Rafael Guillén en una de sus últimas entrevistas: "Si existiera el tiempo, sería circular y me queda muy poco ya para ser niño"

El poeta granadino de la Generación del 50 repasó su trayectoria y mucho más hace apenas un año en GranadaDigital

Entrevista al poeta Rafael Guillen en su casa de Granada
El poeta granadino Rafael Guillén en su domicilio, donde recibe a GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez
María José Ramírez
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Rafael Guillén, uno de los poetas más importantes de la Generación del 50, cumple este 27 de abril 89 años. El granadino tiene una larga trayectoria literaria en la que ha escrito más de una veintena de libros de poesía, también prosa y ensayos, y ha sido reconocido por sus lectores, la crítica y las instituciones culturales. Premio Nacional de Literatura de España en 1994 por su obra ‘Los estados transparentes’ o Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca en 2014 son algunos de los reconocimientos más destacados que ha recibido Rafael Guillén, que fue una figura importante para ayudar a recuperar la cultura poética en Andalucía tras la Guerra Civil. Tras seis décadas dedicado a la literatura, el poeta granadino puso punto y final a su carrera en 2019, una trayectoria que repasamos en esta entrevista realizada en su casa, donde nos recibe con amabilidad su mujer Áurea Marcos, 'Nina', que nos hace pasar a la habitación en la que Rafael Guillén, rodeado de libros, obras de arte y recuerdos de sus viajes por el mundo, nos atiende. El granadino destaca que la poesía “existirá siempre, pero de ella no se puede vivir”.

Pregunta (P): Se inició como escritor en 1953 como miembro de Versos al Aire Libre, ¿qué recuerda de sus inicios?

Respuesta (R): He estado escribiendo siempre. No es que empezara a escribir con Versos al Aire Libre. Este grupo lo iniciamos a raíz de una exposición de Poesía Ilustrada. Éramos Ladrón de Guevara, José Carlos Gallardo, Elena Martín Vivaldi, Julio Alfredo Egea y muchos otros que se nos fueron uniendo. Con esta tertulia estuvimos tres años, hasta que Guevara se casó, José Carlos se fue a América y yo me tuve que ir al servicio militar. Nos reuníamos todas las semanas.

(P): Después fundó y dirigió con José G. Ladrón de Guevara la colección de poesía Veleta al Sur, que se mantuvo activa durante una década. ¿Qué recuerda de aquella época?

(R): Estuvimos diez años publicando. Publicamos unos 30 libros, hasta que la vida fue mandando sobre nosotros.

(P): Su primer libro de poemas fue ‘Antes de la esperanza’, ¿qué supuso para usted publicarlo?

(R): Fue en el año 1956. Me hizo mucha ilusión.

(P): Desde entonces, seis décadas dedicado a la literatura, en las que ha escrito una veintena de libros de poesía, también prosa y ensayos. ¿A qué obra le tiene especial cariño?

(R): Las obras completas son tres volúmenes: dos de poesía y el tercer volumen de narrativa, ensayo... Aunque está muy manida la comparación con los hijos, sí, cada libro sale como puede. Ya con el tiempo vas viendo que unos son mejores que otros; pero por sí solos se van abriendo camino.

"Con el tiempo vas viendo que unos libros son mejores que otros, pero por sí solos se van abriendo camino"

(P): ¿En qué se ha inspirado para sus poemas?

(R): Supongo que te referirás a los temas más frecuentes. Creo que mi tema principal es el tiempo, que luego se va reflejando en los demás. Sobre todo en el tema amoroso. También el tema social, la naturaleza... Pero lo principal ha sido el tiempo, que, como ya he dicho muchas veces, es algo que no existe, que es un invento. Es un hilo que hemos tenido para poder ir colgando, como la ropa para secar, todos nuestros sucesos. Lo que existe es la historia.

(P): Ha escrito muchos poemas amorosos y su mujer Áurea Marcos, 'Nina', ha sido su inspiración para usted durante toda la vida, ¿no?

(R): Claro. En Nina, como es lógico, es donde he reflejado a la mujer, lo femenino. Nos hemos acompañado durante toda la vida. Tenemos cuatro hijos, siete nietos y un bisnieto, que ha nacido en Grecia.

El poeta Rafael Guillén durante la entrevista con GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

(P): ¿Dónde ha escrito la mayoría de sus poemas?

(R): En casa muchos, la mayoría. Pero también por donde he ido pasando, ya que he tenido la suerte de poder viajar muchísimo. Si ojeas algunos de mis libros más o menos recientes, 'Los estados transparentes', por ejemplo, verás que hay poemas escritos por todo el mundo. ¿Quién va a visitar la tumba de Neruda en Isla Negra y no escribe algo? Y así por donde he ido pasando.... Por Birmania, Vietnam, China, la India. Por donde he ido pasando. Algunos poemas ya han salido completos, pero hay muchos de los que he tomado notas y las ideas más sobresalientes y después he terminado en el avión, en el coche o aquí en casa.

