Errores que condenan

Los continuos fallos ante la portería del Valencia y una nueva derrota vuelven a poner a Sandoval en la rampa de salida

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Edgar se lamenta durante el partido ante el Valencia en Los Cármenes | Foto: GCF
Daniel Sánchez-Garrido | @Danisgr
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José Ramón Sandoval mantenía firme su discurso en rueda de prensa, seguro de sí mismo y con ganas de sacar  a su Granada CF y la temporada adelante. No es para menos, su equipo volvió a ofrecer una buena actuación ante un Valencia soso y antipático. Pero una vez más, no fue suficiente para embolsarse la victoria, o, al menos, un puntito.

A veces, quizás sea preferible optar por la antipatía, un juego feo, sin vistosidad, sin arrancadas llenas de ‘run run’ y sin continuas llegadas al área rival. A veces, es preferible llegar y meter. Sin más florituras que celebrar que el balón está entre los tres palos. Ahí reside gran parte del mal nazarí. En la portería. La propia y la rival. Andrés volvió a salvar en la tarde-noche del pasado domingo y dio vida a su equipo, sin embargo, no llegó a ser determinante. Y es que en ataque, la partida no estuvo de cara, continuos errores que condenaron a la derrota a los de Sandoval.

En la consecución de errores ante Diego Alves, el guardameta de ayer, se cuentan un sinfín de centros y pisadas inertes del área valencianista. Success se marchó una y otra vez de Siqueira con una pasmosa facilidad, pero sus decisiones finales o centros nunca llegaron a ser remachados contra la red. O bien por error del propio africano, o porque los rematadores nunca llegaron a estar finos.

En la primera parte, lo intentaron sin suerte Fran Rico y Peñaranda. Desde lejos, sin demasiada intención, ni siquiera haciendo estirarse al arquero del Valencia CF. El venezolano salió escardado del partido ante los de Neville. Fue sustituido en la segunda mitad, y Sandoval le dio un toque de atención en sala de prensa. El de Humanes es el más indicado para señalar el camino adecuado para su carrera, ya que fue él mismo quien tuvo el valor de ponerle y mantenerle en el once cuando más fea pintaba la cosa.

La primera más clara de los rojiblancos estuvo en los pies de Barral. En una de las buenas acciones individuales del nigeriano, con un buen pase y recorte previo, el delantero gaditano remató inexplicablemente a bocajarro contra el larguero ché. Nueve de cada diez entran. Háganse una idea.

Entró El-Arabi, como si Barral hubiera desperdiciado su oportunidad y el cambio de cromos fuera obligado. ‘A ver si el que sale cuenta con mayor suerte’, debía pensar Sandoval, atendiendo a su cara y la desesperación que dibujaba. El delantero francomarroquí contaría con dos ocasiones clarísimas de hacer gol. La primera fue nada más entrar al campo. Un centro perfecto de Miguel Lopes le llegaba franco para introducir el cuero con la testa en la portería de Diego Alves. Pero no, no fue así, el balón se marchó fuera. La peinó en exceso. Nueve de cada diez irían dentro, normalmente.

El-Arabi gozaría de otra ocasión tras otra buena jugada de Success. Esta ocasión, más complicada, no llegó a conectar bien con el marroquí, lamentándose de otra acción fallida. A los pocos minutos, fue Edgar quien se internó con gran habilidad en el área che, sin oposición, ponía un balón demasiado tenso y fuerte para que llegara algún delantero nazarí. Se tiraba al barro Success, pero no llegaba para desesperación rojiblanca.

Sería Edgar quien terminara derrocando el muro que los propios rojiblancos se construyen en su perjuicio cada partido cuando se trata de anotar. El tinerfeño cabeceó un gran envío de falta de Rochina cuando el Valencia ya había sentenciado a la contra con un Granada volcado. Así, con una jornada más que se iba, y otra derrota injusta, Sandoval seguía recitando en el banquillo, contemplando como una serie de errores inexplicables le planteaban un juicio a cadena perpetua.