Pepe Rodríguez: “Cada vez hay menos amor por la música y más amor por el dinero”

El promotor musical, responsable de que Springsteen, Dylan, Supertramp, Van Morrison o Sting actuaran en Granada, repasa una trayectoria cargada de emociones y anécdotas

Pepe Rodriguez promotor musical de Granada
Pepe Rodríguez, promotor musical y director de Proexa | Foto: Antonio L. Juárez
Juan Prieto
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Pocas personas pueden contar que han tenido la oportunidad de conocer e, incluso, comer, pasear o charlar con artistas de talla mundial como Bruce Springsteen, Bob Dylan, Lou Reed, Van Morrison o Sting, por citar algunos de los muchos e importantes nombres de la escena mundial con los que Pepe Rodríguez (Granada, 1965) ha departido desde que hace más de 30 años dedicara su vida a una profesión poco común: promotor de conciertos. De estas tres décadas atesora numerosas anécdotas que, algún día, deberá plasmar en papel para que no queden en el olvido y, así, de paso, satisfacer una de sus grandes aficiones: escribir. Quizás por ello estudió Filología Hispánica, compaginando esa pasión con la guitarra, su otra gran devoción. Y es que el actual director de Proexa -empresa granadina responsable de la organización de grandes conciertos en Andalucía y promotora de ciclos como ‘1001 Músicas-CaixaBank’- fue cocinero antes que fraile y tocó este instrumento eléctrico en bandas ochenteras muy conocidas en la escena granadina de la época, caso de Beat Club o Dorian Gray, entre otras, e incluso se atrevió a componer algunos temas. Es lector voraz de periódicos, habitual del gimnasio, toca la guitarra casi a diario y es amante de la buena gastronomía, el vino y el champán; hay quien asegura que conoce todos los buenos garitos de España, llámese bares o pubs. Es fan acérrimo de Bruce Springsteen, de los Celtics y del Real Madrid, y su mujer, Celia, lo tiene muy claro: “Vive por y para la música”.

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Pregunta: He tratado de definirte en la introducción a esta entrevista. 

Respuesta: Estoy bastante de acuerdo con el 98% de esa semblanza, salvo lo del gimnasio. Voy todos los días, pero odio cordialmente cualquier tipo de deporte. Pero como dice 'La pandilla voladora', "del deporte también se sale". Las cosas que me gustan en la vida son la música, el cine, la literatura, compartir buenos momentos con los amigos, una buena comida, bebida y esas cosas, e intentamos que sea bueno, pues ya tenemos cierta edad y todos los licores de diversa estopa y graduación ya nos los hemos bebido y sería un poco peligroso seguir ahí todavía.

P: Vivir por y para la música no es un mal propósito para la vida.

R: La vida se resume en cuatro o cinco grandes decisiones o casualidades que nos suceden al común de los seres humanos. En mi caso, la única decisión clara, lógica y coherente que he tomado ha sido poner la música en mi camino. No podría plantearme la vida de otra forma haciendo lo que fuera, porque no quería salir de este mundo de escenarios, ruido, caos y emociones. Y cuando la parte de músico me iba razonablemente bien, pero vi que era muy difícil que me fuera mejor, lo había ido compaginando con la organización de pequeños conciertos, con el típico rollo de que vas cogiendo teléfonos de otros amigos o de otros grupos que hacían lo mismo, y que te decían si podías ir a tocar a una discoteca en Torremolinos o ir a Cádiz u organizar algo en Granada. Así, tan modestamente, fue el hecho de empezar a decir que iba a hacer conciertos.

P: ¿Y qué es lo que te llevó a la música? Por ejemplo, ¿cuándo empezaste a tocar la guitarra y cómo te aficionaste?

