Manuel Mingorance: "Si la marihuana estuviese legalizada, sería una sociedad de zombis"

Médico y sacerdote, el director de Proyecto Hombre en Granada salva vidas y almas: "Los adictos se refugian en las drogas para no ser conscientes de lo dura que es su existencia"

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Manuel Mingorance compagina su labor de médico con la de sacerdote y dirige Proyecto Hombre Granada | Fotos: Celia Pérez
Juan Prieto
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Médico y sacerdote, Manuel Mingorance (Peligros, Granada, 1970) ha dedicado gran parte de su vida a salvar personas y almas por vocación y por convicción. Así ha atendido urgencias en el hospital y en la parroquia, y ha escuchado confidencias en la consulta y en el confesionario. En su perfil de WhatsApp aparece un lema: 'Bendecir y curar'. Manolo, como le llaman sus amigos, es el director de Proyecto Hombre en Granada, la asociación que lucha contra adicciones que se han arraigado en la sociedad, caso de alcohol, drogas –como cocaína o cannabis–, ludopatías, pornografía, redes sociales, compras compulsivas y hasta videojuegos. Y las combaten a través de valores en los que fundamentan su trabajo y de los que presumen: humanismo, responsabilidad, respeto, dignidad, solidaridad, igualdad, profesionalidad y compromiso. Recientemente, como responsable de la fundación, ha dado a conocer los datos de la Memoria de 2023, en la que Proyecto Hombre Granada ha detectado un aumento del 12% en el número de personas atendidas con respecto al año anterior. La entidad ha intensificado sus esfuerzos en áreas críticas como la prevención, la salud mental y la reinserción sociolaboral, con un foco especial en mujeres y población reclusa.

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Pregunta: ¿Qué es más difícil curar: personas o almas?

Respuesta: Somos seres integrales y, al ser así, somos completos. En medicina veo muchas enfermedades psicosomáticas. Enfermamos porque no estamos bien, tenemos heridas, desajustes con el entorno. Como somos seres integrales, todo está muy unido. Curando o tratando la parte más psíquica o más espiritual, muchas veces lo orgánico o lo físico queda curado. Y viceversa. Muchas veces cuando somos curados en los aspectos más físicos, también nuestra alma, nuestro espíritu, queda también reforzado.

P: ¿Las confesiones más duras las has escuchado en el confesionario o en la consulta?

R: Tengo que reconocer que las confesiones más importantes las he escuchado en la consulta médica. Hoy en día, para los sacerdotes, el confesionario se ha perdido mucho, porque la sociedad ha cambiado y la gente ya se no confiesa. Somos hijos de nuestro tiempo y, aunque he escuchado cosas importantes en el confesionario, tengo que reconocer que el gran volumen de confidencias y de cosas importantes que le ocurre a la gran mayoría de las personas, sean creyentes o no, son en la consulta médica. Los médicos escuchamos muchísimo y tenemos una gran responsabilidad a la hora de acompañar a personas que tienen problemas serios.

P: ¿Cuándo te llegó la llamada, cuando empezó esa vocación sacerdotal?

R: De pequeño ya quería ser cura y médico. Y alguna cosa más (ríe), pero no corren buenos tiempos para la tauromaquia.

P: ¿Querías ser torero?

R: Sí (vuelve a reír), pero quería ser cura y médico. Procedo de una familia humilde, mi padre era obrero y mi madre ama de casa. Prácticamente analfabetos, aunque inteligentes, pero con pocos estudios y muy trabajadores. El valor del trabajo es algo que nos han inculcado a mi hermano y a mí. Durante la adolescencia olvidé esa vocación y vino una pequeña crisis, pero estando en 3º o 4º de Medicina es cuando ya decidí entrar en el Seminario porque la vocación era mucho más clara.

P: O sea, que al terminar Medicina decidiste entrar en el Seminario.

R: Estuve un año para hacer la mili por medio de la IMEC. Hice la instrucción en la Base Aérea de Armilla y después me fui a Pollensa de alférez médico y, tras trabajar un tiempo en Mallorca, entré en el Seminario.

P: Eres de Peligros, ¿no?

