En Granada aún se venden discos y estas son las tiendas
Pese a la crisis del sector, debida a las descargas y a las plataformas digitales, algunos establecimientos se mantienen y reconocen que "les da para vivir"
Jason Ringenberg tuvo una cierta cuota de éxito cuando, en los años ochenta, lideró la banda Jason & The Scorchers. Hoy, como decían del El equipo A, sobrevive como soldado de fortuna cantando en pequeños locales y armado sólo con su guitarra. El tal Jason tiene un humor sarcástico y lo saca a pasear en sus directos. Entre tema y tema, suele recordarle a la gente que “en tiempos remotos, se vendían discos”. La gente ríe y entonces él hace el doble mortal y cuenta que la cosa iba aún más allá: "Entraban a unos lugares llamados tiendas de discos a comprarlos”. Su comentario arranca no pocas carcajadas.
Es un hecho que las descargas en internet (legales o ilegales) y la aparición de plataformas como Spotify mermaron las ventas en las tiendas, hasta el punto de que muchas desaparecieron. En Granada, sin ir más lejos, cayeron Krisis, Megamusic, Discocinta… Pero algunas se mantienen y quienes las llevan dicen que les da para sobrevivir y hasta para vivir. Con el deseo de una larga andadura para todas ellas, GranadaDigital repasa su trayectoria:
Gran Vía Discos:
Abrió hace cuarenta años con el nombre de Discos Ojeda, que primero estuvo en la esquina de la Plaza Nueva y la calle Elvira, que luego cambió de emplazamiento y que, ya en 1999, tomó su actual denominación. La llevan Celine Bueno y su padre, Felipe Bueno, un profesional que lleva en la música desde hace 43 años. Fue distribuidor de sellos como Ariola, Emi y Sony y vendiendo discos conoció a la que ahora es su mujer, que trabajaba en otra clásica de Granada que también desapareció, Discos Callejas.
Está en un lugar excepcional, aunque más pequeño que cuando abrió: la crisis le obligó a vender la mitad de su espacio en 2003, el establecimiento tiene mucho material de música flamenca, que los turistas agradecen mucho. También tiene cedés y, sobre todo, elepés. “Es lo que más estamos vendiendo ahora, lo que más demanda la gente joven”, resalta Felipe Bueno, que sostiene, como otros muchos, que ese formato sobrevivirá al compacto.
En la tienda hay camisetas, instrumentos o chapas, pero todo ello de temática musical “porque no queremos ser una tienda de souvenirs”. Dispone de material antiguo y de novedades, en flamenco y en pop-rock. Lo que ha cambiado es la forma de adquirirlo. Antes, las discográficas imponían una cuota de compra a las tiendas en función de su tamaño (por ejemplo: si era grande y potente, tenía que quedarse con 28 ejemplares del último de Julio Iglesias, y ese dato es absolutamente verídico) y ahora es el vendedor el que las encarga. Y por supuesto no se pilla los dedos. “Yo encargo diez o quince unidades y si luego veo que me hacen falta más, hago otro pedido”, explica.
Festival Discos:
En la calle Príncipe, entre la Plaza del Carmen y la plaza Bib Rambla, tiene el siguiente lema: “Si existe, se lo conseguimos”. Está al cargo Francisco José Gómez Molino, que lleva 44 de sus 58 años en el negocio. Primero, en el Bazar Linde, que daba a Reyes Católicos y tenía una sección musical. Después, ya en Festival pero en otro local a sólo unos metros del actual, fundado hace ocho años.
Allí dentro predomina la música clásica, un género que, según el propietario, ha tenido a Festival “a la vanguardia no sólo nacional sino europea”. El flamenco también ocupa buena parte de sus estanterías. “Es un estilo riquísimo y que tiene un público amplio y variado porque abarca muchísimo: no sólo está el flamenco puro, sino la fusión con el jazz o el rock, su relación con música mucho más antigua, con la sefardí…”, indica.
Gómez Molino tiene claro que si algo ha hecho sobrevivir a su tienda ha sido la especialización. “Por un lado, porque viene gente que casi ha desistido de tener el ejemplar que busca y nosotros se lo encontramos, porque tenemos cauces y vías de búsqueda que otros no”. Por otro, porque aquí, el aficionado puede encontrar once siglos de historia, así que si le gusta el flamenco será raro que salga sin un disco”, sentencia.
