"Estoy convencido de que puede haber más pueblos en Andalucía que, sin saberlo, estén en guerra con Dinamarca"
Habla Rafael Guerrero, el periodista que sacó a la luz el conflicto entre Huéscar y el país nórdico: "En realidad lo que se publicó fue un bando en la puerta del Ayuntamiento"
Se conoce como 'serendipia' el hallazgo descubierto de manera inesperada, fortuita o accidental mientras se investiga otra cosa, pero que resulta de una gran utilidad y trascendencia para la humanidad por sus aportaciones futuras. Aunque es un término más bien de aplicación al ámbito científico, como demuestra la penicilina o el principio de Arquímedes, la historia se ha encargado de dejar grandes serendipias fuera de este campo. Así, para el semiólogo, filósofo y escritor italiano Umberto Eco el descubrimiento de América por parte de Colón sería un ejemplo de lo último.
En relación a todo lo anterior, fue Louis Pasteur quien formuló que "en el campo de la observación el azar solamente favorece a las mentes preparadas". Y dosis de azar seguro que hubo un buen día de mayo de 1981 cuando el ilustre Vicente González Barberán —a la sazón consejero de Bellas Artes y delegado de Cultura— encontró, buceando en los archivos municipales de Huéscar, una serendipia que cambiaría la historia de su pueblo y también, de alguna forma, la vida de quien poco después se hizo 'eco' de la misma.
Porque Huéscar, un municipio que en los albores del siglo XIX no pasaba de los 3.000 habitantes, tuvo la osadía de declararle la guerra a todo un estado como Dinamarca. La historia, que en su día copó portadas y titulares en la prensa de todo el mundo, vuelve estos días a la palestra por el estreno, coincidiendo con el 40 aniversario de la declaración de paz, del documental La guerra más larga, escrito por Jaime Noguera y dirigido por Jorge Rivera. Pero, ¿realmente aquello fue una declaración de guerra al uso?
Entre el hallazgo de González Barberán y la puesta de largo de la cinta de Rivera hay un tercer nombre clave para entender este 'conflicto bélico': el más largo y a la vez el menos cruento de cuantos ha contemplado la historia de la humanidad, ¿hay una paradoja, contradicción u oxímoron mayor? Se trata del periodista Rafael Guerrero. Fue él quien apenas unas semanas después de leer aquella anécdota de Barberán en la revista local La Sagra, donde había pasado casi de puntillas, decidió venderle la historia al mítico exdirector de Ideal Melchor Sáiz-Pardo.
La respuesta del malogrado periodista querido por tantos no se hizo esperar: "Sí, vete a Huéscar y lo sacamos el domingo". "El reportaje lo escribí un fin de semana y se publicó el domingo abriendo a cinco columnas la portada y remitiéndose a la última y la antepenúltima. Mejor valoración no se le podía dar. El director le dio ese valor y las agencias se hicieron eco", explica Guerrero, quien rápidamente fue nombrado por sus compañeros como 'enviado especial de guerra' entre el cachondeo generalizado. No sabían lo que estaba por venir.
Su publicación en el periódico generó una cascada de reacciones no solo en la prensa nacional, sino también en la danesa. Y todavía más, en la de terceros países que estaban al margen de la contienda. En plena Guerra Fría, con el mundo tensionado y las noticias del famoso 'teléfono rojo' en todos los noticiarios, Huéscar y Dinamarca iban a mandar un mensaje de hermanamiento a todos los gobiernos. Así fue como el 11 de noviembre de 1981 Huéscar y Dinamarca firmaron en el municipio granadino el fin de las hostilidades justo el día en el que se cumplían 172 años desde que comenzaron: el 11 de noviembre de 1809.
"Comencé a hacer un seguimiento porque era un tema mío. Llamaba a la embajada y a periódicos daneses. A mí también me llamaban periodistas de todo el mundo para que le diera más claves. Así se creó un ambiente tal que, el día de la firma de la paz había una expectación mediática espectacular en el pueblo", recuerda el periodista. Huéscar convocó un pleno que aprobara iniciar el proceso de paz con Dinamarca. Y en el país escandinavo, el periodista de la televisión nacional Jorge Jensen ya había puesto el asunto sobre la mesa. Pero fue el embajador danés en España quien fue autorizado por su Gobierno a rubricar la paz definitiva.