R: Allí he vivido toda la vida. Mi padre era de Pinos Puente y mi madre de Maracena, y cuando se casaron se fueron a Peligros y allí nacimos mi hermano y yo. Él es cuatro años menor que yo. Es Guardia Civil.

Parroquia y hospital

P: ¿Dónde te cuesta más trabajo atender a la gente, en la parroquia o en el hospital?

R: Son ámbitos diferentes. El problema que tenemos hoy en día en la parroquia es que viene poca gente. La parroquia en la que estoy es una zona con muchos retos, como es la zona Norte, en el polígono. Hay una población con mucha inmigración que viene, sobre todo, a Cáritas y no tanto al culto, porque la gran mayoría son musulmanes. Pero ahí sí que vemos problemas muy sangrantes, como la falta de empleo o viviendo en unas condiciones muy limitadas. La parroquia es grande, ubicada casi en la periferia y viene poca gente, aunque la que viene tiene sus inquietudes espirituales y, a veces, viene gente de fuera porque tiene relación conmigo o con Antonio, mi compañero, y vienen en busca de una dirección espiritual. Y en la consulta médica nos encontramos todo tipo de problemas, por ejemplo, de carácter psicológico. La salud mental hoy en día es un problema muy común. Ayer mismo vi el caso de chicos con brotes psicóticos. Los problemas serios como la falta de empleo, de abusos, de violencia de género, de falta de cuidado personal... Y ello con la situación en la que nos encontramos hoy en día los médicos, en la que trabajamos mucho y no estamos demasiados.

P: Trabajas en varios puntos de Granada.

R: Como médico, estoy en la estación de esquí cuando abre la temporada y cuando cierra a final de abril, bajo a las urgencias de La Chana. Y como cura estoy en la parroquia de la Sagrada Familia de Cartuja. En la zona Norte hay siete parroquias.

P: ¿Has sufrido los cortes de luz en la zona Norte?

R: Los cortes de luz hay que sufrirlos para entender lo que supone. Que llegues en invierno a las siete o las ocho de la tarde y te encuentres sin luz y no sepas cuándo va a volver. O estando en casa no tengas calefacción cuando hace muchísimo frío, o no puedas poner la televisión. Te tienes que acostar porque, ¿qué haces con tanto frío? También te encuentras sin Internet. Este año estoy haciendo un máster y trabajo muchas veces por la noche y necesito estar conectado a Internet y no puedo. Los jóvenes estudiantes que están haciendo la ESO o el Bachiller y no pueden estudiar. O personas que son electrodependientes porque necesitan oxígeno, insulina... Es una situación dramática, muy dura, que hay que vivirla para entenderla. Por mucho que se cuente, no es igual que vivirla. Cuando la vives ves que es incomprensible que esto suceda en pleno siglo XXI. Es totalmente injusto. Y, desde luego, no hay las mismas oportunidades para todos. Porque un chico o una chica que están estudiando no tienen las mismas posibilidades que otras personas que están en otra barriada.

P: ¿Cuándo decidiste entrar en Proyecto Hombre? ¿Y por qué?

R: Estaba de párroco en Motril, como capellán del Hospital de Motril, y pasaba consulta en la zona, en la Costa Tropical. El compañero anterior, José María, decidió dejar la dirección de Proyecto Hombre y el Patronato se puso a la búsqueda de una persona que pudiera dirigirlo. Contactaron conmigo por mi perfil de sacerdote y médico. Ya llevaba año y medio allí. En un primer momento, rehusé, porque llevaba poco tiempo, aunque estaba contento. Así que les dije que si en un año no encontraban a nadie, me volvieran a preguntar. Y al año siguiente me lo volvieron a pedir, lo pensé y vi que podía ser otra oportunidad de cambio en mi vida y tocar otra faceta. Estoy encantado de haber aceptado, porque mi vida cambió en parte al asumir la dirección de Proyecto Hombre.

P: ¿En qué sentido cambió tu vida?

