"La clave del ascenso ante Menorca fue el bloque, se complementaba muy bien por encima de individualidades"

El ex entrenador del CB Granada Antonio Gómez Nieto rememora 20 años después el histórico salto a la élite de un equipo plagado de canteranos que estuvo a punto de desaparecer

Entrevista a Antonio Gomez Nieto
Antonio Gómez Nieto mira a un horizonte que espera sea prometedor al mando del GMASB en el pabellón Inacua Antonio Prieto | Reportaje gráfico: Antonio L. Juárez / Fotogalería: GD
Miguel López Rivera
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Hay entrenadores que van de aquí para allá, siempre con la vitola de revolucionarios, y otros que parecen tener un imán con sus clubes de toda la vida, adonde vuelven siempre que se les necesita. Antonio Gómez Nieto (21 de marzo de 1956) es de los segundos. Su nombre y su historia son las del CB Granada que recuperó el testigo del antiguo Oximesa para devolver a la ciudad el baloncesto ACB. Un privilegio que se ganó en la cancha en la temporada 1995-1996 después de una final a ocho en Lugo en la que el equipo acabó derrotando al Pamesa Valencia. No obstante, a mitad de temporada, se había decidido que no habría ascensos a la élite del basket nacional y lo que se ganó en el campo se tuvo que ratificar adquiriendo los derechos del Salamanca. Aquel CB Granada era una apisonadora, pero no así el del curso 2000-2001. Gómez Nieto cargó con el mochuelo de un club en claro estado de descomposición y a base de subir jugadores del filial -el Granada 74- terminó repitiendo la gesta. Fue un 13 de mayo de 2001, en el Palacio de Deportes y en el quinto partido de la decisiva serie ante Menorca. Este miércoles se cumplen justo 20 años de aquel histórico salto de categoría en una temporada en la que los americanos se fueron, el equipo llegó a encerrarse, Talaverón también se marchó para volver en la segunda vuelta y, contra todo pronóstico, los Liñán, Mesa, Manzano o Félix Sánchez grabaron su nombre con letras de oro en la historia del baloncesto granadino y nacional.

Pregunta. Javier Pin, Miguel Benítez, Héctor Manzano, David Mesa, Juan Carlos Liñán… Diez de los trece jugadores que ascendieron aquella temporada eran de la tierra…

Respuesta. Ya se sabe las circunstancias que ocurrieron, con amenazas de que el equipo iba a desaparecer y no nos íbamos a presentar. A raíz de aquello, la mayoría de los jugadores extranjeros se fueron y tuvimos que rehacer la plantilla con los de la cantera porque lo importante era que el baloncesto siguiera en Granada. Conseguimos la supervivencia del equipo y fuimos madurando hasta terminar subiendo a la ACB.

P. Hay quien dice que parte de aquel ‘milagro’ se produjo precisamente por eso. La gente se los encontraba en el cine, les decían “hay que ganar” y eso les generaba ese compromiso.

R. Cuando la afición sabe que los jugadores son de la tierra, en este caso de Granada, los convierte en estandartes. Aunque eso no basta. El compromiso está muy bien, pero si no tienes calidad, talento y capacidad de trabajo no entran las canastas por mucho que te animen. Muchos de ellos tenían 20 o 21 años, pero estaban rodeados por otros como Serrano o Romero, que también estaban afincados en Granada y eran más veteranos.

P. Aquella serie con Menorca no fue nada fácil. Se pusieron 2-0 ante un equipo que les había ganado los dos partidos de la liga regular y de repente, en Mahón, les empatan a dos en un encuentro muy violento. ¿Qué pasó?

R. Bueno, pero antes de Menorca tuvimos otra serie también muy dura…

P. Sí, contra el Drac Inca en Mallorca…

R. Exacto. Primero jugamos contra Inca, que hasta nos ponía bocinas de los camiones detrás de los banquillos. En aquel entonces era muy difícil ganar fuera porque los pabellones apretaban y la afición presionaba, siempre dentro de lo legal. El Menorca había eliminado al líder de aquel año, el León, que tenía un gran equipo. Ganaron el primer partido fuera y ya supieron que en Mahón no iban a fallar, por lo que esa fue la premisa con la que se enfrentaron a nosotros: conseguir un triunfo en uno de los dos primeros encuentros para recuperar el factor cancha. Nosotros teníamos claro que ganar en Menorca era muy difícil. Vinimos de allí con dos derrotas, pero era lo normal y entraba dentro de nuestras previsiones. Jugamos el quinto partido en casa, con un Palacio en el que se metieron 9.000 o 10.000 personas donde normalmente cabían 7.000. Tenían un equipo muy potente, con grandes jugadores como Deveaux o Savané, pero conseguimos el objetivo.