"¡Cuidado! Entráis en territorio enemigo. Si deciden pasar, aténganse a las consecuencias", rezaba un cartel en danés a la entrada del municipio el 'Día D'. El alcalde José Pablo Serrano y el embajador danés Mogens Wandel-Petersen estamparon su firma definitiva, y este último tiró de fina ironía para zanjar cualquier conato de polémica casi dos siglos de polémica: "Ojalá todas las guerras fueran como esta".
"Allí estaban el embajador danés, el cónsul de Dinamarca en Málaga, el director de Carreteras...", y también miles de personas, oscenses y daneses, dispuestos a beber vino y comer tripa de relleno hasta reventar. "La gente estaba allí gritando y le pusieron dos tinajas de vino. Allí se cogieron unas buenas borracheras. Hasta hubo una cadena de televisión norteamericana y otra japonesa. El mundo estaba deseando de hablar de paz en lugar de guerra y aquello ayudó muchísimo porque fue un llamamiento a la paz", rescata del baúl de sus recuerdos Guerrero, quien a la postre sería nombrado 'corresponsal de guerra' por el municipio del norte de la provincia.
El alcalde de Huéscar le entregó un pergamino firmado por el pleno donde se reconocían los méritos que había hecho: "Para mí eso fue increíble porque mi sueño siempre había sido ser corresponsal de guerra y aquel día lo cumplí de alguna manera. Me ha gustado siempre cubrir los conflictos y ahí maté el gusanillo".
Una declaración que en realidad fue un bando municipal
Pero lo que para el periodismo y la tradición oral y escrita es una guerra, para la historiografía podría no ser más que la publicación de un bando municipal como los que los ayuntamientos han venido publicando recientemente para informar del cierre de sus espacios y edificios públicos por el Covid. Lo explica Rafael Guerrero: "Durante la invasión francesa, Napoleón no había conseguido llegar a Andalucía porque perdió la Batalla de Bailén. El Gobierno de las Cortes de Cádiz, afincado en Sevilla, consideró que los españoles presos en Dinamarca suponían una humillación y entonces le declaró la guerra a ese país".
Así, el 11 de noviembre de 1809, "Huéscar recibió el bando del Gobierno español y el pleno decidió reunirse para publicarlo, colgándolo en la puerta del Ayuntamiento en solidaridad con el Ejecutivo", aclara el periodista. Así que la pregunta estaba servida: ¿puede haber más municipios en Andalucía que le hayan declarado la guerra a Dinamarca y aún no lo sepan?". Para el hombre que convirtió esta historia en un fenómeno mediático la respuesta no puede ser más contundente: "Estoy convencido de que habrá más pueblos que pudieron publicar el bando y que, sin saberlo, mantienen una 'guerra' abierta con Dinamarca".
Guerrero reconoce que "quizás se haya exagerado un pelín la historia". "Me pudo a mí, a Vicente y a las cadenas de televisión y, en ese sentido, en el periodismo tenemos que hacer un poco de autocrítica", admite antes de apuntar: "Pero no está mal lo que bien acaba". "Todos hicimos un ejercicio de exageración, pero las consecuencias no fueron malas. Así que no me arrepiento. No era un tema de perjudicar a nadie, sino que benefició a un pueblo".
A partir de la firma de la paz, Huéscar y Dinamarca estrecharon lazos. Hasta el punto de que hoy en día el municipio granadino está hermanado con la ciudad de Kolding. Fruto de este acuerdo se producen desde entonces intercambios culturales entre alumnos de Bachillerato de ambos enclaves. "También ha habido visitas institucionales. Yo estuve en una de ellas, precisamente en un castillo que quemaron los prisioneros españoles en Kolding de forma accidental al intentar hacer fuego para calentarse".
Rafael Guerrero, ya jubilado guarda "buenos amigos periodistas daneses, mis hijos también son amigos de los suyos". Precisamente el documental se va a proyectar, además de en Granada y Sevilla, en Kolding y en la misma Copenhague. "Es un buen momento para rescatar esta historia y hacer pedagogía de las relaciones de paz entre los pueblos", destaca el informador. Si entonces sirvió para mandar un mensaje en plena Guerra Fría, esta vez podría ejercer como método ejemplarizante en la creciente escalada de tensión entre Estados Unidos y Rusia a cuenta de Ucrania.