R: He tenido mucha formación en este ámbito de las adicciones y, también, trabajamos mucho la gestión emocional con los usuarios. Pero, para trabajar en la gestión emocional, hay también que hacerla, hay que gestionarla uno mismo. He hecho muchos cursos y, sobre todo, uno que hice de coaching que me transformó la vida a la hora de situarme en este mundo, de cómo gestionar todas esas emociones que considero que son realmente importantes a nivel humano. Y el tema de la escucha y del lenguaje... Una cantidad de temas que a mí me abrieron un nuevo horizonte. La verdad es que estoy encantado. Y, después, el contacto con miles de personas que han tenido o que tienen problemas de adicciones y que intentamos acompañarlas y asesorarlas. Es sumamente gratificante.

Transformación personal

P: Es hasta un poco egoísta, porque cuando uno ayuda a los demás se siente muy bien consigo mismo.

R: Lo que he vivido en Proyecto Hombre... En las altas terapéuticas termino diciendo que cuando una persona ha caído y se ha levantado, es más fuerte que la que no ha caído. Creo en la transformación personal del ser humano que, a nivel cristiano, es la conversión. No veo muchas conversiones espirituales o religiosas, pero conversiones y transformaciones personales sí que encuentro. Es decir, personas que dan 180 grados de giro a sus propias vidas. Personas que han tocado fondo y que lo han perdido todo, y que se regeneran, se transforman, cambian y tienen una nueva oportunidad y una nueva vida.

P: Entraste en Proyecto Hombre precisamente en Granada, una de las grandes capitales de la marihuana.

R: En Granada, la marihuana y el cannabis están muy presentes. Y no solamente en la zona Norte, sino que prácticamente en todos los barrios de Granada y en el Área Metropolitana. ¿En cuántos pueblos vemos en la prensa continuamente la incautación de plantas?

P: Los datos de adicciones en Granada siguen siendo muy preocupantes y cada vez aumenta más el número de las personas que las sufren. ¿Es un síntoma de una enfermedad de la sociedad, de un descontento, de una desesperanza? Cuando hacéis un análisis, ¿cuál es el motivo de ese aumento?

R: Hay muchos motivos. Para comenzar, tengo que decir que, para mí, las sustancias y las adicciones tienen una función muy clara que es la de tapar o anestesiar la realidad que, muchas veces, nos provoca dolor y sufrimiento. Yo, con dos copas, con dos rayas o con dos porros, tapo lo que me provoca mucho dolor y sufrimiento. Anestesiamos porque, a veces, no tenemos las habilidades personales y sociales suficientes para afrontar la realidad. Y la realidad hay que afrontarla por dura que sea, pero hay que hacerlo con madurez, y no todo el mundo es maduro ni todo el mundo tiene las habilidades personales y sociales. ¿Por qué se consume? Hay desajustes con el entorno, hay personas que, desde pequeñitas, no se han ajustado con el medio, con el entorno, y han tenido un absentismo laboral o han sufrido la desestructuración familiar, que tiene un importante peso en las adicciones. También las carencias afectivas, hay muchas personas que no se sienten queridas y que no se han sentido queridas nunca en su vida y eso es algo tremendo, es muy fuerte. Ese vacío existencial, esa falta de sentido en la vida... Es síntoma, como dices, de una realidad que vive en este mundo, que es duro, donde hay mucha gente que está en la cuneta de la vida y no puede salir de ahí, les cuesta mucho trabajo salir y se refugia en las adicciones para olvidar, para tapar, para anestesiar, para no ser conscientes realmente de lo dura que es su existencia.

P: ¿La sociedad afronta este problema de cara y estudia estas circunstancias o, mientras no me afecte a mí o a los míos, mira para otro lado? Ojos que no ven, corazón que no sienten.

R: No lo está afrontando como debiera. Hace 40 años aquí hubo una alarma social con la heroína, tú lo recuerdas perfectamente. Recuerdo cuántos paisanos míos, mayores que yo, murieron en las tapias del campo de fútbol de Peligros.

Alarma social

P: Lo de la heroína en esos años fue una epidemia.