R: La afición primordial, la original y primigenia, es la música en sí misma. Mi padre me cuenta que, cuando yo era chico, estaba siempre esperando junto al tocadiscos a que él llegara del trabajo para que me pusiera el single de Karina, Tony Ronald, Los Puntos o lo que él tenía en casa. Ni mi padre ni mi madre, aunque tal vez mi madre un poco más, han sido grandes aficionados a la música. Mi madre escuchaba copla y mi padre, Julio Iglesias o cosas así. El primer shock original y emocional, lo recuerdo perfectamente. Tenía 8 años y fue en una clase en el colegio que iba sobre música. El profesor puso 'El lago de los cisnes' y me causaron tal impresión aquellos sonidos, cosas que iban por el aire y que no podía ni tocar ni coger, que significó un antes y un después en mi vida. Mi madre me compró aquel disco en los Sánchez la Navidad de ese año, principio de los 70. Ya un poco más mayor, tenía amigos que les gustaba la música, pero las cosas que a ellos les gustaban a mí no me molaban. Estaban muy pillados con el rollo 'Jesucristo Superstar' y el 'Juan Salvador Gaviota' este, el mundo Génesis o Pink Floyd. Joder, cómo odiaba a los Pink Floyd, con el puto 'Wish You Were Here' todo el día sonando. No me gustaba nada de eso. Hasta que un domingo en casa de unos amigos, la gente llevaba discos para escuchar, y apareció el primo de un amigo con su paquetito de discos y el primero que puso fue el 'Lou Reed Live', que en la portada había una foto de Lou en gris con una gorra y unas gafas de espejo. Y cuando puso la intro de 'Sweet Jane' y 'Vicious' aquello me voló la cabeza y me dije: "Este es el camino". Luego llegaron los Rolling Stones, Iggy Pop y, para mí, el principio y el fin del mundo, que fueron Sex Pistols, The Clash y el punk rock. Al final se trata de encontrar también a otra gente como tú.

P: ¿A qué se dedicaban tus padres? 

R: Mi padre era industrial, mecánico de coches, y tenía sus talleres y compraventa de autos y mi madre era ama de casa.

P: Y de los cuatro hermanos, tú que eres el mayor, el único al que le dio por la música fue a ti, ¿no?

R: Sí, nadie más, ni tampoco mis primos. Dicen que un abuelo mío tocaba la armónica, así que supongo que igual viene por ahí (ríe).

P: ¿En qué parte de Granada transcurrió tu infancia?

R: En el centro de la ciudad, en la plaza de Gran Capitán.

Los años 80

P: Un nacido en los años 60 es un ochentero total. Como decía aquella canción: "Pelos colorados, chinchetas en los cueros, rockeros insurgentes, modernos, complacientes, poetas y colgados, aires de libertad". ¿Cómo viviste esos años 80? ¿Cómo los recuerdas? Si es que los recuerdas, que algunos los vivieron tan 'intensamente' que no los recuerdan.

P: Siempre se tiende a mitificar y a darle esa pátina que la memoria le aporta a los tiempos de juventud, pero no hubiera pedido otro tiempo en el que ser joven. Ese final de los años 70 y principio de los 80 lo recuerdo como algo absolutamente vivo, una ciudad en la que había momentos y había cosas, sobre todo, si eras un 'rarito', porque en ese momento íbamos todos con los tupés o los pelos de punta. En las calles había pandillas y teníamos peleas con heavys o calorros. Pero, realmente, todo el ambiente y lo que recuerdo era algo fantástico. El pub Silbar en Pedro Antonio de Alarcón, que era donde nos reuníamos toda la gente de la música, de grupos como TNT, KGB, 091... La gente de los del fanzine de La Visión, el diseño Corbusier, Julio Juste y sus amigos pintores, Luis Costillo, Mariano Maresca... Recuerdo una gente y un ambiente increíble y todo el mundo en bloque ir a los conciertos unos de otros, las fiestas que hacían los partidos políticos en las campañas electorales… Se hacían conciertos en la plaza de Bib-Rambla, también en Las Pasiegas. Recuerdo con Habitación 101, mi primer grupo más o menos serio, actuando en el Corpus de 1984 o 85 en la plaza de Las Pasiegas con Los Discretos, un grupo de Guadix también muy bueno. Eran tiempos increíbles, la noche, la vida, las chicas, la aventura... Y la verdad es que no hubiera pedido un tiempo mejor.

P: Un tiempo que el que conociste a un tipo como Joe Strummer, el líder de The Clash.

R: Un momento que, no por tantas veces citado, nunca deja de ser impactante. Recuerdo el día que Joe Strummer apareció en el pub Silbar, lo tengo grabado en mi memoria. Y te ves hablando con el líder del grupo que más admiras... ¡Y está en Granada! Para mí supuso un punto de inflexión estar allí con Joe tomando una cerveza en el Silbar. Te dices que ya puede pasar cualquier cosa. Y pensaba que por qué no iba a conocer algún día a Keith Richards o a Bruce Springsteen en Granada. Fue tremendo todo el tiempo que Joe pasó aquí, cada vez que coincidíamos yo flipaba. Tengo muchos recuerdos de las fiestas en casa de Gaby Contreras, el doctor, que era íntimo amigo de Joe y de Richard Dudanski, que había sido batería de Joe y que vivía, y vive, en Granada todavía. Y recuerdo esas fiestas en el chalet de Gaby, con Joe metido en la barra sirviendo copas y muy divertido. Y, sobre todo, hay una cosa que guardo con muchísimo cariño. Nunca le pedí a Joe que me firmara un disco o hacernos una foto, aunque eso era algo poco común entonces. Pero la noche que nos conocimos estábamos en la barra del Silbar con los hermanos Arias, Jesús y Antonio, una amiga y Joe. Y estábamos hablando y él sacó un paquete de Fortuna y ofreció unos cigarrillos que cogimos. Sacó una caja de cerillas, pero solo quedaba una cerilla. Entonces saqué un mechero, encendí los cigarrillos y le regalé el mechero. Y él se giró, cogió un bolígrafo de la barra y me firmó esa caja de cerillas y me dijo: "Esto es para ti". Aún tengo guardada esa cajita de hace algo más de 40 años con aquella última cerilla firmada por Joe.