En cuanto a la influencia de internet en las ventas, tiene claro que ha sido y es “una bomba”, pero no sólo para los discos “sino en general para el comercio físico en todo el mundo, porque ha eliminado prácticamente las redes de distribución. Ya casi no hace falta un punto físico de venta, basta con una buena página web”.
Bora-Bora:
No coincide en eso último Gonzalo Tafalla, uno de los propietarios Discos Bora-Bora, en la Plaza de la Universidad. “Internet no es un demonio, es una herramienta de promoción que te permite, por ejemplo, no ir a ciegas a un concierto. Ahora puedes ir y luego decides si te compras el disco de ese artista o ese grupo”.
Gonzalo y su pareja, Mariajo De la Cruz, tuvieron la osadía de montar la tienda en septiembre de 2012, en plena crisis. Siete años después, todavía no han podido ponerse un sueldo “pero al menos nos da para pagar las facturas, irnos alguna noche a cenar y cosas así”, resume el propietario.
Coleccionistas empedernidos, la idea de crear Bora-Bora les vino cuando dieron con un lote “brutal” de elepés y singles a muy buen precio. Buscaron un local y se dedicaron inicialmente a la venta de material de segunda mano; pero después, a la vista de que había demanda, también adquirieron discos nuevos. Al igual que Festival, no se pasan en eso: “Preferimos pedir lo justo a quedarnos con un stock con el riesgo de que nos lo comamos”, dice.
Bora-Bora se ha caracterizado desde su nacimiento por dedicar la mayor parte de su espacio al pop y al rock y también por ser un sitio con iniciativa, con ganas de moverse. Por eso montaron en la tienda lo que llaman showcases, actuaciones de bandas, normalmente en formato acústico, que sirven de reclamo para que lleguen clientes “que tenían muy olvidado eso de ir a una tienda de discos” y para que éstos, si lo tienen a bien, se lleven discos, camisetas o libros de temática musical, que también los hay. Y bastantes.
“Hemos tenido más de 400 conciertos aquí en este tiempo”, relata Gonzalo. Por el pequeño escenario han pasado desde Dani Martín hasta Sex Museum, pasando por Paul Weller, que participó en una fiesta privada a la que se sumaron, entre otros, Antonio Arias y Juan Codorníu, ambos de Lagartija Nick.
Con el grupo paralelo al que pertenece este último, Valparaíso, Bora-Bora comenzó el año pasado otra aventura: un sello discográfico que ya tiene en el mercado cinco referencias y está a punto de publicar otras dos.
Siempre en elepé, que les da más alegrías que el cedé. “Entiendo que para muchos es incómodo eso de pinchar la aguja, darle la vuelta al disco… Pero es como cuando vas en un coche antiguo pero muy bueno, que llegas más tarde a tu destino pero disfrutas más del paisaje. Aunque admito que cada formato tiene su momento”, matiza.
All se pueden encargar discos, tanto nuevos como de ocasión, y eso les satisface, pero no tanto como ver entrar a aficionados que tienen la misma costumbre que Gonzalo y María José: “Nosotros, cuando vamos a otra ciudad, una de las primeras cosas que hacemos es visitar sus tiendas de discos. Aquí han entrado turistas rusos, ingleses, israelíes… Está muy bien eso”, concluye.
Marcapasos:
Clásico entre los clásicos, el local de la calle Duquesa empezó a funcionar en enero de 1985. Detrás del mostrador hay otra pareja, la formada por Pepe Mármol y Lola Rosales, dos personas que entienden de música y la viven con pasión.
Allí conviven jazz, soul, rock, reggae, rap y, para resumir, todo tipo de estilos, que se ofrecen tanto en elepé como en cedé. La oferta se completa con camisetas, tocadiscos y libros musicales.
“El espíritu de la tienda lo resumimos en una frase: Unidad musical de cuidados intensivos”, comenta Pepe Mármol, que entiende que la tienda no sólo sirve para vender sino también “para estimular el apetito musical” y para asesorar al cliente y actuar “como una brújula telepática de un mágico buscador avanzado”.