(P): Fue niño de la guerra, ¿cómo ha influido esto en sus obras?

(R): Como un recuerdo muy lejano. Porque ten en cuenta que mi padre murió el año antes de que empezara. Yo tenía dos años y medio. Y de esa infancia tengo el recuerdo muy vago de cuando nos cogían y nos llevaban a la sacristía de la iglesia de San Juan de Dios. Mi madre, ya viuda, por miedo a las bombas nos llevó a vivir a La Zubia, donde estaba mi abuelo paterno. Recuerdo mis juegos en La Zubia; son recuerdos lejanos. Por ejemplo, que nos asomábamos a las tapias de la Huerta Grande y desde allí veíamos a los aviones tirar las bombas sobre Granada. Unas bombas chiquitillas que no se distinguían, claro. Cuando nos refugiábamos en la sacristía, nos decía el sacristán que allí estábamos seguros si nos caía la bomba.

(P): ¿Cómo le afectó la época de represión franquista?

(R): A mí me censuraron un poema del libro 'El gesto'. Y publiqué el libro en América, en Buenos Aires. Querían que suprimiese ese poema y yo decía: "Esto no". No me gusta repetirme, pero son anécdotas y no tengo otras. Cada jueves nos reuníamos Versos al Aire Libre y, durante tres años, teníamos que pedir permiso al Gobierno Civil. En un principio éramos cuatro gatos, pero luego fuimos multitud. Y cada jueves, tanto cuando estábamos aquí como cuando nos reuníamos en verano en un Carmen del Albaicín, nos mandaba el Gobierno Civil un policía para que estuviera presente. Hay una anécdota, que ha salido ya en tantos sitios, y es que al cabo de los tres años nos enteramos mi amigo Pepe Guevara, Julio Alfredo Egea y yo del nombre del que había conseguido el Premio de Poesía del Liceo. Resulta que era nuestro policía. Y es que, cuando ya llevaba un mes o dos meses apartado en un rincón, le dijimos: “¿Pero qué hace usted? Véngase con nosotros, que estamos tomando una cerveza”.

"Me censuraron un poema del libro 'El gesto', pero publiqué el libro en América, en Buenos Aires"

(P): ¿De qué hablaba ese poema de 'El gesto' que no le permitieron publicar en España?

(R): Su tema era la miseria de las cuevas del río Beiro, donde vivía mucha gente. Cerca del Cercado bajo de Cartuja, donde vivía yo. Y entonces, lo mismo que ahora me dicen que en Rusia no se puede hablar de ciertos temas, por ejemplo, de lo que pasa en Croacia, aquí existía la miseria en la que se vivía en esas cuevas y de eso en la dictadura no se podía hablar.

(P): En los 90 escribió 'Los estados transparentes', con el que consiguió el Premio Nacional, ¿qué supuso para usted conseguir este premio?

(R): Una gran alegría y un dinero que me hacía mucha falta. Hubo una época en la que a mí me dieron muchos premios. La casa donde vivíamos, de la Obra Sindical del Hogar empezó a caerse, y tuvimos que buscarnos un piso en la Avenida Cervantes; pero claro, había que pagarlo. Y lo pagué a base de premios literarios. Me presentaba a todos los concursos que había. Al Premio Nacional no tuve ya que presentarme. Cuando pagué el piso, dejé de concurrir a los premios. Los que me dieron después fueron ya porque me los dieron.

(P): En su obra 'El país de los sentidos' plasmó sus experiencias viajeras por Marruecos, ¿qué recuerda de ese viaje y de lo que le inspiró para escribir?

(R): Al principio, hasta que mis niños no crecieron y no se pudieron quedar ya solos o con los abuelos, con 12 o 13 años, lo que teníamos más cerca para viajar era Marruecos. Cogíamos un coche con los amigos, a las cinco de la mañana, y estábamos almorzando en Chauen. Luego ya me recorrí Marruecos entero. Y el gran Paco Izquierdo, que se le tiene medio olvidado y era un escritor y pintor fabuloso, todo lo hacía, llevaba una colección en la Caja de ahorros y me dijo: "Rafael, me tienes que dar un libro". Yo tenía algo escrito sobre Marruecos y lo fui ampliando hasta que le di el libro. Era 'El país de los sentidos'.