La movida granadina

P: Tú tocaste en Beat Club, Dorian Gray, Habitación 101... Pero fue una época muy prolífica de grupos de muy variados estilos, en la movida granadina de esos años. Porque todo el mundo hablaba de la movida madrileña, pero estuvo la movida gallega, vasca, catalana y granadina. Hubo muchas, pero la madrileña se apropió del concepto y, posiblemente, desde el punto de vista musical, fue la peor de todas.

P: Como todo, hay excepciones, pero es verdad que las periferias jugaron un papel importante en lo que se entendió también como la movida madrileña. Al final, Siniestro Total eran gallegos, Ilegales de Asturias, Loquillo era catalán... Estábamos los granadinos… Danza Invisible, que desde el primer momento tuvieron un gran éxito. Recuerdo la primera vez que los vi y pensé: "¡Joder, cómo tocan estos tíos, cómo cantan!". Estaban a un nivel muy por encima del nivel básico que teníamos todos entonces con los instrumentos. Toda esa aportación de la periferia engrandece la movida madrileña. Allí había cosas también, aunque, para mí, Gabinete Caligari y Radio Futura fueron los dos grupos de más peso y más poso de Madrid.

P: En Granada salieron muchas bandas con momentos muy innovadores como, por ejemplo, ese 'Rimado de ciudad' de los TNT y Magic con versos de Luis García Montero. Aún recuerdo esa portada en las escaleras de la Plaza de las Pasiegas.

R: El primer concierto en el que toqué antes de tener un grupo fue justo en la presentación de 'Rimado de ciudad’, porque Jesús Arias y yo éramos muy amigos y me propuso tocar una canción con ellos. Fue en el Estadio de la Juventud. Nunca me había subido a un escenario con tanta gente y aquello fue la caña. ¿Sabes qué ocurría? Que había un Ayuntamiento con ganas de hacer cosas. Existían unas consignas y, en esos tiempos, había que ganar la calle, entendiendo la calle como espacios libres de manifestarse, por ir al polo opuesto del franquismo del que veníamos. La calle era el espacio donde comunicarse.

P: Hubo políticos de entonces, como la concejala de Cultura Mariló García Cotarelo, que hicieron mucho por ello. 

R: Sí, y también el concejal de Juventud, Jesús García, con su director de área, Jesús Ambel. Hubo mucha gente interesante en los años 80. Gente, sobre todo, con ganas de hacer cosas y de transgredir. Algunas eran más afortunadas que otras, pero, en líneas generales, pasaban muchas cosas en la ciudad. También teníamos un cierto reflejo de participar en todo. Si se inauguraba una exposición de pintura, todo el mundo iba. Había que estar. Se trataba de ser moderno, postmoderno y estar en la onda. Pero había muchas cosas.

P: Por cierto, a un rockero como tú te apodaron Pepe 'El Punky'. ¿Por la cresta o por gustos musicales?

R: No, precisamente por ser de los primeros punkys de la ciudad.

P: Jesús Arias se autodenominaba el primer punky de Granada.

R: Y posiblemente lo fuera. A mí el apodo me lo puso Tacho González, batería de 091, cuando estábamos juntos y nos conocimos en el Instituto Padre Manjón en 1979 o así. Pero con Jesús tuvo mucha gracia porque yo venía un día de las cuevas, de los locales de ensayo que había en la carretera Murcia. Ahí estaban todavía los Al-Dar, que fue el gen de 091. Y al bajar de allí, en la Plaza del Triunfo, vi a dos tíos sentados en la parada del autobús, uno de ellos con una chaqueta amarilla ‘cosía’ de imperdibles, y me pregunté: "Hostia, ¿qué son estos tíos?". Me senté al otro lado del banco, mirándolos. Eran Jesús Arias y José Antonio García. Y me dice Jesús: "Oye, ¿tú eres punky?". Le contesté que sí. Y les pregunté: "¿Y vosotros?". Me contestó: "Claro, joder". Nos sentamos juntos y hasta hoy.

P: ¿Por qué te decidiste por estudiar Filología Hispánica?