"El ambiente del Palacio de Deportes nos ayudó muchísimo aquel día: entraron 9.000 o 10.000 donde sólo cabían 7.000"

P. La dureza del cuarto encuentro hizo que Félix Sánchez orinara sangre en la semana previa al duelo decisivo. Serrano se retiró del parqué de Mahón sangrando por la nariz, a Manzano le pegaron en la cara. Liñán, que venía aquejado del pubis, también tenía golpes en la ceja y los ojos. Y para colmo, a Mesa se le reprodujo una antigua lesión de cuádriceps… Usted llegó a decir que no debían volver a caer en su juego porque alteraba el suyo.

R. Cada uno usa sus armas, evidentemente. Nosotros intentábamos permanecer fieles a nuestro estilo. No teníamos un equipo enormemente físico ni veterano y tratábamos de hacer un juego sencillo y con personalidad. Ellos intentaban hacer valer el poderío físico y el juego de contacto. Yo lo único que tenía en mente era sacarle provecho a mis jugadores porque sabía que nuestro estilo era el de un equipo joven que jugaba un buen baloncesto. Si alguien se excedía, para eso estaban los árbitros.

P. Pero en Mahón no estuvieron, o al menos no a la altura.

R. Cuando tienes una serie donde juegas cinco partidos en diez días tienes que sobreponerte a esas circunstancias. No podías caer en la autocomplacencia. Había que ser duros y fuertes mentalmente. Teníamos el quinto partido en casa ante nuestra afición y, además, en cierto modo, llegábamos reforzados porque en las dos derrotas supimos competir y no nos desmoronamos nunca. Yo entonces no estaba muy pendiente de los arbitrajes.

P. En aquel Menorca jugaba el mítico Sitapha Savané, pero lo que desniveló el partido fue la excelente defensa del ‘Cebé’ y la eliminación de Deveaux.

R. Sí, era uno de los puntos fuertes de aquel equipo. Primero, el base y luego, evidentemente, sus dos americanos. Pero nosotros teníamos jugadores muy buenos y físicamente bien preparados como Romero, Mesa o Liñán. Savané aún estaba muy joven y era la primera temporada que salía de su país. Tenía limitaciones técnicas, pero era un gran reboteador. El problema que tenían ellos era que dependían de esos dos o tres jugadores, mientras que nosotros, por encima de individualidades, contábamos con un bloque que se complementaba muy bien y sabía suplir las carencias del compañero. En cuanto a la eliminación de Deveaux, sí es cierto que nos supuso un gran alivio tanto por lo que significaba ese jugador como por el momento del partido en el que se produjo. Casi al final y con ventaja nuestra en el marcador.

"En el baloncesto de Granada falta estabilidad, la hemos recuperado en la base pero hay que consolidarla también en la élite"

P. ¿Qué pensó cuando en mitad de la temporada se le fueron cuatro jugadores, entre ellos Talaverón, al que más tarde repescaría?

R. Bueno, fue al principio. Era normal porque tenían que sobrevivir. Los granadinos vivían en casa, estaban estudiando y algunos incluso tenían su propio sustento económico. En realidad, confiaban en que el club cumpliría con su compromiso de pagar. Pero con los de fueran obviamente no era igual. Talaverón se tuvo que ir, pero cuando se evidenció que necesitábamos refuerzos y se abrió la oportunidad de fichar, quise recuperarlo porque era importante para nosotros y buscábamos un recambio dentro de la zona.

P. La ciudad se volcó con aquel CB Granada de cara al partido decisivo. ¿Cómo recuerda el ambiente de aquella semana?

R. Es que nosotros estábamos en lo nuestro. Veníamos de una serie larga contra Inca y sabíamos que habría ambiente, pero nos sorprendió cuando vimos lo que ocurrió: que el Palacio se llenó hasta las escaleras. No quise estar en el exterior, sino mantener al equipo muy concentrado. Ahora se habla mucho de las burbujas. Bueno, fue más o menos lo que yo pretendí hacer. Aislarlos. Creo que el ambiente del Palacio nos ayudó muchísimo. Cuando las fuerzas flaquean, y más si hay jugadores tocados, el aliento hace que te olvides de eso por momentos.

P. Es curioso porque no era la primera vez que usted ascendía con el CB Granada a la ACB. Lo consiguió en el 96 en Lugo, derrotando al Pamesa Valencia, pero no pudieron subir. Y entonces llegó la compra del Salamanca. ¿Qué pasó?

R. A Lugo llegamos sin perder un solo encuentro en todo el año 1996. Teníamos un equipo muy joven también y cada partido que jugábamos lo hacíamos mejor. Nos cruzamos con el filial del Barcelona, el Cornellà, que tenía a Dueñas, Junyent y algunos americanos. Y los eliminamos. El Pamesa Valencia era potente, pero para nada el equipo actual. Llegó imbatido a la final y les ganamos de 20 o 30 puntos. Liñán, Paco Mena, Félix Sánchez, Rivera... Fue el año que más he disfrutado llevando un equipo porque a cualquier rival que se pusiera por delante se le pasaba por encima. A mitad de temporada dijeron que no se podía subir y luego al final nos quedamos con los derechos en ACB del Salamanca, que incluían también licencia para jugar la Korac. El Pamesa hizo una operación parecida.