Rafael Guillén consiguió el Premio Nacional de Literatura en 1994 | Foto: Antonio L. Juárez

(P): En el nuevo siglo continuó publicando poesía, ¿cambió en algo su manera de escribir?

(R): En el nuevo siglo no cambió porque ya tenía una manera propia de expresarme, algo de lo que se llama personalidad. Yo prefiero usar palabras más sencillas. Es un modo de ser y eso no lo vas a cambiar porque pase el siglo.

(P): ¿Qué obra de esta época considera más destacada?

(R): A partir de 'Los estados transparentes', de las pocas obras que escribí después, diría que cualquiera de ellas. Después de 'Las obras completas', en las que ya está incluida 'Los dominios del cóndor', solo he publicado dos: 'Balada en tres tiempos para saxofón y frases coloquiales' y 'Últimos poemas' (Lo que nunca sabré decirte)'.

(P): En 2019, con 'Últimos poemas (Lo que nunca sabré decirte)' puso punto y final a su trayectoria literaria.

(R): Llegó un momento en el que cuando tenía una ocurrencia - que le llaman inspiración, pero yo le llamo ocurrencia-, que consideraba digno de pasar al papel pensaba: “¿Esto lo he dicho ya o no lo he dicho? Esto que me ha venido, ¿es un recuerdo o no? A ver si empiezo a repetirme, a decir cosas que ya había dicho antes”. Y como en mi experiencia de lector tengo comprobado que hay un momento en el que todos los escritores empiezan a decaer, cosa inevitable, y ya tengo que ir con andador o silla de ruedas y con un marcapasos. No quiero que esa decadencia se refleje en lo que escribo.

(P): Y terminó su trayectoria literaria con poemas de amor.

(R ): Sí porque si existiera el tiempo, sería circular y, poco a poco, los viejos vamos volviendo a la infancia. Yo ya voy por la adolescencia, me queda muy poco ya para ser niño. Estoy deseando ya que me den la teta – comenta entre risas-.

(P): Fue para usted como cerrar un círculo.

(R): Sí, claro.

(P): Pero en el confinamiento escribió 'Las calles vacías', que se ha publicado en formato digital. ¿Sentía la necesidad de escribir algo en ese momento histórico?

(R): Era una situación completamente inédita, no solo para mí sino para todos. Y se me ocurrió. Mi hija Marina lo lanzó a las redes, como ha hecho también con otro cuyo nombre no recuerdo.

El poeta granadino Rafael Guillén cumple 89 años este 27 de abril | Foto: Antonio L. Juárez

(P): De su extensa trayectoria y reconocimientos que ha recibido, ¿qué recuerda con especial cariño?

(R): Serían muchos. Mi hija Marina también diseñó una página web y todo lo que he dicho o pueda decir está ahí. Momentos especiales, sí, los premios más importantes: el Premio Ciudad de Barcelona; el Boscán, que entonces era más importante todavía; el Guipúzcoa; el Nacional, claro, y últimamente, el Premio Internacional García Lorca. También internacionales tengo algunos más.

(P):¿Cómo se siente cumpliendo ya 89 años este 27 de abril?

(R): Me siento muy cansado, muy viejo. Como yo digo, la vejez me ha entrado por los pies, porque la cabeza la tengo bien. Salvo los achaques de la edad, más o menos importantes.

(P): ¿Cómo ve el futuro para los poetas jóvenes en una época en la que cada vez la gente lee menos?

(R): Leen mucho menos. La poesía existirá siempre; la manera de expresarla cambia. La poesía no sólo se expresa escribiendo, se expresa pintando, componiendo música, haciendo una escultura o un edificio. Una de ellas es escribiendo y eso no se va a acabar nunca. Si te refieres a qué porvenir les espera a los poetas, yo lo que les diría es que sigan con la poesía, pero que se busquen un trabajo como puedan por otro lado. De la poesía no van a vivir. En mis tiempos, lo más que pude en aquella época fue pagarme un piso.

"De la poesía no van a vivir. En mis tiempos, lo más que puede fue pagarme un piso"

(P): Y todo su legado quedará en la Biblioteca de Andalucía.

(R): Sí, todo está catalogado y allí están mis manuscritos, mi correspondencia... Tenía once archivadores llenos de correspondencia con los de mi generación y con los del 27 también. Libros dedicados tengo de Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego... Y con muchos de ellos también tengo correspondencia, pero tengo más con los de mi generación. Fui amigo de Blas de Otero, a pesar de la diferencia de edad, porque me tocó hacer el servicio militar en la región del norte, en una base que había cerca de Bilbao. Y por las tardes, me iba con él y paseábamos por la ría; algunas veces con Javier de Bengoechea. También de Gabriel Celaya, de José Hierro... Luego ya con mis contemporáneos.