R: Por la afición a la literatura. Junto con la música, ha sido mi afición. De niño era un devorador de libros, de tebeos, de cómic. Me pasaba la vida leyendo. Tuve suerte, porque aprendí a leer muy temprano y mis padres me fomentaron esa afición. Recuerdo que, incluso, gané un concurso de teatro leído con mi colegio en 4º de EGB.

P: ¿Cuándo colgaste la guitarra y decidiste contratar en vez de ser contratado?

R: La guitarra no se cuelga nunca, de hecho, si te olvidas de ella... He tenido suerte de poder estar casi un mes de descanso, pero no me llevé ninguna guitarra. Y cuando he vuelto a casa enseguida los dedos me han recordado que no puedes dejarlo y, conforme pasan los años, aún más. Pero el tema de ponerme a promover conciertos fue una especie de paso natural. Entonces tocaba en Beat Club, el grupo iba bien, teníamos cierta proyección nacional, pero en el momento de dar el gran salto la cosa se truncó. Y ese momento a mí ya me pilló empezando a montar pequeños conciertos. Sucedieron cosas como la apertura de la Industrial Copera, conocí a un amigo que llevaba Medina Azahara, que los invitó a tocar y se llenó. En ese momento ya me dije que igual ahí estaba mi profesión para no desligarme nunca de la música si las cosas no iban. Fundé mi primera pequeña oficina, que se llamaba Promociones de la Calle, y duramos un año y pico o así hasta que ya nos asociamos Javier García Lapido y yo para fundar Musiserv (1995), que fue la promotora referente en Granada. Ahí ya me pilla entre tocando con Dorian Gray o produciendo conciertos. Mi vida era ya la música, tocando o montando conciertos.

Los grandes conciertos

P: Unos años en los que vinieron a Granada las grandes giras mundiales y los grandes artistas del panorama musical, caso de Bob Dylan, Sting, Patti Smith, Lou Reed, Van Morrison, R.E.M., Chuck Berry, Bruce Springsteen, Leonard Cohen, Cranberries, Supertramp... 

R: Vinieron todos. Cerca de mil conciertos producidos y también muchas cosas alternativas como Massive Attack, Franz Ferdinand, Lenny Kravitz...

P: Parece fácil: contrato a Bruce Springsteen, vendo todo el aforo y me hago de oro. Pero estoy convencido de que no es nada fácil hacer algo así y que tiene muchísimos riesgos.

R: Todos los riesgos del mundo. Y ahí sigo. Mi vida sigue siendo un riesgo continuo y constante a diario. Nunca sabes lo que va a pasar. Ya se manejan ciertos recursos y, afortunadamente, con la edad he tenido la suerte de sobrevivir, algo que otros muchos amigos y compañeros, no. Han muerto o han abandonado. He pasado por todas las vicisitudes del promotor: al que le va bien, arruinado, que tiene que reciclarse, que tiene que renacer... He pasado por todo. Tengo claro que cuando realmente he aprendido ha sido cuando me ha ido mal. El éxito no te enseña absolutamente nada, lo que tienes que hacer es disfrutarlo e intentar tener un poco de perspectiva, pero no he aprendido nada del éxito. De hecho, me miro, me comparo y, posiblemente, era bastante gilipollas. A partir de ahí, ¿cómo se hace? Tenía un amigo, Roberto Grima, guitarrista de Los Negativos en los 80, que organizaba conciertos internacionales en Barcelona de bandas que nos molaban del nuevo rock americano, gente como Green on Red, The Long Ryders y, para mí, mitos como Johnny Thunders, de los New York Dolls... Y coincidimos una vez en un concierto con 091 y Los Negativos, y ahí nos conocimos. Él empezó con la gente del Espárrago Rock. Francis Cuberos, que en paz descanse, y Javier González fueron los pioneros en montar un festival y fue en Granada. Siempre rompo una lanza por el trabajo de Javier y de Francis y por el Espárrago Rock. Entonces empezaron a venir bandas increíbles de aquellos años 80 y principios de los 90. Roberto y yo manteníamos nuestra relación, pero un día le dije a Javier Lapido que por qué no hacíamos eso nosotros. Roberto estaba teniendo ciertos problemas con la gente de Munster por diferencias a la hora de ver el negocio y una serie de historias empresariales que, en un momento dado, fueron incompatibles con la política de Roberto Grima y la Iguana, su promotora. Rompieron relaciones comerciales y Roberto nos pasó todo su roster. De repente, nos encontramos manejando cosas como The Lemonheads, Toy Dolls, The Godfathers... Y la primera vez, por ejemplo, que trajimos a The Lemondheads en un Corpus, creo que del año 93, aquello fue una locura absoluta en la ciudad. Trajimos gente de máximo nivel, incluido a Muse en su primera gira al Palacio de Deportes, cuando aún no eran la supermáquina de llenar estadios que es ahora. Fuimos precursores y Granada era líder absoluto, líder que ya no volverá a ser. Era muy difícil hacerlo. Tuve apoyos, tanto de Roberto Grima como luego de todo el grupo Gamerco, con Gay Mercader al frente, y con Pino Sagliocco. Me satisface que las dos grandes promotoras internacionales españolas, que eran Doctor Music y Gamerco, que eran también antagónicas por la competencia, pues que yo, siendo cien por cien del grupo Gamerco, y ahora Live Nation, la entidad con la que también sigo siendo socio, que la gente de Doctor Music confiara en mí para poner en mis manos en Andalucía a R.E.M., Springsteen, Depeche Mode o Leonard Cohen, que eran artistas bandera de Doctor Music. Así que algo hicimos bien o algo de confianza generamos.

