Daniel Gil de Avalle, luthier: “Esta pasión me permite convertir la madera en sonido”
Daniel Gil de Avalle ha dedicado cuarenta años de su vida a la profesión por la que siente pasión, luthier
Cuando la pasión por la música y la artesanía se unen, surgen cosas tan maravillosas como los instrumentos que Daniel Gil de Avalle fabrica desde hace ya cuarenta años. El luthier del Realejo es un melómano que ha dedicado la mayor parte de su vida a la música.
Aunque durante toda su vida, este granadino ha convivido con músicos como su hermana, que es soprano, o con sus propios estudios de música, la profesión de luthier no le viene de tradición, “no es algo tan arraigado” cuenta Gil.
Los inicios de este luthier se alejan de la guitarra o los instrumentos de cuerda con los que ahora cuenta en su tienda y se centraban en la restauración de pianos, fue entonces cuando comenzó “esta profesión que me apasiona”.
Daniel Gil se enamoró de la música y aprende de ella cada día, aunque reconoce que un luthier no tiene porque ser músico, “la sensibilidad por la música, disfrutar de la esencia de esta te permite ser un buen luthier sin la necesidad de tener estos conocimientos” explica, aunque añade que si ayuda.
Entre dos o tres meses, o “tres o cuatro reencarnaciones si quiero que suene”, es lo que Daniel Gil dedica a cada una de sus guitarras, tiempo en el su mayor reto es hacer que la guitarra suene, no de cualquier forma, sino de forma bonita, armoniosa o interesante, que “es lo bonito de la luthería”.
Su producción es corta ya que solo trabaja el y hace entre diez y quince instrumentos al año, todos ellos por previo encargo, pero su tienda acoge también otros instrumentos de otros fabricantes.
La filosofía de Daniel Gil hace ver que no son iguales las necesidades de un principiante que las de un profesional por lo que pretende crear un ambiente especial en el que el cliente se sienta cómodo, se adapte a sus necesidades y disponga de diversidad de información.
Desde su conocimiento entiende que “no son las mismas necesidades las que tiene alguien que se inicia en el aprendizaje de un nuevo instrumento y por ello entiendo que esa persona no necesita alguno artesanal” aunque añade, “si soy muy selectivo con los instrumentos musicales que entran en mi tienda”.
Daniel Gil tiene especial cariño también a su colección de instrumentos históricos y se interesa por el análisis de estos para “conocer de dónde venimos, porque hemos llegado, como han evolucionado estos instrumentos hasta llegar a nuestros días”.
Son muchas las personas que, fuera de España, valoran la luthería granadina por su gran tradición y reconocimiento internacional, por lo que sus guitarras han llegado a todas las partes del mundo.
Daniel Gil muestra su gran modestia cuando se le menciona sobre su fama y explica que “el reconocimiento del sonido es la búsqueda del interprete, que exige sus necesidades y el luthier es quien tiene que tener los recursos que le permita ofrecer esa herramienta que le haga desarrollarse”.
No hace distinción entre sus clientes ya que todos tienen algo en común “su amor a la música”, por su tienda pasan todo tipo de personas, jóvenes, mayores, mujeres, hombres y algunos más conocidos que otros, pero para Daniel Gil todos son iguales y todos comparten un mismo sentimiento.
El trabajo como constructor de instrumentos no queda ahí y también imparte clases de flamenco desde hace treinta años y colabora con instituciones públicas a través de proyectos nacionales e internacionales.
Otra de las experiencias que ofrece es un taller anual por el que una persona podría aprender a hacer su propia guitarra sin perder la herencia clásica de fabricación, pero incorporando las innovaciones necesarias para hacer únicos sus instrumentos.