No en vano, hay otro hecho que conecta ambos conflictos y que también está relacionado con la forma de ser de los oscenses y aquel 'armisticio' frente al 'enemigo' danés. "Con motivo de la firma de paz se hizo un embotellado de vino de Huéscar, que ya era conocido como el 'vino de la paz', y como hubo excedente se le envió una botella de mosto a Ronald Reagan y otra a Leonid Brézhnev con la sugerencia de que abandonaran las hostilidades y firmaran la paz".
¿Habría que enviársela también a Joe Biden y Vladimir Putin? "¿Por qué no?", reacciona rápidamente entre risas Guerrero: "Ahora se hace un buen vino en Huéscar. Claro que habría que hacerlo. No solamente el vino, también tripa de relleno, que ya fue ensalzada por Camilo José Cela en un pregón hace décadas, y un cordero segureño. Huéscar tiene muchos productos que ofrecer al mundo y el vino es solo uno más".
Una historia de amor a todos los niveles
Para Rafael Guerrero aquella historia constituyó mucho más que un 'temazo' de portada. Él lo vivió, sobre todo, "como un mérito más para afianzar mi relación con mi novia, que era de Huéscar". "Ahora llevo casado con ella 40 años. La guerra esconde para mí también una historia sentimental", añade. Tal y como demostró en aquel conflicto, el periodista demostró que es de los que cree que el amor es mucho más poderoso que el miedo.
Lo hizo con su mujer, con la resolución de un conflicto enquistado durante 172 años y también con su oficio de periodista, que amó y sigue amando, aunque ahora desde una perspectiva "más tranquila". Durante los últimos 15 años, Rafael ha dirigido en Canal Sur el único programa de radio en España dedicado a la memoria histórica. Fue lo que le motivó a doctorado en Historia Contemporánea, lo que le ha abierto una etapa final profesional dirigida a la divulgación histórica a través del cine documental, primero como guionista y ahora como director. "Hice uno sobre los curas obreros y sobre todo los de Granada —De la cruz al martillo (2018)— y otro titulado El complot de Tablada (2019) sobre la polémica irrupción de la candidatura de Blas Infante a las elecciones constituyentes de la Segunda República Española.
"Ahora estoy inmerso en uno, con el apoyo del Gobierno de España y la Universidad de Brest (Francia), llamado Rotspainer, que habla de los exiliados españoles que fueron esclavizados por Hitler para construir las fortificaciones del Muro Atlántico desde Noruega hasta el Norte de África, un tema nunca abordado en el cine porque su investigación sigue en curso", confirma.
Pero en aquel momento, junio de 1975, lo que le picaba es el periodismo puro y duro de redacción. "Aquello era otra cosa. Se fumaba y se bebía en las redacciones. Mi maestro profesional en aquella época era Antonio Ramos Espejo. Y de él aprendí la necesidad de contar historias desde el punto de vista humano, no con la frialdad de los números y los gabinetes de la actualidad. El periodismo estaba lleno de un relato humano. Cada uno era de su ideología y en aquella redacción de Ideal todos íbamos a una", rescata del pasado.
Y otro nombre que trae al presente es el del inolvidable Melchor Sáiz-Pardo, uno de esos directores que marcan a toda una generación... En su medio y en los de la competencia: "Estuve trabajando con Melchor desde que en junio de 1975 pisé por primera vez la redacción hasta 1984. Aprendí mucho de él, era joven pero muy ponderado y comedido. Y cuando tenía que apostar por algo, apostaba y defendía a sus periodistas y los dejaba hacer": "Para mí fue un ejemplo de periodista con criterio, con solvencia y dirigiendo. Él llegó a la dirección del periódico con 30 años y se mantuvo hasta que se jubiló. Tuvo que tomar decisiones muy importantes y le pilló la muerte de Franco. Algunos fuimos amenazados de muerte y él siempre nos defendió. Y yo tuve mis discrepancias con él, pero siempre desde la lealtad".