P: Para un fan acérrimo como tú de Bruce Springsteen, traerlo a Granada en 2006 a la Plaza de Toros sería el culmen.

R: El día más grande de mi vida profesional. Todo lo que había hecho tuvo sentido aquel día. Cuando se bajó Bruce del escenario, fui a saludarlo con la asistenta española que tenía, y con Terry, el asistente personal de Bruce. Era ahí un chico con mi copia de 'Born to run' en vinilo y me estaba viendo a mí mismo, con 15 o 16 años, en mi habitación escuchando 'The River'. Y ahí estaba con él, con el 'Boss', y me dije: "Ya estoy en la cima del Everest. ¿Ahora qué es lo que queda?".

P: ¿Pensar a lo grande?

R: No, lo que entendí que me quedaba era bajar y volver a aprender. De hecho, hay una canción de Bruce que se llama 'Two Hearts' ('Dos corazones'), tiene una frase muy ilustrativa para eso. Dice algo así: "Pasé mucho tiempo de niño soñando en un mundo de niños y en juegos infantiles, pero un día creces, te haces un hombre y puedes volver a soñar otra vez". Entonces ese era un poco el espíritu y el camino. Y digamos que, a partir de ahí, las cosas empezaron a ir mal.

Bruce Springsteen

P: Ahora me cuentas el porqué de que se torcieran las cosas, pero antes me gustaría conocer algunas anécdotas que tuviste con Bruce y otros grandes artistas. Por ejemplo, en el Hotel Santa Paula cuentan que, cuando 'The Boss' terminó su actuación en la Plaza de Toros, pasada la medianoche, tenían preparado un banquete para todo el equipo de la gira y él se sentía tan cómodo y tan contento con su estancia en Granada que ya de madrugada cogió su guitarra, salió a la puerta de su habitación y empezó a tocar hacia el patio que hay en el antiguo convento que es el hotel. Todos los que estaban allí flipaban con un concierto en exclusiva de Bruce Springsteen. Pero un huésped llamó a recepción a quejarse de que había alguien cantando y tocando la guitarra a esas horas de la madrugada sin saber, supongo, que el señor que estaba tocando era Bruce Springsteen, porque cualquier otro se levantaría y se uniría a la fiesta.

R: Es correcto, no sería exactamente un banquete, sino un picoteo que teníamos allí, tomando una cerveza y unas copas, y Bruce me dijo que era uno de los hoteles con más encanto que había estado en su vida. Y sí, sacó allí la guitarra y se puso a tocar.

P: También tuviste la oportunidad de charlar con Bob Dylan cuando vino por primera vez a Granada. 

R: Aún no sé ni qué le pasó por la cabeza, como para, siendo tan hermético y como es él... Estábamos en el Palacio de Deportes y había hablado con su asistente porque Laura García Lorca quería dejarle en el camerino una copia de la edición en inglés de 'Poeta en Nueva York' y del 'Romancero Gitano'. Laura, en aquellos conciertos, siempre llevaba la guitarra española de Federico. Se la llevó a Dylan, a Sting, a Patti Smith... Y le llevamos la guitarra al camerino. Y a media tarde, el asistente de Dylan me pidió que lo avisara cuando llegara Laura. Así lo hice y nos pidió que fuéramos al camerino de Dylan. Allí fuimos y nos abrió la puerta. Entró Laura y yo me quedé atrás, pero su asistente me dijo que entrara también. Y ahí nos encontramos a Dylan, sentado en el suelo, tocando la guitarra de Federico. Se levantó, fue superamable, nos pusimos un café y una infusión y allí nos sentamos un rato a charlar. Le preguntó a Laura sobre el exilio, sobre temas de la Guerra Civil, lo que le contaba a él Leonard Cohen... Fue un rato acojonante. Inolvidable. Terminamos, me despido, le doy la mano y le digo aquello tan socorrido de "see you, Bob"... Nueve conciertos más con él y no he vuelto a poder cruzar ni una palabra.