P. Da la sensación de que la historia del baloncesto granadino es cíclica. En los inicios hubo conjuntos como el Aguas de Lanjarón o el Universidad. Luego el Oximesa, el CAB Granada en Loja, el ‘Cebé’ y ahora el Fundación, que está ya clasificado para el play off. ¿Ve posible el ascenso esta temporada?

R. El problema del baloncesto en Granada es que nunca ha tenido estabilidad. Como tú bien has dicho, se comporta de forma cíclica. Sólo hay que ver a Oximesa, un club que se había ganado el reconocimiento de España pero que a la hora de la verdad estaba en manos de un mecenas. Cuando Oximesa desaparece, el Ayuntamiento coge la plaza para seguir en Primera División. Loja, que llevaba unos años compitiendo, se interesó con ese equipo y se creó el CAB Granada. ¿Qué ocurrió? Pues volvemos a lo mismo. Las cosas no se hicieron bien y se volvió a desaparecer. Y es como tú dices: cíclico. El CB Granada tenía un agujero de unos seis millones de euros que fue lo que le hizo desaparecer. El Fundación luego cogió las riendas desde la cantera y ahora vuelve a estar en LEB Oro. Hemos recuperado estabilidad en las bases, con clubes como el nuestro -el GMASB-, La Zubia o el mismo Fundación, que está luchando por llegar a la élite nacional. Que suba o no dependerá de muchos factores y sobre todo en esta temporada en la únicamente asciende uno. Pero si se consigue está claro que habrá que hacer un esfuerzo en lo económico.

P. ¿Por qué siempre parece como que ha habido esa difícil convivencia entre el fútbol y el baloncesto profesional en la ciudad, sobre todo cuando el Granada CF estaba en Segunda B y Tercera?

R. No recuerdo yo que fuera así. Nunca ha habido competencia, lo que pasa es que personas que estaban en el baloncesto ahora están en el fútbol. Lo que hay que conseguir es que haya el máximo número de equipos granadinos de diferentes deportes en la élite. Estoy seguro de que el Granada CF tiene hueco en su corazoncito para con el resto de clubes de otras disciplinas, entre otras cosas porque nadie le puede hacer sombra. Al revés, siempre se ayudarán mutuamente.

"El destino del GMASB es aspirar a todo tanto en el baloncesto masculino como femenino, pero no tenemos prisa"

P. ¿Y cómo son ahora sus relaciones con la Fundación CBG?

R. Nos respetamos mucho. Cada uno tiene su parcelita. Yo dirijo nuestro club a nivel de cantera, pero entre uno y otro siempre hay ganas de ayudarnos.

P. Lo digo por aquella polémica surgida a raíz de un encuentro entre dos de sus equipos base…

R. Pero aquello fue una cosa anecdótica que se salió de madre. La historia nos retrotrae al pasado. A mí es que el tema de las redes sociales me sobrepasa. Los clubes, como las personas, tienen que hablar y aquello intentamos pararlo porque no tenía sentido.

P. Usted siempre ha sido un hombre de cantera. Lo demostró subiendo a un grupo de amigos a la élite del baloncesto nacional entonces y también ahora en un proyecto ya consolidado como el del GMASB. ¿Cómo ve este proyecto y a usted mismo en los próximos años en lo relativo al baloncesto?

Siempre intento poner mi granito de arena y mi esfuerzo para con el baloncesto granadino. Arrancamos este proyecto hace siete años y ver cómo ha cambiado en ese tiempo me sigue sorprendiendo. No nos esperábamos este crecimiento, con baloncesto formativo tanto en los equipos masculinos como femeninos. En siete años hemos tenido jugadoras en campeonatos de España u otras convocadas con la Selección, por poner dos ejemplos. El club debe seguir avanzando a nivel competitivo pasito a pasito. Como a cualquier otra entidad deportiva, sólo nos hace falta tener recursos económicos y más empresas aún de las que ya confían en nosotros actualmente. La ayuda económica a nivel institucional no la contemplo. En Granada es difícil.

P. ¿Sueña con llevar al equipo sénior a una categoría como la LEB Oro?

R. Es nuestro destino. No sólo en el baloncesto masculino, sino también en el femenino. Nosotros aspiramos a todo. ¿Cuándo será? Pues no tenemos prisa, cuando llegue el momento. Estamos sembrando la semilla, con jugadores y jugadoras que empezaron en minibasket y ya están en nuestros equipos sénior.