R: Ahora su consumo es residual, pero en los años 70, 80 o 90 la heroína se llevó a 200.000 personas por delante. El consumo de heroína y las enfermedades asociadas, como el SIDA o la hepatitis B. En aquel momento hubo una alarma social, la sociedad se movió. Hoy en día no hay alarma social. En aquellos años, en el CIS la drogadicción estuvo en el segundo lugar, después del terrorismo de ETA, en cuanto a la preocupación de los españoles. Hoy en día estamos en el puesto 30, no preocupan las adicciones, pero, sin embargo, hay muchísimas más adicciones que en aquel tiempo. A quien le afecta sabe lo que es. A la persona que le afecta o a la familia que tiene un miembro que tiene un problema de drogodependencia o adicción sin sustancia, como juego patológico, apuestas online, videojuegos o Internet y redes sociales... Esa familia sabe lo que es, pero no hay una apuesta real en nuestra sociedad por este mundo ni se apuesta por la prevención. Para mí, la prevención es vital, pero vivimos en un mundo donde, como decía antes, somos hijos de nuestro tiempo. Los políticos son cortoplacistas y quieren resultados en cuatro años y la prevención es a medio largo plazo. Se invierte muy poco en prevención: para embarazos no deseados, para suicidio, para adicciones, para accidentes de tráfico... Deberían invertir más.

P: Las adicciones no distinguen ni hacen rangos, no discriminan, pero la sociedad, sí. El adicto está discriminado.

R: Sí, se discrimina. En cualquier clase social hay problemas de adicciones. Junto con el alcohol, la gran mayoría de usuarios que tenemos son por el problema con la cocaína. Un gramo de cocaína a 60 euros y hay personas que consumen medio gramo, un gramo o varios gramos al día. Hace falta un poder adquisitivo importante para ese consumo. También es verdad que hoy en día el código postal tiene más influencia que el código genético en las adicciones. O sea, depende de la zona en la que vivas, el riesgo de adicción es mayor. Estamos en una sociedad muy individualista, en la que cada uno lleva su vida y, como a mí no me toca y no conozco mucho la realidad, hago la vista gorda.

P: ¿Quizás también es ahora demasiado fácil adquirir drogas?

R: Es muy fácil. El alcohol es una droga legal y barata. Todo se celebra con alcohol, incluso los deportistas de élite cuando celebran un triunfo o un título lo hacen con alcohol... Es la sustancia que predomina en los usuarios que vienen a Proyecto Hombre. Pero la cocaína, también. Cuando entro a un bar o un pub me doy cuenta perfectamente de quien consume y de quien no consume. Y el cannabis también es fácil de ver y lo fácil que es adquirir la sustancia.

P: En los datos que manejáis, ¿se diferencian edades, géneros o posiciones sociales? Por ejemplo, ¿es más adicto un rico que un pobre, o viceversa? ¿Ha aumentado el consumo entre los jóvenes?

R: La media de edad de gente que acude a Proyecto Hombre es de 41 años. Es verdad que tenemos un programa joven para adolescentes donde tenemos cientos de chicos que viene con sus padres y madres. Son los que tienen un problema, sobre todo, con las redes sociales y también con conductas, porque también trabajamos el comportamiento, y con el cannabis. Y con adultos, la persona que hemos tenido con mayor edad ha sido de 76 años por un problema de alcohol. Pero la media es de 41 años. Y con respecto al género, atendemos a un 19 por ciento de mujeres. Y no es porque haya menos mujeres, que hay un poquito menos, sino porque está mucho más estigmatizada que el hombre. Una mujer adicta está muy mal vista. Un hombre adicto está mal visto, pero una mujer adicta es mala hija, mala madre, mala hermana, mala esposa...

Machismo

P: Hay machismo hasta en las adicciones.

R: Por supuesto. Y también hay muchas dependencias afectivas. Estamos trabajando mucho para que la mujer pida ayuda a Proyecto Hombre cuando lo necesite. Ese año han llegado 115 mujeres, que son muchas, pero han sido más de mil hombres. Trabajamos para que ese estigma vaya desapareciendo y se normalice pedir ayuda.

P: ¿Hay mujeres que llegan a la adicción por culpa de la violencia machista?

R: Muchísimas, en torno al 50-60% de los casos de mujeres que tenemos tienen problemas de violencia de género.

P: Lo que comentabas de personas que son adictas para tapar sus problemas.

R: Totalmente. Y también llama la atención las dependencias afectivas en hombres y mujeres. Como, a veces, nos enganchamos a una persona que es tóxica y que te hace daño y que te maltrata. No sabemos decir que no, nos cuesta mucho trabajo. Pero a veces hay que romper, hay que soltar, aunque no es fácil.