P: Otra gran anécdota fue cuando llevaste a Lou Reed a Casa Juanillo y se dio un atracón de calamares fritos y pimientos asados.

R: Lo de Lou Reed sentado a una mesa no tenía nombre. No sé si el hombre arrastraba hambre desde los años 70 en Nueva York por todas las drogas que se había metido, pero ¡qué manera de engullir! Fuimos a Casa Juanillo toda la tropa: Laura García Lorca, Roberto Grima, Javier Lapido y yo con Lou y su banda. Muy a gusto allí, con Juan sacando vino. Lou Reed pidiéndole vino francés y el otro diciéndole que se fuera a la mierda, que había vinos españoles... Pero al tipo lo que le flipó fue la ensalada de pimientos con calamares. Y pedía otra y otra. Yo estaba sentado enfrente suyo y le decía a Laura García Lorca: "Este va a reventar aquí". Eran los tiempos en que se podía fumar en los bares, y Lou comía y fumaba y era tremendo. Cuando terminamos de cenar Laura dijo de ir a tomar una copa a su casa. Ella vivía entonces por el Paseo de los Tristes. Estábamos tomándonos ahí unas copas y en el balcón de la casa, mirando a la Alhambra, estaba Lou hablándome de la increíble arquitectura que tenía y de repente me dice: "Oye, ¿crees que podríamos conseguir unas pizzas?". Eran las tres y pico de la mañana y con la mano de cenar que se había pegado el tío, ¿cómo era capaz de pensar en comer unas pizzas? Fue divertido.

P: De todos estos encuentros con gente de este nivel, ¿guardas alguna o algún recuerdo?

R: Tengo muchas cosas. No tantas como ahora me gustaría. Con los años por los divorcios y los pisos semifrancos en los que uno ha vivido, y ha bebido, me he ido dejando mucho. No he perdido guitarras, pero discos, libros, fotos, ropa y cosas de estas he perdido unas cuantas. Pero hay muchas cosas y un proyecto y una idea de poder hacer algo. Porque, francamente, mi casa se está empezando a convertir en un mausoleo egipcio por el propio paso del tiempo. Va muriéndose la gente... Mueren Lou Reed, Chuck Berry, Leonard Cohen, mi amigo Antonio Vega... Hay cosas que están en mi casa, pero no siento que me pertenezcan a mí, sino que debería dejarlas para que la gente las vea porque, al final, no somos más que una especie de cronistas de la música o de la cultura de la segunda mitad del siglo XX. Hemos tenido la suerte de poder escribir una página desde lo local, desde el punto más cercano a África, en donde podría plantearse actuar un artista como Dylan o como Lou Reed. Y eso para mí era lo que más mérito tenía de lo que conseguimos hacer aquí.

El bajón de Granada

P: Granada era entonces el epicentro de la música en Andalucía y ahora no viene casi ningún gran artista mundial. ¿Por qué?

R: Uf, cambios en el modelo de negocio, la entrada de las multinacionales, el modelo de los festivales... Cada vez hay menos amor por la música y más amor por el dinero. Al principio, evidentemente, todos queremos ganar dinero, pero no puede ser que el amor por el dinero ciegue el amor por la música. Casi todos los promotores de mi generación han compartido amor por el dinero y amor por la música. El orden, ya que cada cual lo ponga. Yo sé quién es quién. Pero la puta realidad también es que el modelo este de festivales de me compro un camión de melones y me como tres, no le hace ningún favor a la música, pero se ha consolidado como el principal hábito de consumo de música. Luego, también, en España es que somos un país de extremos. El tema no es que haya ocho o nueve buenos festivales, es que tiene que haber ochocientos, uno por pueblo, y la lucha por el que más mola. Esto genera unas competitividades absurdas, sobrecostes, ofertas indecentes a artistas que no lo valen. Se sobrepaga al 90% de los artistas que vienen a España. Cuando vamos a Londres los promotores españoles vamos con el cartel de aquí vienen los tontos del pueblo, porque, como te digo, sobrepagamos. Hemos conseguido que España salga de las giras. Antes Depeche Mode venía a España y hacía cinco conciertos. Y si es así, claro que les puedo traer a Andalucía y a Granada. Pero ahora, ¿qué hacen? Vienen dos noches a Madrid, dos a Barcelona y esperan a los festivales, que les van a duplicar el dinero que cobran habitualmente. Por lo que se acabó la historia, no hay más: o compites con ese tipo de ofertas o entornos, o eres el dinosaurio. Pero que yo he sido el único capaz de traer aquí a Depeche Mode o a Muse, habrá sido por algo. ¿Y por qué no vienen ahora? Pues también es por algo. Existe la relación causa-efecto.