Pepe y Lola son dos profesionales y lo que buscan es que el cliente salga satisfecho, no vender por vender. A algunos, sobre todo a los más habituales, les han llegado a decir: “Mira, éste no te lo lleves porque a ti la música de este estilo no te gusta”. Lo cual es una ventaja porque para despilfarrar el dinero siempre hay tiempo.
Además, si no está en las estanterías lo que uno busca, ellos son muy capaces de remover cielo y tierra hasta encontrarlo, y eso es otro punto a su favor. Como lo es que el trato siempre sea agradable y que de fondo suene casi siempre buena música. Tienen muy buen gusto.
Pepe Mármol recuerda cómo era la tienda antes de internet: “Viajábamos a menudo para estar al día y abastecernos de material difícil de conseguir, de ediciones especiales, de exclusivas y avances promocionales. Nos comunicábamos con los proveedores por teléfono fijo y, sobre todo, por fax. Algunos nos presentaban los discos pinchándolos por teléfono”, comenta, quién sabe si con un punto de nostalgia asomando entre sus palabras.
Como todos, o por lo menos como todos los que se han empeñado en sobrevivir en medio de la crisis, ha tenido que diversificar sus servicios. De ahí que hayan organizado conciertos en formato acústico o presentaciones de libros. Y para su suerte, han revertido la relación con internet de forma que, en vez de enemigo, sea aliado. Desde 2010, Marcapasos funciona como tienda virtual y desde su web envía discos a toda España.
Otras:
No son exactamente tiendas de discos, pero también comercian con ellos. Subterránea, en la calle Horno de Abad, se dedica fundamentalmente al cómic, pero ofrece bastantes elepés (y algún cedé, aunque ya pocos) y libros musicales. Bucear en sus cubetas permite encontrar material inflamable y curiosas recopilaciones de añejo pop español, de aquella época en la que se hablaba de los yeyés.
Reciclaje, en la calle San Jerónimo, vende libros de todo tipo y reserva bastante espacio para discos en formato vinilo y para cedés. Son de segunda mano, como el nombre del local ya sugiere, y a menudo ofrece auténticas gangas.
Tech On: Ya no es una tienda de discos, pero aún los tiene. Se localiza en la calle Montalbán y se dedica a la música tecno en todas las variantes habidas y por haber, que no son pocas. En realidad, son elepés de su propietario, no los vende excepto a amigos y por internet. Él se dedica a grabar, porque aquello es más que nada un estudio, y también pincha en locales.
El Corte Inglés y FNAC: Tienen departamentos de música y están razonablemente bien surtidos. Destaca, en ambos casos, que cada vez dedican más espacio a los elepés, tanto los nuevos (porque, hay que insistir, se siguen sacando) como a las reediciones, cuidadas y en vinilo de 180 gramos.
Loop: Es un bar de copas de la calle San Matías, pero el cliente tiene a su disposición un buen surtido de vinilos, la mayoría de 180 gramos y de artistas que no suelen copar las listas de éxitos, como Black Flag, TV Personalities o Fugazi. Comprobado empíricamente: cuantos más whiskys consuma el usuario, más ganas tendrá de pillar un elepé.
Tiendas de segunda mano: Hay varias y es casi imposible citar a todas. Por mencionar sólo dos: la de la calle Navarrete, paralela a la Gran Vía y cerca ya del cruce que lleva a San Juan de Dios; y la de la esquina de Gran Vía con Tinajilla, donde hay elepés a un euro y también estampas del que llaman Santo de Huétor Santillán. El caso es no irse de allí de vacío.
Comentarios
2 comentarios en “En Granada aún se venden discos y estas son las tiendas”
Pablo
27 de septiembre de 2019 at 19:36
Estimado Guillermo. Felicidades por su articulo, únicamente indicar que en la época de los 90 y de los 00, había una tienda de discos muy importante en Granada y a nivel nacional, que era discos Tipo, la llevaba Pablo Román, un enamorado de la música en su género, qué por desgracia, no está con nosotros.
José
20 de octubre de 2019 at 20:21
Sin duda! Allí mismo compré mis primeros discos de vinilo. Una gran perdida, tanto en lo personal como en lo profesional.