P: Estamos ya muy insensibilizados y no nos escandaliza cuando, por ejemplo, vemos a un chaval de 16 años con una litrona en la mano o con un porro. En Granada son imágenes habituales que no nos sorprenden.

R: Está todo muy normalizado. Por eso digo que no hay esa alarma y esto pasará factura, ya está pasando factura. Y, sobre todo, no con las sustancias sino con las nuevas tecnologías, redes sociales y demás. Esperamos un boom dentro de 10 años.

P: Leí en vuestro informe que hay tres sustancias por las que las personas os demandan más ayuda. La primera es la cocaína, con más del 40%; segundo el alcohol, con un 32%; y tercero el cannabis, con un 8,5%. Además, un 15% de estas personas tienen asociado un problema al juego patológico, a la ludopatía y, sin embargo, cada vez hay más lugares donde jugar.

R: Cada más hay más locales para jugar físicamente, pero después el mundo de las apuestas online es increíble, con gente que pierde de veinte mil a cuarenta mil euros. Conozco casos en Proyecto Hombre de chicos y chicas en los que la familia está bien situada y los hijos han tenido acceso a las cuentas, porque había confianza, y se han generado problemas muy serios de ludopatía y de juego patológico.

P: ¿Genera demasiada desesperanza la sociedad actual o hay motivos para creer que esto va a mejorar y que estos datos no pueden ser algo habitual en nuestras vidas?

R: Quisiera creer que esto va a ir a mejor, pero no lo sé.

P: Vosotros veis la realidad y pisáis el barro constantemente. Vivís el día a día.

R: Lamentablemente, vamos a más. Ojalá no existiese Proyecto Hombre porque significaría que no hay adicciones, pero aquí cada vez vamos a más. En Proyecto Hombre hemos crecido un 12% en cuanto a usuarios. Los que llegan son los que tocan fondo, porque también hay mucha vergüenza y hay mucha gente que lo oculta. La pandemia sacó a relucir muchas adicciones. No podíamos salir de casa y si alguien tenía un problema de adicción, con dependencia física y psicológica, que si no consumía presentaba un cuadro de abstinencia y se ponía malísimo, que sentía que se moría, pues tenía que salir a consumir. O gente que compraba todos los días un paquete de 24 latas de cerveza. Una persona que consume 5 litros de cerveza o que bebe todos los días un litro de ginebra o de whisky es algo que no puedes cortar de la noche a la mañana. Cuando nos encerraron durante la pandemia esa gente tenía que salir porque si no se moría. Ahí fueron muy conscientes hijos, padres, madres o hermanos de muchos problemas que tenían sus familiares.

Legalización de la marihuana

P: Igual que está legalizado el consumo de alcohol, ¿eres partidario o estás en contra de la legalización de las llamadas drogas blandas como, por ejemplo, la marihuana?

R: Esto lo contesto a título personal. Estoy en contra de la legalización de la marihuana porque, como médico, veo los efectos de la marihuana, que es una sustancia que está banalizada, normalizada, se le quita importancia. Hay leyendas urbanas que dicen que es más peligroso el tabaco que el cannabis. Sin embargo, produce un cuadro muy importante que es el 'síndrome amotivacional', que es apatía, desgana, desinterés... El hecho de todo te da igual y eso de los 14 a los 18 años es terrible, porque se están jugando el futuro. Te encuentras chicos de esa edad que ya están de vuelta porque todo les parece aburrido, están apáticos, no tienen ganas de nada y su desinterés es lamentable. Y no solamente eso, sino también la cantidad de cuadros psicóticos que producen el cannabis y la marihuana. Es verdad que con la legalización se acabaría con ese mundo del tráfico y las mafias, pero a nivel de salud los problemas que habría serían muchísimos. El 60% de jóvenes que vemos en las urgencias de los hospitales que debutan con un cuadro psicótico fuman porros todos los días. Eso no significa que todos los fuman porros tienen cuadros psicóticos, pero que el 60% de los que debutan con un cuadro psicótico, que tienen alucinaciones o que, coloquialmente, 'se les va la cabeza', fuman porros diariamente. Si la marihuana estuviese legalizada en nuestra sociedad, no me la imagino, esta sería una sociedad de zombis. Sería dar la carta de que no es una sustancia peligrosa y que se puede consumir con total garantía.