P: ¿Tienen algo que ver también las instalaciones? Porque, por ejemplo, el estadio de Los Cármenes ya prácticamente no se utiliza para conciertos.

R: Esto tiene que ver también con el tema del Ayuntamiento de Granada. Ha habido corporaciones que han querido apostar por este tipo de cosas y eso lo simplifica y facilita. Hay otros que apuestan de boquilla y el tema no sale. De ser la quinta ciudad en música en España, ahora mismo en el anuario de la Asociación de Promotores que se edita cada año, Granada ha pasado a la número diecisiete y además con una reputación...

P: Dudosa.

R: Eso es.

P: Y Málaga se ha colocado la tercera, después de Barcelona y Madrid.

R: Y Sevilla es la cuarta. Málaga era la nada y Sevilla era un escalón por debajo de la nada. Para que entendamos el cambio y cómo han sido los procesos.

P: En una época como la actual en la que se está viviendo un boom de la música en directo.

R: Es muy gracioso, porque todos los políticos se apuntan a ese boom de los festivales de la música en directo para atraer el turismo cultural y demás. Pero si esto está inventado, no soy ningún oráculo, no hay más que abrir las páginas de cultura y de música en todos los medios de comunicación y está ahí. Y todos los políticos se vanaglorian de esto. Pues aquí se habla también, pero luego no se hace nada. Y ya digo, Granada ha tenido una reputación intachable y ahora, por seguir el término que tú has usado, digamos que la reputación es dudosa.

P: ¿Es imposible reconducir la situación?

R: Imposible en esta vida no hay nada, pero teniendo claro cuál es el nivel en el que podemos estar, que podría ser bueno, pero asumiendo ya que lo que va a Sevilla no va a venir aquí por una cuestión de aforo, de recinto. De lo que hay en Málaga, muchas cosas vendrían aquí y no allí. Pero el Ayuntamiento de Málaga ya está con un nuevo plan a futuro que... En fin, no puedo decir mucho más.

P: Lo que decía antes de recintos en Granada. El Estadio de los Cármenes se utiliza muy poco, el Cortijo del Conde no tiene la infraestructura necesaria, la Plaza de Toros se ha quedado anticuada... Y en recintos cubiertos, el Palacio de Congresos tiene poco aforo y dicen que el Palacio de Deportes tiene mala acústica.

R: No, eso es un topicazo. Yo soy el papá del Palacio de Deportes. Trabajé en el primer concierto de inauguración, en 1991, con Luz Casal. Y he hecho allí absolutamente de todo. Hay gente que suena bien y gente que suena mal. Por lo que no es el Palacio, es otra cosa. He estado en palacios mucho peores.

P: De todas formas, insisto. ¿No se podría usar más el Estadio de Los Cármenes para grandes eventos musicales?

R: Claro, se podría utilizar.

P: ¿Y por qué no se utiliza?

R: Esta pregunta hay que hacerla en otro sitio. De boquilla todo el mundo ha hablado en conversaciones de bares, pero luego hay que creerse un objetivo y ponerlo en liza. Para bien o para mal, sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha.

P: La apuesta por la música en directo, ¿puede ser importante como una fuente de ingresos para la ciudad por el retorno económico que conlleva? 

R: Nosotros lo acreditamos cada año en los festivales, ciclos, conciertos y producciones que hacemos.

‘1001 Músicas – CaixaBank’

P: Uno de ellos es el '1001 Músicas-CaixaBank' cuyo éxito radica por el lugar en el que se celebra, ya que sería impensable que a un recinto de 1.800 personas vinieran los artistas de talla mundial que han venido como, por ejemplo, Bob Dylan, si no fuera por el sitio que es. La idea es magnífica y no sé si es más desarrollable. 

R: Solo se puede crecer a lo ancho, tener más conciertos, más artistas y, si conseguimos más patrocinadores y más apoyo, podemos llegar a artistas incluso más caros. '1001 Músicas-CaixaBank' es nuestra mejor carta de presentación en el exterior, pero, como todo en esta ciudad, tiene fans y detractores. Habrá que ver también a futuro esa puesta en valor común, es decir, apostamos por esto porque, de verdad, interesa y retorna, o seguimos en el granadinismo militante, que es algo que, ya lo decía Federico García Lorca en los años 30, sobre todo a lo que se agita por las catacumbas de esta ciudad, que hacen que nos vaya como nos va.

