Una encuesta revela que los adolescentes comienzan a beber alcohol a los 14 años
El 73,9% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha bebido alguna vez en su vida y el 1,6% lo ha hecho diariamente el último mes
Según datos de la Encuesta sobre uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España ESTUDES 2021 en jóvenes de 14 a 18 años, en España los adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años de promedio. Y es que, culturalmente, siempre ha existido un problema con el alcohol en el país.
Además, un reciente estudio coordinado desde la UAB, con más de 870 adolescentes catalanes, que se publicará próximamente, y al que ha tenido acceso Europa Press Infosalus, refleja que casi el 83% consume alcohol, y de estos, el 41,02% hace botellón, y como mínimo 3,2 veces al mes.
“Los que hacen un atracón, el ‘binge-drinking’, y toman de 4 a 5 consumiciones en un periodo corto de tiempo representan el 33%; mientras que en un 28-29% el abuso de alcohol es tal que tienen borracheras”, explica Joaquín T. Limonero, catedrático de Psicología de la UAB, y coordinador del Grupo de investigación en estrés y salud, responsable del estudio.
“Se ha incrementado el consumo de alcohol entre los jóvenes”, según destaca, sobre todo el botellón está por encima de la media, y también se ve el ‘binge drinking’, previo a la entrada en discotecas, en bares, o bien sentados en un banco.
Por otro lado, de acuerdo con la encuesta del Ministerio de Sanidad antes citada, el 73,9% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha bebido alguna vez en su vida y el 1,6% lo ha hecho diariamente el último mes. “Durante los últimos 30 días, el 23,2% se ha emborrachado y el 27,9% ha bebido cinco o más copas, vasos o cañas de alcohol en un tiempo aproximado de 2 horas (‘binge drinking’ o consumo en atracón). Las mujeres beben y se mborrachan más que los hombres”, recoge este trabajo estadístico.
La moda del 'binge drinking'
Celia Prat es jefa del equipo de formación de Fad Juventud y también le entrevistamos en Infosalus por este asunto. Le preguntamos concretamente qué es el 'binge drinking', ahora tan de moda entre los jóvenes: “Es una forma de consumo de alcohol intensivo que, básicamente, supone un consumo en grandes cantidades y en cortos espacios de tiempo. De 5 o más bebidas para los hombres y de 4 o más para las mujeres en una misma ocasión, durante unas dos horas, y en el último mes”.
A su juicio, nuestro consumo tradicional no era tan intensivo y ahora los modelos de consumo actuales, sobre todo en población más joven, dice que están muy ligados al ocio. “Estos momentos se producen los fines de semana, y se reduce el tiempo para hacer este consumo”, apostilla.
Es un consumo intensivo que supone un mayor riesgo sobre todo en población menor y adolescente porque su nivel de maduración es menor, afirma esta experta de Fad, y es que les afecta más a todos los sistemas. “Tienen unos riesgos asociados mayores, una mayor facilidad de intoxicaciones alcohólicas, de alteraciones cerebrales con trastornos neurocognitivos, de lesiones hepáticas cardiovasculares, más nivel de adicción o de dependencia, y muchas alteraciones cerebrales. Y también, por supuesto, los accidentes ligados a la conducción, aparte de una mayor violencia y agresividad”, agrega.
De hecho, recuerda que el Plan Nacional sobre Drogas comenta que las personas que practican ‘binge drinking’ presentan un mayor nivel de discusión, más episodios en los que no se recuerdan las cosas, tienen dificultades para concentrarse, concentran más expulsiones de centros educativos, resaca, y en cuanto a las relaciones sexuales, se da un mayor arrepentimiento, o favorece las relaciones sin protección. “Es un consumo de mayor riesgo que el consumo habitual de alcohol a todos los niveles”, considera Celia Prat.
Desde el Ministerio de Sanidad remarcan a este respecto que el consumo de alcohol en la adolescencia aumenta las posibilidades de desarrollar en la edad adulta un consumo abusivo o una dependencia de bebidas alcohólicas. “Consumir alcohol en atracón, o binge drinking, produce intoxicaciones y puede provocar tolerancia al alcohol. Las investigaciones científicas que se están realizando sugieren que este patrón de consumo podría desencadenar alteraciones cerebrales irreversibles, sobre todo en el caso de los adolescentes”, advierte.