P: Más del 40% de las personas atendidas tienen diagnosticados problemas de salud mental, que está siendo otra de las grandes lacras de la sociedad actual.

R: Es un problema muy grave y muy grande. El 40% de quienes llegan a Proyecto Hombre tienen problemas de depresión, ansiedad generalizada, trastornos bipolares, psicosis, esquizofrenia... ¿Por qué? Pues muchas veces porque la propia sustancia produce una psicosis tóxica y, otras veces, porque la sustancia hace que salga a flote un cuadro psiquiátrico latente que estaba ahí larvado. Cada vez hay más gente con más problemas de salud mental y hay un índice más alto de suicidio. En 2022 hubo en España 4.003 suicidios que se consumaron y miles de intentos. Hay un problema serio de salud mental en el que también hay que invertir desde pequeñitos y, sobre todo, en la gestión emocional. Desde los colegios ya hay que gestionar bien emocionalmente la propia vida.

P: Quien necesita acudir a Proyecto Hombre, ¿es consciente de que necesita acudir a Proyecto Hombre?

R: A veces sí y a veces no. Unas veces vienen presionados y traídos por las familias porque vienen con un ultimátum. La sociedad ha cambiado mucho. Hace 20 años venían acompañados por las familias y hoy día, también, pero bastante menos que antes. Ahora les dejan a su libre albedrío. La familia es fundamental en Proyecto Hombre.

P: Los datos que presenta Proyecto Hombre en Granada, ¿están en la media nacional?

R: Estamos en la media. Quizás un poquito más en cocaína que en otros sitios. Tenemos un observatorio nacional de Proyecto Hombre de los 28 centros que estamos asociados y los datos son muy parecidos. Por ejemplo, en mujeres hemos atendido un poquito más que la media nacional, que está en un 14% y nosotros hemos estado en un 19%. Pero en cuanto a sustancias son muy parecidos. También influyen mucho las campañas que hacemos a nivel local. Nosotros estamos trabajando mucho el tema de la mujer o la cocaína. Esto se nota mucho después de una entrevista como esta. Cuando sale publicada son muchos los casos que nos llegan al día siguiente de leerla o de escucharla.

P: ¿Qué le pedís a los políticos y a las instituciones? ¿Qué pueden hacer por vosotros?

R: En Granada estoy encantado con el respaldo institucional que tenemos de todos los signos políticos y de los propios políticos. Es verdad que me gustaría que las adicciones fuesen más prioridad y que se invirtiese más, sobre todo, en prevención. Tenemos ayudas económicas de diferentes administraciones, pero si ayudasen un poquito más, vendría bien. Atendemos a muchas personas que no tienen recursos y vamos justos. Somos cerca de 50 personas profesionales remunerados, con un equipo multidisciplinar. Somos una entidad solvente que gestiona bien, pero todos los recursos que lleguen posibilitan afrontar nuevos retos. Estoy contento del apoyo institucional del Gobierno de España, Junta de Andalucía, Ayuntamiento y Diputación, pero siempre se puede ayudar más.

Situación de la Iglesia

P: ¿Y de la Iglesia?

R: También. Nosotros somos una fundación civil, no somos canónica, pero en el patronato están el Arzobispado de Granada y el Obispado de Guadix. El obispo de Guadix es el presidente del patronato, yo soy el director y la Iglesia también ayuda, aporta económicamente y está siempre ahí apoyándome, dándome estímulo y cuento con el respaldo por parte de la Iglesia. ¿Que puede ayudar más? También. Pero como otras instituciones públicas. Con la Universidad y otras muchísimas instituciones sociales, privadas y empresas estoy encantado. Estamos reconocidos y valorados.

P: Has comentado antes que cada vez va menos gente a la parroquia. ¿Por qué crees que es? ¿Hay una crisis de fe? ¿Se ha perdido la confianza en la Iglesia? ¿Necesita la Iglesia dar un paso adelante y modernizarse?