P: Me comentabas que cuando vino Bruce Springsteen, tocaste techo y, a partir de ahí, tuviste un bajonazo, pero hay que saber rehacerse.

R: Buena parte del bajón fue por malas decisiones mías empresariales y a ello se unió la crisis de 2008 y lo que arrastró hasta 2010, más luego la fastuosa entrada del PP con el IVA al cultural al 21% que nos reventó y nos abrió en canal durante cinco años a todo el sector nacional. El sector cayó, quebró y se arruinó muchísima gente, no saben el daño inmenso que se hizo. El cambio del modelo de negocio y festivales se agitó en esos cinco años en una especie de tormenta perfecta. Y empezamos a remontar poco a poco en 2014, pero ahí ya Granada había perdido casi todas sus cosas.

P: ¿Cuáles son tus proyectos futuros? Porque eres un hombre inquieto, imaginativo, creativo... ¿Qué tienes en mente que pueda sorprender?

R: Sorprender, no lo sé, pero en estas fechas, cuando estamos con la hoja en blanco, hablamos unos con otros, vemos giras, ideas y proyectos comunes y estamos empezando a escribir la hoja de ruta de 2025. Ya hay algunas cosas avanzadas que están muy bien. Hay alguna jugada de muy alto calibre de las de la vieja Granada que si sale será noticia de portada en muchos sitios, pero todavía estamos a expensas de varias cosas. Para mí, sigo con la misma sensación de vértigo de cada año cuando tienes que empezar a pensar en el próximo. Y así son ya 40 años.

La realidad de Granada

P: No ya en el ámbito musical, sino en todos los ámbitos, ¿qué le falta a Granada para despegar definitivamente? Porque Granada tiene muchas cualidades, pero no termina de arrancar en muchos aspectos. ¿Es por culpa de los granadinos, por nuestra mentalidad?

R: Mayoritariamente, sí. Y es por culpa de los granadinos porque vivimos delante del espejo hipnotizados por nuestra propia belleza. Pero la realidad es que si miramos a la colina y, de repente, no está la Alhambra, a lo mejor no seríamos mucho más que otras ciudades. Nuestra costa necesita una pensada, porque solo hay que pasearse por cualquier localidad costera y analizar cuál es el tipo de turismo, cuáles son los objetivos, cuál es el plan. Y la montaña, diría que es lo más salvable. Sierra Nevada está de lujo, pero cada vez vamos a sufrir más el cambio climático. O la estación se reinventa en otros conceptos que, en muchos casos, tienen que ver con la música y la cultura. Ya se está haciendo en casi todas las estaciones de esquí de primera línea en Europa donde, de repente, te encuentras a Sting cantando en unas pistas de esquí. Y no creo que precisamente Sierra Nevada sea un sitio que no se lo pueda permitir, pero hay que tener voluntad y ganas de hacerlo. Confío en unas cuantas personas de las que están ahora al frente de los gobiernos andaluz y local, y quiero pensar que estarán a la altura de lo que necesita la ciudad porque lo peor de todo es no tener proyectos. Granada lleva sin proyectos muchísimos años y siendo sistemáticamente derrotada en todo, en cualquier foro que te presentes o a cualquier cosa. Ahora tienen la candidatura de la capitalidad cultural europea, pero, o empiezan a pasar cosas a velocidad de vértigo, o me temo que será lo habitual de Granada. Luego, eso sí, dirán que fuera no nos entienden. Sí que es verdad que, honestamente, necesitaríamos mejores comunicaciones, que el AVE sea de verdad, no una 'avecilla', y luego también hay que quitarse el chovinismo de encima. Cuando voy a Londres, el avión me deja en un sitio que está a 120 kilómetros de Londres y me meten en un tren, eso sí, la hostia de rápido, y en 45 minutos estoy en la estación Victoria. A lo mejor lo que hay que plantearse aquí es una lanzadera potente de nuestro aeropuerto al de Málaga y ser una pista auxiliar y estar hiperconectado, eso sería imbatible. Pero aquí se piden más vuelos para Granada y es imposible que haya más vuelos con un aeropuerto como el de Málaga a una hora. Vamos a conectar los aeropuertos. El aeropuerto de Londres es Heathrow y luego tiene cuatro más alrededor. Y en París, en Milán y en Roma pasa igual... en todas las grandes capitales. Evidentemente, no somos una capital así por volumen, pero a lo mejor sí por influencia y por turismo. Pero, bueno, eso corresponde a otros. Yo no soy más que un guitarrista de rock que hace conciertos. No soy ningún experto en nada ni, por supuesto, nunca he sido ni aspiro a ser un líder de opinión de nada ni de nadie.