La escuela que ayuda a perros con discapacidad a convertirse en ‘Superperros’

La educadora canina de Mumbie, Nerea Vila, trabaja con canes sordociegos o con otras discapacidades físicas y cognitivas para que tengan “una vida plena y feliz”

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Neu, perrita sordociega que atiende la educadora canina Nerea Vila para que tenga una vida plena y feliz como cualquier otro perro | Foto y vídeo: Javier Gea
María José Ramírez
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Neu es una perrita sordociega, una doble merlé collie, que ha dado “un cambio espectacular” gracias a la educación recibida en la Escuela de Superperros Mumbie. Esta escuela, puesta en marcha por Nerea Vila, la única educadora canina especializada en perros con discapacidades motoras, sensoriales y cognitivas, atiende a perros con diferentes discapacidades para convertirlos en ‘Superperros’ y que tengan “una vida plena y feliz”. Esta educadora canina se desplaza de Málaga a Granada dos veces por semana para dar cobertura a los perros con una discapacidad sensorial o física importante que lo necesiten en la ciudad granadina. Son canes que requieren más atención y que pueden llevar “una vida normal como cualquier otro perro” a través de una educación canina específica.

“La gente que convive con perros con discapacidades se sienten solos y creen que su perro es el único, pero gracias a la escuela descubren que sí que hay más casos y que es posible que tengan una vida plena”, comenta Nerea Vila, quien se encarga de trabajar con estos perros en “potenciar los sentidos que sí tienen”. “Por ejemplo, en un perro ciego, potenciamos el oído y el olfato, sobre todo. En un perrito sordociego potenciamos el olfato y el tacto y trabajamos potenciando los otros sentidos o capacidades que tiene, intentando que lleve una vida lo más normal posible. Si tiene algún tipo de miedo o inseguridad trabajamos también en eso”, indica Nerea Vila.

En el caso de la perrita Neu, la educadora canina trabaja “la llamada y el caminar tranquilo sin correa", porque "los perros sordociegos sí que pueden caminar sin correa”, destaca. “Esta perrita sordociega vivía con un pastor y hemos potenciado el olfato y el tacto, sobre todo. Trabajamos las marcas de refuerzo háptico, que es trabajar el tacto para decir que algo está bien hecho o que tiene que tener cuidado, tocando de una manera u otra. Tocándole el hocico es señal de ok, has venido”, indica. También trabaja en potenciar el olfato de esta perrita. “Si se pierde, ella empieza a ventear, levanta el hocico, va a buscarnos y nos encuentra por el olor y ya viene hacia nosotros”, apunta en el lugar en el que educa a esta perrita, en la zona de Medina Elvira- Golf residencial, donde se siente “tranquila y feliz”.

Neu es una perrita que adoptó Alba Carrascosa a través de la protectora Conciencia Animal de Granada. “Sabíamos que era sorda y ciega y, al principio, no encontraba nada de información en español, todo era en inglés. Me vi perdida. Tengo otros perros, pero no es igual. ¿Cómo le digo que sí o que no o que lo está haciendo bien? Tuve la suerte de dar con la asociación Admeg, que ha juntado a familias para darse apoyo mutuamente. Ahí conocí a Nerea y empezamos a trabajar con Neu. El cambio fue espectacular. Ella no me entendía a mí. Nos cuesta entendernos porque no hablamos el mismo idioma perro y humano y, encima, sin ver ni escuchar. Iba muy perdida. Poco a poco, fuimos introduciendo cosas básicas: muy bien, siéntate, que esté tranquila”, recuerda.

Alba Carrascosa cuenta que el cambio de Neu fue “espectacular” porque ahora la perra le entiende cuando quiere que haga algo o no. “Fue mucha ayuda el poder llevarla suelta. Pensaba que siempre iba a tener que ir atada, que no se iba a relajar, pero la hemos enseñado. Antes siempre con correa larga y ahora la hemos enseñado a que me siga con el olfato. Puede disfrutar y correr. Siempre está pendiente de donde estamos nosotros, te busca y si se despista un poco, si no te encuentra, llora. Siempre vamos a buscarla, pero estoy enseñando a mi otra perra a que la busque por si algún día se despista y se pierde y no la veo. Yo no tengo el olfato de ellos y así me pueden ayudar a encontrarla. Ahora Neu hace vida como cualquier otro perro. Si la ven paseando, nadie diría que es sorda y ciega”, señala su dueña.

La educadora canina de la Escuela de Superperros Mumbie trabaja con perros con discapacidad y con sus dueños tanto en sesiones online como presenciales, que pueden ser individuales o grupales, dependiendo de las características de cada perro. “Por el tema del Covid hemos trabajado online, pero ahora hemos recuperado las sesiones presenciales y también grupales. Vemos qué perros pueden trabajar juntos. En las sesiones online, nos centramos en el perro en sí y, de esta manera, podemos llegar a todos los perros que hay en España e incluso tenemos algunos 'alumnos' por América”, apunta. “Sobre todo, trabajamos de manera amable y teniendo en cuenta las emociones de los perros, su tiempo. Puede ser que en dos clases lo tienes o en otros casos sean más, pero nos vamos adaptando al tiempo que lleve para que el perro esté mejor”, indica.

El doga, el yoga para perros, es un técnica que esta educadora canina utiliza también. “Es un momento de calma, de relax, de trabajar el vínculo del humano con el perro. Estos perros tienen normalmente un nivel de estrés muy alto, porque viven como viven con las discapacidades que tienen y tienden a ser más nerviosos. Con el doga ayudamos a que ese nivel de estrés baje y que vivan un poquito más tranquilos y les ayuda, sobre todo, para descansar. Esto también se puede hacer online o presencial”, comenta Nerea.

El principal beneficio de que los perros con discapacidad reciban esta educación canina es “el sacrificio cero”. “Son perros enfermos, no se debería criar con ellos. La mayoría son perros que vienen de cría ilegal o irresponsable y no deberían estar, pero están. Y si están, vamos a intentar hacer que su vida sea lo más plena y feliz posible. El beneficio es que puedan pasear por la ciudad y por el campo tranquilamente, que puedan llevar una vida con otros perros perfectamente, sin ningún tipo de problema o con el mínimo problema posible dentro de sus discapacidades”, asegura.

Entre los casos más especiales que ha atendido esta educadora canina se encuentra el de otra perrita también sordociega que se llama Maya y que “vivía en la jaula de un pastor, de dos por dos”, cuenta. “La rescataron y al salir se encontró con un mundo que no había experimentado nunca por ninguno de sus sentidos, solo conocía a esa persona que le daba de comer de vez en cuando. Llevamos trabajando con ella un añito, ya puede pasear tranquilamente con una correa de unos 20 metros, va casi suelta. Vive con otros dos perros y dos gatos y está súper feliz. Estamos intentando hacer algún deporte canino con ella y la verdad es que te emociona porque es el antes y el después de una perra que tiene una vida ya prácticamente normal. Te dan ganas de seguir con esto, porque realmente sí se puede”, añade.