R: Un poco de todo. Es verdad que viene mucha menos gente y que la que viene es mayor. No sé qué ha pasado con la transmisión de la fe. Antes estaba, en parte, por los abuelos, pero ahora hay una generación de padres de los chicos de hoy que ha pasado una crisis y esa transmisión de la fe no se ha dado. También creo que la Iglesia debería modernizarse un poco más y estar más presente en la sociedad y en todo el mundo de lo social, cultural, vida pública y vida política también. Hay una crisis existencial y religiosa, quizá no tanto espiritual. Hay mucha gente que busca en otros sitios llenar ese vacío espiritual de alguna manera con otras técnicas y recursos. La Iglesia, que está estudiando y viendo dónde pueden estar las razones y causas de esta falta de práctica, no encuentra cuáles son las claves. Y ahí estamos, ofertando desde un humanismo un mensaje que es de transformación, liberación, fraternidad, perdón, amor, servicio... Para mí, la fe aporta sentido a la propia existencia y también, al menos para mí y para muchísimos cristianos, que este mundo no acaba aquí, sino que tiene una proyección en otra realidad. Como médico y como creyente me resisto a creer que lo más profundo de nosotros acaba con la muerte. Tenemos un anhelo de plenitud y un deseo de inmortalidad que quedará satisfecho un día. Pero, claro, que la Iglesia esté más cercana y más presente con los problemas reales de la gente... Cada vez hay menos vocaciones. También el laicado tiene que tomar más parte en la evangelización. Estamos en un mundo en el pasamos por una crisis seria en muchos sentidos, se ha perdido la autoridad de las Fuerza y Cuerpos de Seguridad del Estado, de los maestros, de los padres o de los sacerdotes. Vivimos en una sociedad donde se han banalizado muchísimas realidades que eran muy importantes.

P: También le han hecho mucho daño a la Iglesia los casos que se han destapado de abusos sexuales. Los que estáis dentro de la Iglesia os dolerá también estas terrible situaciones.

R: Eso ha hecho muchísimo daño. Es inconcebible que una persona adulta y consagrada abuse de menores. Eso es algo que a mí personalmente me cuesta trabajo creerlo. Es real y ahí están los datos. También hay mucho en la familia, el incesto. Y en otros ámbitos. Con esto no quito ninguna responsabilidad a la Iglesia. Es muy triste que leas o escuches que tal sacerdote, que era prototipo, que tenía una imagen y la confianza… Al final es ese poder del yo mando y una inmadurez grandísima. Ha hecho muchísimo daño y hay que depurarlo. Se está previniendo bastante y seguirá habiendo, pero la Iglesia se ha puesto en una tónica de tolerancia cero y mucha prevención. Cuánta gente ha dejado a su hijo con esa plena confianza en manos de sacerdotes que no se han portado y que han cometido un delito.

P: Por tu experiencia de tantos años trabajando en Granada, ¿qué crees que tiene que hacer esta ciudad y esta provincia para mejorar y cuál debe ser el modelo por el que debe apostar?

R: No soy experto en esto, pero me gusta la Granada que vislumbro. Creo en una Granada que sea fuerte económicamente, que sea productiva y eso redunda en toda la sociedad. Pero debe ser una sociedad en la que los políticos y las instituciones no olviden a los que están en la cuneta. Lo social en una ciudad es muy importante y me da la impresión de que se está proyectando mucho y bien en aspectos económicos y productivos, pero no se puede dejar de lado toda esta dimensión más social de gente excluida y de gente que necesita una oportunidad y hay que brindársela. No podemos olvidarnos de esa gente, tenemos que atenderla porque si no es así hay un desequilibrio. Una ciudad que crezca en lo económico y en lo productivo pero que no lo haga en lo social, no me gusta. Vislumbro una ciudad amable, integradora, inclusiva y respetuosa. Los políticos de los últimos años en Granada están trabajando bien. Hay muchos retos y muchos desafíos que son técnicos y que ellos sabrán cómo afrontarlos, pero no podemos olvidar la dimensión social, que no tiene el mismo peso que otras áreas.







Comentarios

Un comentario en “Manuel Mingorance: "Si la marihuana estuviese legalizada, sería una sociedad de zombis"

  1. Recuerdenle a ese señor que en muchos países está legalizada y esos países van mucho mejor económicamente socialmente y el nivel académico también es mayor...