroristas que en los setenta aprobaron varios Estados europeos no fueron más que auténticas aberraciones jurídicas. Los actos que permitían aquellas leyes sin ningún tipo de control judicial eran entre otros los registros, las escuchas, la apertura de correo privado, las detenciones preventivas prolongadas y los interrogatorios sin presencia de abogados.
Es aquí cuando nos tenemos que detener un poco para analizar el papel de la opinión pública. Estos dos atentados conmocionaron a la sociedad británica y a los medios de comunicación que exigían la inmediata captura de los responsables. Los cuerpos policiales estaban especialmente presionados, y la inmediatez por buscar a los responsables (aunque no hubiera pruebas reales) primó ante todo. ¿Es la presión de la opinión pública un arma de doble filo que a veces puede ayudar y en otras conducir a errores imperdonables?
Y es ahora cuando empieza la verdadera tortura. Gerry se enfrenta al igual que sus amigos a largas horas de interrogatorios con palizas, abusos policiales y maltratos. Parece que el inspector Dixon, que está al mando de la operación no le importa tanto la verdad sino dar una respuesta rápida a la sociedad británica que demanda venganza. Las torturas tarde o temprano tienen éxito y los cuatro acusados firman el consentimiento de culpabilidad para evitar más sufrimiento.
La farsa engorda considerablemente cuando detienen al verdadero terrorista causante de los atentados de Guildford. Ya por estas alturas han encarcelado a Giuseppe, el padre de Gerry, a su tía, y a sus primos por colaboración terrorista.
No serán días fáciles en la cárcel. Gerry y Giuseppe compartirán celda. Gerry no querrá colaborar con la ayuda que la abogada le ofrece, pero ésta midiendo muy bien las palabras le dirá:
“Lo que está matando a tu padre es la falta de fe en ti mismo”
Dirigida por Jim Sheridan y estrenada en 1993, En el nombre del padre es una producción que conseguirá que el espectador se involucre en el argumento y tome posición ante la injusticia que sus ojos percibe, llegando a un final conmovedor.
La película es una gran experiencia del arte cinematográfico. Todos los intérpretes plasman unos magníficos papeles y como consecuencia la historia se convierte en real, en una historia viva.
Es una película que nos enseñará la debilidad de las Instituciones democráticas, el gran impacto que tiene la opinión pública ante los actos terroristas, y la fragilidad del Estado de derecho. Pero también nos hablará de la valentía cuando se ha perdido todo o mejor dicho, cuando te han robado todo. Nos hablará de la esperanza que al principio desaparece y poco a poco asoma su cabeza cuando Gerry recupera la fe en sí mismo. Es una historia de superación frente a la adversidad nacida en un contexto difícil, pues no fue fácil vivir en Irlanda del Norte.
Así pues, la Irlanda del Norte que reflejan las escenas del film nos muestran un Estado dividido. Por un lado se encuentran los católicos y por otro los protestantes. Los católicos son de tendencia independentista, se hallan marginados y maltratados por los protestantes, y apenas les queda futuro. Grandes grupos de personas se marchan diariamente del país en busca de un trabajo o al menos con la esperanza de que sus vidas cambien a mejor.
Sabemos que la desigualdad en las sociedades constituye un caldo de cultivo perfecto para el incremento de la delincuencia, y del nacimiento de grupos terroristas que quieran combatir esa desigualdad mediante la imposición violenta de un sistema político diferente. De ahí que en Irlanda del Norte creciera es los setenta los niveles de delincuencia y que el grupo terrorista IRA reforzara sus filas ante un ambiente creciente de crispación y violencia.
A esto hay que añadir el triste “Domingo Sangriento” ocurrido en 1972 en la ciudad norirlandesa de Derry. Se había convocado una manifestación pacífica a favor de los derechos civiles y en contra del encarcelamiento sin juicio de sospechosos de pertenecer al IRA. Un pequeño grupo de manifestantes empezaron a lanzar piedras al ejército británico. Los soldados en principio respondieron con gas, balas de goma y agua a presión.
¿Hasta dónde puede llegar el absurdo uso de la violencia?
Instantes después el ejército británico abrió fuego contra la multitud. Como consecuencia 14 personas murieron y más de treinta fueron heridas. Estos hechos quedaron grabados en la mente de los norirlandeses; ver al ejército disparando a civiles sin piedad. Evidentemente fue otro caldo de cultivo perfecto para que el IRA incrementara sus atentados.
Para finalizar, Gerry Conlon y sus amigos de la comuna existieron. Se les conoce como “Los cuatro de Guildford”. A pesar de que no hubo pruebas fueron condenados a cadena perpetua en 1975. El desarrollo de la película nos dirá que pasará con todos ellos.
“Ve y vive hijo, es el mejor consejo que puedo darte”
Un artículo de Cineptos Zinescrúpulos escrito por Mario Blázquez