En pelotas por Gran Vía

El hombre que acostumbra a pasear desnudo por las calles de Granada lleva meses desaparecido de nuestras vidas

olmo desnudo patio Arrayanes Alhambra Foto Pilar Morales
Imagen del hombre desnudo en la Alhambra | Archivo
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Hay un tío que se pasea desnudo por Granada. Todos lo sabemos. Lo hemos visto deambular con paso firme por las calles más céntricas, tomar tranquilamente el sol en los parajes más concurridos, subirse a lo alto de las fuentes y correr dando saltitos por los Palacios Nazaríes. Casi podríamos decir que se ha convertido en un elemento más de nuestra turística ciudad, puesto que, meses atrás, guiris y extranjeros giraban hacía él el objetivo de sus cámaras fotográficas cuando atravesaba como si nada sus grupos guiados.

No es que me preocupe demasiado, pero hace tiempo que no lo veo. Y eso que ahora, encerrados en nuestro maravilloso municipio, debería ser más fácil tropezarse con él. Más aún cuando, incauto de mí acompañado de mi mujer e hijas, recorro con frecuencia los rincones más pintorescos de la ciudad, zona de concurrencia del desvestido individuo. Bajo Albaycín, Calle Elvira, Plaza Nueva, Paseo de los tristes... Hasta la Alhambra y el Sacromonte. Y nada, no hay rastro de él. No sé si se habrá contagiado de la COVID-19, ya que falta de ropaje le hacía pasear sin mascarilla. O quizá sean los primeros fríos de este tardío otoño los que lo retengan en casa, puede que hasta con pijama y batín puestos... quién sabe... todos reservamos nuestras mejores galas para salir a la calle.

Lo último que supe de él fue por un vídeo viral que me llegó al móvil y espero que lo que vi a través de la pantalla, no sea el motivo de su misteriosa desaparición. Al final de la Gran Vía y bajo la atenta mirada de Isabel La Católica, era increpado por otro sujeto, el cual no dudó en compartir su humillante hazaña por redes sociales. Vete tú a saber si la religiosa reina estaría de acuerdo con tan medieval comportamiento. Pero yo, que sé lo que es pasar por eso, no el ir desnudo por la calle, pero sí el sentir todas las miradas clavadas en mí al pasear con mi camiseta del Granada; espero que el ataque no fuera a mayores. Porque a veces, yo también me siento en pelotas en plena Gran Vía.