Ahora bien, sí recalca que los jóvenes rara vez presentan cirrosis hepática u otros trastornos, que se suelen presentar en los adultos tras varios años de abusar del alcohol. Por otro lado, la cartera que dirige Mónica García alerta de que el consumo de alcohol en la adolescencia, y especialmente el 'binge drinking' pueden afectar el sistema nervioso central a distintos niveles, como por ejemplo interfiriendo en el desarrollo del cerebro, que atraviesa un periodo crítico de cambios durante esta etapa, limitando su futuro y su potencial individual; afectando a la memoria y al aprendizaje; si el consumo de alcohol produce síntomas de resaca o abstinencia, se producen daños sobre la memoria, el aprendizaje y la planificación de tareas.
“Como consecuencia, se producen alteraciones de las relaciones personales, del rendimiento escolar, comportamientos violentos y conductas peligrosas para la salud como prácticas sexuales de riesgo o conducir bajo los efectos del alcohol”, alerta.
Por qué los jóvenes consumen alcohol
Con ello, Joaquín T. Limonero, catedrático de Psicología de la UAB, sostiene que el alcohol está generalizado en la sociedad, no se considera como una droga, facilita la interacción social, pero sobre todo los adolescentes hacen el consumo masivo de alcohol en un periodo muy corto de tiempo.
Cuenta que han analizado varias variables psicológicas, siendo conscientes de que es complejo el fenómeno del consumo de alcohol, al igual que otras sustancias, y ellos se han centrados en algunos aspectos psicológicos, como el estrés, la ansiedad, la regulación emocional, o el abuso del móvil.
“Hemos intentado establecer una serie de relaciones, y vemos que los adolescentes, que son la población relacionada en este estudio, que ya se caracteriza por ser periodo vida inestable, donde afloran emociones, donde hay cambios hormonales, físicos muy significativos, y donde se va estableciendo la personalidad del joven y del adolescente, y donde las relaciones sociales son muy significativas, es en este entorno donde se produce esta conducta de consumo de alcohol.
En los adolescentes, las habilidades de regulación emocional se están desarrollando y lo que sucede cuando están en situación de estrés o de alta ansiedad vinculada con estos cambios o también con exigencias académicas. “Al no tener habilidades de regulación emocional bien formadas emplean el consumo de alcohol para controlar esas emociones. De manera que cuanto más ansioso o estresado estoy, más consumo. En esta situación los adolescentes son muy influenciables por el contexto, por la relación con los demás. Si estamos en un contexto donde el resto de compañeros consumen el hecho de que consumas será muy alta”.
En síntesis, dice que sería que, ante la falta de regulación emocional, ante situaciones de ansiedad se usa el consumo masivo de alcohol para gestionar estas emociones negativas. Aquí recuerda que “el consumo de alcohol saludable es cero”, aunque sí cree “irreal” que no consuman. “Sí podemos hacer que los adolescentes consuman con responsabilidad, y lo ideal dotarles de herramientas de gestión emocional para gestionar estas situaciones de ansiedad, es decir, pueden consumir alcohol sin llegar a abusar de él. Si la persona tiene una buena gestión de las emociones no le hace falta el alcohol, o lo mismo le sucedería con el cannabis, que también lo hemos visto”.
Problemas con el alcohol
Celia Prat, de Fad Juvente, dice que es “histórico que nuestra sociedad tenga esa cercanía grande con el consumo de alcohol” y esto ha hecho que esté mas integrado en nuestra vida, desde hace muchos años, y hace que esa normalización suponga que convivimos con esto y no hay problemas, cuando sí que los hay.
Entre los adolescentes mantiene que el consumo de bebidas alcohólicas, en menores estudiantes, se corresponde con un 73,6% en el último año, entre menores de 14 a 18 años en el último año. “Son datos muy preocupantes y elevados y que nos tienen que hacer darnos cuenta de cómo es nuestra relación con el alcohol”, concluye.